Con los alimentos a punto de caducar que donó el año pasado el Grupo Eroski en todo el Estado español a un centenar de organizaciones sociales se repartieron 145 millones de comidas. Y con los productos ya caducados y no aptos para el consumo, se derivaron a empresas especializadas 6.700 toneladas de materia orgánica para su transformación en comida para animales y harinas.

Por su parte, Super Amara, con sus ocho tiendas en Gipuzkoa, lleva más de un año donando al Banco de Alimentos y a un comedor social de Irun los alimentos frescos que están próximos a su fecha de caducidad. Son solo dos ejemplos de iniciativas contra el desperdicio alimentario que ya han implementado muchas cadenas de distribución.

España es el tercer país de la Unión Europea que regula el desperdicio alimentario. El Proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario aprobado el martes por el consejo de ministros ha puesto encima de la mesa una cuestión que nadie obvia. La hostelería, las grandes plataformas de distribución de alimentos y también los consumidores, en mayor o menor grado, son conscientes de la cantidad de alimentos que desperdiciamos. 31 kilos por habitante al año que se estima que cuestan a cada hogar unos 250 euros. Inasumible y poco ético.

Sin embargo, el proyecto nace poco cocinado con aquellos agentes a los que afectará, aseguran especialmente los hosteleros, quienes lamentan que, antes de empezar a hablar, ya se les "amenaza con sanciones". Distribución y hostelería reconocen estar expectantes ante un plazo de negociaciones, conversaciones y aportaciones del que debe salir un texto definitivo que entre en vigor en 2023.

La voz más crítica está en la hostelería. "Tenemos que ver en qué queda todo estoy qué esfuerzos se hacen por parte de todos", asegura Kino Martínez, secretario general de Hostelería Gipuzkoa, quien confía en que se "establezca una interlocución con el sector, al que poco se consulta antes de hacer este tipo de anuncios".

Hostelería Gipuzkoa asegura compartir la inquietud por el despilfarro alimentario y por eso puso en marcha el año pasado en colaboración con Fomento San Sebastián el programa Jasangarria, en el que colaboraron 14 establecimientos y se fijaron las pautas para evitar el despilfarro de alimentos.

"Cosas sencillas, pero efectivas", asegura Martínez. Por ejemplo, que el camarero recomiende al cliente, en función de lo que pide, si ha pedido demasiada comida. O que, por ejemplo, el pan se entregue en rebanada y no en bollos enteros; o que se ofrezcan medios menús, con un plato y postre. Hay muchas cosas que aunque no nos demos cuenta, ya se están haciendo y han ahorrado mucha comida", explica.

La distribución tiene una mayor capacidad para combatir el desperdicio de comida y ya lleva tiempo con este asunto encima de la mesa. Así lo reconocen fuentes de Eroski y Super Amara consultadas por NOTICIAS DE GIPUZKOA.

Alfonso Reiriz, responsable de marketing de Super Amara, afirma que "el tema del desperdicio alimentario las cadenas de distribución en general lo tenemos muy controlado". Cadenas como Super Amara o Grupo Eroski tienen sus propios canales para donar estos alimentos; mientras otros grupos tienen acuerdos con Too Good to go, una empresa que a través de una aplicación en dispositivos móviles da salida a la comida en buen estado que está a punto de caducar. Grandes firmas como Carrefour, Alcampo, Dia o Lidl tienen acuerdos con esta plataforma.

En el comedor social de Irun al que Super Amara envía alimentos frescos comen "unas 40-45 personas al día y tienen además un menú más variado y enriquecido" desde que comenzó esta iniciativa. Super Amara lleva más de un año colaborando con el Banco de Alimentos de Gipuzkoa y este comedor social de Irun, a los que envían "cada dos o tres días el producto fresco que es aprovechable, pero que no lo puedes vender, bien porque se te ha roto un envase o porque le quedan dos días para caducar. Es el producto que donamos. Un producto que no te voy a vender porque tienes menos de un plazo razonable para consumir, pero que está en buen estado".

Desde las ocho tiendas de Super Amara, "hacemos una selección previa, porque algo que yo no me llevaría, no voy a hacer que se lo lleven los demás", asegura Reiriz. Y los resultados refuerzan su apuesta. "Más del 90% de lo que donamos se aprovecha", añade.

En el caso del supermercado de Bergara, cuyos datos acaba de recibir, en el primer trimestre del año, solo se perdió el 1,66% de los 1.686 que se donaron a Banco de Alimentos de Bergara. "A nosotros lo que nos interesa es que no haya desperdicio. A todos nos interesa", asegura Reiriz.

La del desperdicio alimentario, insiste el responsable de marketing de Super Amara, "es una reflexión que nosotros ya hemos hecho en el sector, pero de todas formas hay que esperar un poco para ver cómo se redacta finalmente el texto". Especialmente en lo referente a alimentos caducados y consumo proferente, "porque una cosa es lo que diga la ley y otra la que diga el cliente. Si está dispuesto a adquirir determinados productos".

Formar al consumidor

El Grupo Eroski, por su parte, lleva varios años trabajando en la parte comercial, de distribución y también de formación para reducir el desperdicio alimentario. La cooperativa vasca asegura que en este camino va más allá "y formamos al consumidor con consejos para ahorrar comida" a través de la revista Consumer, puesto que el mayor desperdicio se produce en los hogares, tal y como confirmó Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Fuentes de Eroski aseguran a este periódico que "el primer estadio para evitar el despilfarro es la prevención, un elemento clave" y subrayan el Programa Educativo de Alimentación y Hábitos Saludables (PEHAS) puesto en marcha por la cooperativa en miles de colegios de todo el Estado, donde "además de enseñar a los alumnos a comer bien y saludable, también les hablamos del desperdicio alimentario".

Las vías para combatir el desperdicio, aseguran desde Eroski, son muchas. "También reforzamos mejorando la cadena de frío y los sistemas de trazabilidad, intentando reducir el propio desperdicio en la cadena de frío. Y otra vía es: a aquellos productos que tienen más cercana la caducidad, ponerles la etiqueta de descuento", algo similar a lo que se hace con la fruta 'fea', en perfecto estado, pero que no responde a etándares estéticos. "Llevamos una década y lo que hace una ley así es refrendar nuestro trabajo", aseguran.

Eroski dona el producto fresco que se puede a más de 100 entidades sociales, entre ellos el Banco de Alimentos y Cáritas, y "así llega a quien tiene que llegar". La cooperativa destaca el elemento de gratuidad de esta iniciativa e insiste en que además "está asegurada la seguridad alimentaria".

Pero también hay productos que ya se han perdido o caducado, no aptos para el consumo humano, y estos pasan a "un proceso de valorización ambiental y alcanzan una especie de segunda vida, transformándose en piensos para animales o harina. Solo en 2021, se generaron 6.700 toneladas de residuos orgánicos para hacer harinas y piensos.