DONOSTIA - Un joven ha sido condenado este miércoles a tres años y medio de cárcel tras admitir haber violado a una chica de 18 años que se encontraba en estado de ebriedad en un domicilio de Errenteria, lo que le impidió que pudiera "reaccionar para evitarlo".

El inculpado ha reconocido los hechos durante la vista celebrada en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, por lo que la Fiscalía, que inicialmente reclamaba siete años reclusión para el acusado, ha accedido a aplicarle las atenuantes de dilaciones indebidas y de reparación del daño causado, ya que había consignado previamente en una cuenta del juzgado 3.000 euros, como adelanto de los 7.000 con los que deberá compensar a su víctima.

Además de cumplir esta pena de cárcel por un delito de abusos sexuales, el procesado permanecerá luego cinco años más en situación de libertad vigilada, y deberá abonar 90 euros a la perjudicada como autor de un delito de hurto, ya que también se apoderó de distintos efectos de la chica, a la que no podrá aproximarse durante ocho años.

Los hechos sucedieron la madrugada del 26 de febrero de 2017, cuando tras pasar la noche alternando y bebiendo alcohol por distintos locales de Donostia, la víctima junto a otros chicos y chicas acudió a un domicilio de Errenteria, aprovechando que los padres de uno de ellos no se encontraban en casa.

Nada más entrar en la vivienda, la damnificada, que se hallaba afectada por el consumo de alcohol, "se quedó adormilada" en un sofá, hasta que poco después se encaminó a una de las habitaciones, "con intención de dormir" y se acostó vestida sobre una cama.

Al cabo de un tiempo, el acusado se tumbó junto a ella y, "con ánimo libidinoso", "comenzó a tocarle por todo el cuerpo, incluida la zona vaginal", e intentó besarla "de forma reiterada" con la oposición de la víctima que "le dijo claramente que la dejara en paz, pues lo único que quería era dormir".

No obstante, el inculpado permaneció en el lugar hasta que la mujer volvió a quedarse dormida, "sumida en un estado de sopor" debido "al agotamiento provocado por la previa ingesta de alcohol y la falta de sueño".

"Aprovechando tal circunstancia", detalla el escrito de acusación de la Fiscalía, y "con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales", penetró a la joven "sin su consentimiento" y sin que ésta, "debido al estado en el que se hallaba, se percatara de lo que estaba sucediendo, al menos totalmente" y sin que, "en cualquier caso, pudiera reaccionar para evitarlo u oponerse a ello".

Una situación de la que "era plenamente consciente el acusado" y de la que la chica no empezó a tomar consciencia hasta las 9.45 horas, cuando se dirigió al baño para asearse y vestirse, momento en el que el acusado se apoderó del móvil de la chica, de su tarjeta de autobús, las llaves de su domicilio y otros efectos y documentación, para abandonar seguidamente la vivienda.

Al darse cuenta del robo, la víctima bajó a la calle tras el inculpado pero, como no lo localizó y "carecía de medios para desplazarse" a su casa, volvió a subir al piso donde ya sólo permanecía el joven a cuyos padres pertenecía la vivienda.

Este chico también se encuentra procesado en esta misma causa por presuntamente someter a distintos tocamientos de índole sexual a la joven, una vez que ésta volvió a quedarse dormida en otra habitación del piso, si bien, al no reconocer esta acusación, la vista en su contra sí ha tenido lugar.

De esta manera, la víctima ha declarado que, una vez en esta segunda habitación, este otro joven se acostó con ella pero le dijo que no había ido allí "a dormir" y que, como ya había "estado" con el otro chico, ahora iba a estar con él, mientras le infligía tocamientos sexuales por fuera de la ropa.

Ha explicado que entones ella se marchó de allí pero como el otro acusado se había llevado sus pertenencias tuvo que volver andando a su casa, donde contó lo sucedido a su madre y acudió luego con ella a denunciar lo ocurrido.

Por su parte, este segundo acusado ha negado haber abusado de la chica a la que, según ha comentado, sólo zarandeó en la zona de la cadera para despertarla porque tenía que irse de la vivienda, ya que pronto llegarían sus padres.