- Los sondeos disparan las expectativas de que la líder verde, Annalena Baerbock, alcance la Cancillería que dejará la conservadora Angela Merkel, algo que el ecopacifismo contempla con prudencia, a cinco meses de las próximas elecciones alemanas.

Desde su designación como candidata, el pasado día 19, se suceden los pronósticos a favor de esta mujer de 40 años, nacida en el oeste -Hannover-, pero afincada en el este -Potsdam-, donde durante décadas los Verdes fueron una fuerza residual.

Un 27% de intención de voto le otorgó ayer el sensacionalista diario Bild, cuatro puntos por encima del bloque conservador y doce respecto a los terceros, los socialdemócratas.

“Tras la pandemia el dinero no caerá del cielo. Hay que reformar el país y subsanar con realismo sus déficits”, apuntó Baerbock, en un debate virtual junto al eurodiputado verde Sven Giegold.

Sobre fondo neutro, sin que se perciba si está o no en casa, Baerbock combina las alusiones a su condición de madre de dos niñas con los datos macroeconómicos -terreno en que se mueve con aplomo-. Las referencias al teletrabajo, a sus hijas, a su madre o incluso a su abuela se suceden. Pero al mismo tiempo es una líder que preserva su esfera privada, en la línea de la discreta Merkel.

“Podemos cambiar la historia, en Alemania y en el resto de Europa”, comentó a Efe la candidata a la Alcaldía de Berlín, Bettina Jarasch. Jarasch podría conquistar la Alcaldía en las regionales capitalinas, que coincidirán con las generales de septiembre. Los Verdes lideran también ahí los sondeos con un 27%, diez puntos más que los conservadores.

Por “cambiar la historia” entiende Jarasch detener como fuerza emergente a la derecha radical, en todas sus variantes europeas.

El ascenso verde empezó a consolidarse en 2018. Entonces quedaron segundos en Baviera, dominio de la Unión Socialcristiana (CSU), el partido hermano de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel.

En 2019 se alzaron como segunda fuerza en las europeas, tras el bloque conservador. Este año electoral 2021 consolidó ya su rumbo ascendente en dos comicios regionales; ahora aspiran a todo.

El experto en demoscopia Matthias Jung, de la televisión pública ZDF, estima para ellos un potencial electorado del 60%. Eso no significa, aclara su equipo, que puedan alcanzar ese porcentaje, sino que este corresponde a ciudadanos que “se imaginan” o “no descartan” votar al partido de los Verdes.

Esa es la clave que puede llevar a Baerbock al poder. Lidera un partido identificado con un voto ambicioso, pero moderado, capaz de desbancar la alternancia clásica entre conservadores y socialdemócratas.

Los Verdes, nacidos en los 80 como movimiento rebelde, defienden ahora la “sensatez medioambiental”. Reclutan voto joven, aunque para movimientos como Fridays for Future son poco combativos. Su electorado más leal ha envejecido con el partido -la media de edad de sus votantes era de 48 años en 2017- y su mayor potencial ahora está en la franja de edad entre 20 a 45 años.

Los Verdes representan un espectro amplio, que podrían perder si derivan en propuestas que les alejen del votante común. Los conservadores, por su parte, corren el peligro de abandonar el centro, advertía la politóloga Andrea Römmele, de la Hertie School of Governance.

La pugna por el liderazgo conservador la ganó el centrista Armin Laschet, al imponerse al derechista Markus Söder. Pero la elección ahora como candidato de un distrito del este del exjefe de los servicios secretos, Hans-Georg Maassen, partidario de “dialogar” con la ultraderecha, amenaza con otro cisma interno.

Pese a los buenos augurios, nada garantiza que Baerbock no acabe como Martin Schulz, el último rival socialdemócrata al que derrotó Merkel. También a él le sonrieron los sondeos. Pero el efecto Schulz derivó en pinchazo y el peor resultado histórico para su partido.

La baza de su candidato, el ministro de Finanzas Olaf Scholz, es su experiencia de gobierno -Baerbock nunca estuvo en un Ejecutivo, tampoco regional-. De momento, nada apunta a un despegue de Scholz.