Puede que el 21 de noviembre, en el Nou Congost, se le empezara a escapar de las manos la Copa del Rey al Lagun Aro GBC y que comenzara la cuesta abajo que ha desembocado en la situación actual. Era la jornada ocho de la liga regular de la ACB. El equipo de Laso, pletórico, visitaba la mítica cancha catalana, donde nunca había ganado, con un fantástico balance de 5-2 y el recuerdo aún fresco de su gran triunfo en el derbi ante el Bilbao Basket, para medirse a un Manresa deprimido, con una única victoria en su casillero y uno de sus mejores jugadores, Montañez, lesionado.
El panorama no podía ser más halagüeño y el rumbo que fue tomando el partido confirmaba las expectativas. Siempre con el duelo bajo control, el Lagun Aro se plantó en el minuto 33 con once puntos de ventaja en el marcador. La sexta victoria en ocho jornadas estaba en la mano y quien más quien menos hacía ya cuentas pensando en la Copa pese a que aún quedaba media primera vuelta para el corte. Pero el embrujo del Nou Congost hizo mella en los hombres de Laso y Jordi Grimau, con ocho puntos seguidos, metió al Manresa en el partido.
La consecuencia fue que se llegó a unos dos últimos minutos a cara o cruz en los que ambos contendientes anotaron triples sin parar. El último fue obra de Tskitishvili, que anotó desde una esquina para dar un punto de ventaja al Lagun Aro (73-74) a cinco segundos del final. Surgió, sin embargo, Rodrigo San Miguel para aguar la fiesta guipuzcoana. El base recibió en la línea de 6,75, penetró y ante la presión de dos defensores, lanzó una bomba propia de Navarro que, tras botar varias veces en el aro, acabó entrando a dos décimas del final del choque, sellando un año más la maldición del Nou Congost.
"Fue una canasta muy especial. La mía era la segunda opción después de buscar a Jordi Grimau. Pero ellos se metieron en zona y recibí el balón. Entré, intenté buscar el hueco y tampoco hubo mucho tiempo para más. Solo pensé que tenía que jugármela. Y salió bien", recordaba 24 horas después el propio San Miguel sobre aquella acción.
Desde entonces, el equipo de Laso solo ha ganado tres partidos en tres meses, pasando del citado balance de 5-2 al 8-13 actual. Fue un cruel punto final a la buena dinámica del primer tramo liguero.
Un base ya maduro
El crecimiento de San Miguel
Esa canasta a la desesperada -mitad talento, mitad fortuna- coronó la primera gran actuación de la temporada de Rodrigo San Miguel, un base que cada temporada que pasa da un paso más en su progresión y que ahora ya es uno de los grandes nombres de la ACB cuando acaba de cumplir 26 años.
Su crecimiento ha sido pausado, "muy bien diseñado", como reconoció el propio Laso este pasado viernes. Se forjó en las categorías LEB (CAI Zaragoza y Pozuelo), tuvo un debut testimonial en la ACB con el Valladolid, regresó a la LEB para hacer una gran temporada con el Plasencia y después jugó dos campañas completas en la máxima categoría con el Valladolid. En 2008, Jaume Ponsarnau pensó en él para reforzar la dirección de su Manresa, que ya contaba con un base titular de nivel como era entonces Javi Rodríguez, un director de juego consistente y con gran visión de juego que no ha cuajado en Bilbao.
San Miguel creció sin pausa pero sin prisa al lado de Javi Rodríguez e hizo los mejores números de su carrera en la ACB. En el verano de 2009, Rodríguez hizo las maletas rumbo a Bilbao y Ponsarnau y su ayudante, Aleix Duran, se reunieron con San Miguel y le preguntaron: "¿Te sientes capacitado para ser el primer base del equipo?". La respuesta fue un sí rotundo. "Tenía 24 años y era el momento de dar un paso adelante", decía hace poco recordando esa conversación.
San Miguel se adaptó perfectamente a su posición de base titular y, con unos promedios de 8,6 puntos y 3,1 asistencias en 27 minutos, dirigió a un Manresa que acabó la temporada con catorce victorias, justo por delante del Lagun Aro. Buenos números, pero que están siendo superados ampliamente en la actual temporada, en la que acreditas unas medias de 8,9 puntos, 3,7 asistencias y 4,6 faltas recibidas (es el jugador al que más personales hacen en la ACB) para un 12,9 de valoración que le hacen ser el 15º jugador más valorado de la liga.
"Me siento muy cómodo", reconoce San Miguel, cada vez "más completo" en su juego y cada día que pasa un jugador más importante en la ACB. Junto a Grimau y Montañez es el alma del Manresa, pero su porvenir está lejos del Nou Congost. Su altísimo nivel de juego ha llamado la atención de muchos equipos. El Caja Laboral y el Bilbao Basket han preguntado por él esta misma temporada y todo hace indicar que en verano dará el salto a un equipo con más aspiraciones.