Blake Griffin (2,08 metros de alzado y 113 kilos de masa) apenas lleva cuatro meses machacando los aros de la NBA. Es un ala-pívot novel. Pero su descarada altivez ya le ha regalado más de un enemigo. Las dos trifulcas más sonadas, con Lamar Odom y James Posey, con este último cuando los Clippers ganaban a lo Pacers y Griffin terminó yéndose a la ducha con 47 puntos para ver vencer a los angelinos. Su agresiva estética jugando irrita a los rivales y su carácter forjado en un entorno marcial -tras una fractura por estrés de rodilla que le alejó de su debut en la NBA toda una temporada se puso a las órdenes de Frank Matrisano, quien trabajó con los cuerpos de élite del ejército y de quien aseguran es el preparador más severo del mundo, terminando sus programas únicamente tres de cada diez instruidos- no colaboran en sus relaciones deportivas.

Es muy descarado, ese gen que hunde o aúpa según se rinda. No obstante, quien fuera número 1 drafteado por los Lakers en 2009, encontró un grato espacio para exhibir su desfachatez en un escaparate como el concurso All Star de mates, albergue del show donde precisamente esa chulería matando adulteró ayer para bien su número de fans.

Serge Ibaka y DeMar DeRozan quedaron eliminados en la primera ronda para que Griffin y Javale McGee se enzarzaran en uno de los mejores concursos de mates de los últimos tiempos. Este segundo parecía contar con más opciones de victoria después de ser el mejor en la primera ronda, con 99 puntos de 100 posibles, gracias a que anotó dos canastas a la vez, situadas una junto a la otra, y a que machacó con tres balones en un mismo aro. Sin embargo, McGee había destapado su repertorio al principio y Mr. Mate se guardaba su mejor y más espectacular propuesta para el último suspiro.

El ala-pívot de los Clippers, que contaba con el aliento del público del Staples Center de Los Ángeles, hizo que un coro de gospel entonara a Ryan Kelly y su tema I believe I can fly de la película Space Jam que protagonizó Michael Jordan. Un coche se instaló sobre el parqué y desde su descapotable techo, su compañero Baron Davis mandó una asistencia para que Griffin machacara volando por encima del capó del automóvil. Este tipo que sube dunas y escaleras lastrado con sacos de tierra y que ingiere más de 5.000 calorías diarias para enriquecer su basket acababa de convertirse en el rey de los votos del público. A sus 21 años, es una de las sensaciones de la NBA, es el mejor matador y, además, en la competición regular promedia 22,8 puntos y 12,6 rebotes por partido, además de sumar 27 dobles-dobles consecutivos. Para más inri, es uno de los pocos elegidos para disputar el All Star Game en su año de rookie y es el único jugador de la liga que va a tomar parte en tres eventos distintos del All Star Weekend. Por cierto, únicamente tres novatos habían llegado a la cifra de 40 puntos y 15 rebotes en su primer año NBA: Michael Jordan (Chicago Bulls, 1985), David Robinson (San Antonio Spurs, 1990) y Shaquille O"Neal (Orlando Magic, 1993). Griffin es el cuarto. Atención. "We want Blake, we want Blake", reza al unísono el esperanzado Staples.

el "bombardero" jones En otro ámbito, el de los tiros de tres puntos, la sorpresa de campeón fue James Jones (20 puntos) quien, contra pronóstico, se impuso al dúo de los Celtics compuesto por Paul Pierce (18) y Ray Allen (15). El primero, vencedor del concurso anterior del año pasado y el segundo, portador del récord histórico de triples de la NBA. Mientras, en el Taco Bell Skills Challenge, certamen de habilidades tipo yincana a contrarreloj, el ganador fue Stephen Curry. Por último, en el Hier Shooting Stars, prueba por equipos en la que concursan un jugador, una jugadora y un exjugador de las franquicias participantes, se impuso Atlanta.