"Nadie puede saber si yo iba a finalizar o no las obras porque no se me ha dado el tiempo correspondiente para realizarlas", se ha defendido este martes "el chapuzas", el hombre dedicado a las reformas de pisos acusado de dejar inconclusas seis de ellas en distintas localidades de Gipuzkoa, quien sostiene que en su ánimo nunca estuvo "estafar".

"El chapuzas" se encuentra implicado en decenas de presuntas estafas cometidas en diferentes poblaciones de Gipuzkoa y Bizkaia por dos de las cuales cumple condena ya en prisión, si bien, según han señalado a EFE fuentes del caso, cuenta al menos con otras tres sentencias absolutorias a su favor, aunque varios asuntos más están aún pendientes de juicio.

El caso por el que este vecino de Portugalete (Bizkaia) ha sido juzgado hoy en San Sebastián corresponde a seis reformas que quedaron inacabadas en domicilios de Pasaia, Irun, Belauntza, Hernani y Donostia.

La primera jornada de esta vista, en la que declararon tanto el acusado como cinco de las víctimas, se celebró días atrás, mientras que la segunda y definitiva sesión del juicio ha tenido lugar hoy con la declaración de la última perjudicada, el derecho a la última palabra del acusado y los informes de las partes.

En este trámite, la Fiscalía ha mantenido su petición de dos años y once meses de cárcel para el procesado por un delito continuado de estafa porque, según ha comentado, su objetivo no era "en ningún caso" culminar las obras, teniendo en cuenta además que no se trató de un hecho "aislado" sino que fueron una "pluralidad" de ellos.

Por este motivo, el Ministerio Público ha considerado que no se trató de un mero "incumplimiento civil" pues responde a un "modus operandi" y a una forma de actuar "sistemáticos" a lo largo de cuatro años, en los que el hombre se publicitaba mediante octavillas y una vez captado el interés de sus víctimas empezaba las obras, "tiraba todo abajo", dejaba la vivienda "inhabitable", pedía un anticipo y se marchaba "dejando todo empantanado, patas arriba e incluso a veces con los escombros" en las casas.

La fiscal ha precisado que entonces el procesado comenzaba a dar excusas y largas a los afectados, tras lo que "dejaba de cogerles el teléfono.

Una "dinámica delictiva" del encausado que, según ha comentado, le llevaba a recibir los pagos en metálico o a través de cuentas de terceras personas y que ha ocasionado "perjuicios importantes" a las víctimas, algunas de las cuales han tenido que recurrir a préstamos bancarios para terminar los trabajos.

La defensa, por su parte, ha pedido la libre absolución de su cliente, al entender que los hechos enjuiciados no son una estafa y se reducen a un desacuerdo en los "plazos" de ejecución de unos trabajos nunca fueron "pactados" y que iban "lentos".

Este abogado ha asegurado que los damnificados buscaban "una reforma barata" y fue lo que tuvieron: "una obra barata" que "iba lenta". "No se contrató una obra rápida ni a él se le dijo que había que hacerlo rápido", ha sostenido el letrado quien ha contextualizado los hechos en un problema de "gestión". "El acusado no sabía gestionar su propia empresa", ha resumido.

Al término de la vista, "el chapuzas" ha ejercido su derecho a decir la ultima palabra para asegurar que "nadie puede saber" si él "iba a finalizar o no las obras" porque no se le dio "el tiempo correspondiente para realizarlas".

"Cuando realmente hay una intención de estafar -ha añadido-, coges el primer anticipo no vuelves y ya no realizas nada más de la obra y en mi caso en las seis denuncias, siempre que me han dado un primer anticipo siempre he vuelto y he continuado la obra".

"Yo -ha proseguido-, por educación, por moral y por trabajo, en ningún momento he querido estafar. He querido trabajar. Que a lo mejor no lo he hecho como lo tenía que hacer pues vale, que lo he hecho mal, pues también, pero ha sido en cuanto a la gestión. En cuanto a la intención no", ha zanjado. El juicio ha quedado así visto para sentencia.