"Ya no aguantamos más", exclaman los ganaderos guipuzcoanos. Los baserritarras del sector admiten estar al límite con el aumento de los costes de producción en los últimos tiempos. Con el pienso un 80% más caro pero el precio de venta de la carne incrementándose a un ritmo menor, los números no les dan y no hacen más que tener pérdidas. Una situación que les hace hace incluso plantearse vender sus cabezas de ganado fuera, con la consiguiente más que probable desaparición del Eusko Label, insignia de la carne autóctona de calidad. "Estamos en la antesala del fin de la producción de toda la carne de Euskal Okela, que supuestamente tanto valoramos", denuncia Garikoitz Nazabal, presidente en Gipuzkoa del sindicato EHNE.

Y es que la centrales del sector agrícola y ganadero, EHNE y ENBA, habían convocado para este viernes, 1 de abril, una movilización en el exterior del Mercado de la Brecha en Donostia. Allí han acudido alrededor de medio centenar de baserritarras, que poco antes del mediodía han repartido bandejas de carne entre los viandantes. Una señal de advertencia sobre la nula ganancia que recogen con la venta de su producto. En menos de diez minutos, se había agotado todo; "venía de darme un paseo por la Concha y me que encontrado esto", comentaba a este periódico Marian, una donostiarra que afirma que "hay que apoyar a todos los sectores, porque está todo carísimo".

Actualmente, los ganaderos perciben alrededor de cuatro euros por kilo de producto; la fluctuación depende si lo que venden es ternera, vaca o buey, entre otras características. "El precio de la carne tiene que subir dos euros, para poder pagar nuestros gastos", admite Iñaki Goenaga, presidente en Gipuzkoa de ENBA. Este ganadero pide "hacer un esfuerzo entre todos" para que el vacuno producido localmente sobreviva.

Lo que reclaman los baserritarras no es más que "un precio acorde a los costes de producción que tenemos hoy en día", tal y como incide Nazabal. Es decir, que el precio de compra por parte de los distribuidores, carnicerías, supermercados y demás agentes aumente en el mismo porcentaje que que el pienso y el resto de gastos de los productores. Porque ahora les pagan más que antes de esta inflación, pero no lo suficiente.

Aún y todo, los precios en los puntos de venta de carne han aumentado, como en el del resto de los alimentos. La inflación estatal se establece en la actualidad en un 9,8%, la más alta en 37 años. Marian confiesa que aún no ha notado este incremento de valor en la carne porque "suelo hacer la compra y luego congelo" y aún no ha tenido ocasión de adquirir este producto tras el encarecimiento. Aunque manifiesta que sí que lo ha percibido en otros alimentos como el pescado, los huevos o las verduras; "todo está carísimo", repite.

Por ello, imagina que en el caso de la carne "seguro" que se repite la situación. "Para cuando están así...", concluye, dirigiendo la mirada a la movilización.

La situación de los ganaderos vascos es crítica y se refleja en "una situación histórica, inaudita", como es el hecho de que en el Estado, "los precios de la carne de vacuno han alcanzado unos umbrales históricos" que hacen que se pague a los productores un precio más alto que en la CAV, donde los importes "siguen estancados".

Hasta ahora, el precio en Euskadi estaba entre 50 céntimos y un euros por encima de "los precios de lonjas del Estado". ¿La razón? Los costes de producción, ya que en la CAV por condiciones como el clima "cuesta producir". Por tanto, el percibir menor cantidad de dinero por mayor gasto "está haciendo la actividad inviable", se lamenta Nazabal.

El alcance de esta precariedad llega hasta el punto de peligrar incluso el sello Eusko Label, ya que los ganaderos, si la situación sigue así, se plantean vender su carne más allá de las fronteras vascas. Y es que el coste de engordar aquí a las terneras es demasiado elevado. "Si esta situación sigue dos o tres meses más, los terneros jóvenes saldrán fuera; no los engordaremos", advierte Goenaga.

Por ello, los presidentes territoriales de EHNE y ENBA hacen un llamamiento tanto a la ciudadanía como "a todos los agentes que estén trabajando con producto local", sea distribución, carnicerías o tratantes, para hacer un esfuerzo y pagar por la producción autóctona lo que corresponde a su coste y calidad. "Nos hemos acostumbrado a ser un país que alardea de la calidad de carne que tenemos", señala Nazabal; pero si nada cambia, "la carne que producimos quedará para la historia", concluye Goenaga.