Los últimos datos facilitados por la Ertzaintza sobre delitos informáticos en conocimiento de la Policía son esclarecedores: 11.722 delitos en 2021, una media de 32 al día. El crecimiento de estos delitos con respecto al año pasado ha sido del 33% en lo relativo a los delitos contra la intimidad y el derecho a la imagen, que a menudo tienen como víctimas a menores de edad. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Somos tan vulnerables? ¿Puedo poner en riesgo sin quererlo a mis hijos a través de las redes sociales?

El Centro Vasco de Ciberseguridad (BCSC por sus siglas en inglés), en colaboración con el Departamento de Educación y la propia Ertzaintza, ha activado una iniciativa para concienciar de estos riesgos a los escolares vascos y también sus profesores y padres y madres. "Las nuevas generaciones, nativas generales, dominan mucho el uso de las nuevas tecnologías, pero no son conscientes de los riesgos derivados de su manejo inadecuado, lo que les puede poner en una situación de riesgo, alertan des del BCSC.

Según explica Javier Diéguez, el director del centro vasco de ciberseguridad de Miñano, el ámbito educativo es uno de los ejes de la actuación preventiva de este centro. "Estamos intentando llegar a través de los ámbitos educativos a las nuevas generaciones", asegura.

Son del orden de "300 o 400 actuaciones al año", a través de las cuales "llegamos a miles de personas, y lo que pretendemos es concienciar sobre los riesgos que hay en los ámbitos digitales y los buenos ámbitos a desarrollar", afirma Diéguez.

La concienciación es tarea de todos. "No se trata solo que la persona menor de edad no haga ciertas cosas, sino incluso del propio comportamiento de las madres, padres, de los centros educativos, cuando publican en redes sociales imágenes de sus hijos o de su alumnado", alerta este experto.

El centro vasco de iberseguridad, dependiente del Gobierno Vasco, es la organización designada por el Gobierno Vasco para promover la ciberseguridad en Euskadi y ha puesto una campaña en marcha que va a durar todo el año: Cibersegurolas. Y va orientada sobre todo a la protección del menor.

"El problema -explica el director del centro de ciberseguridad- "es que se comparten en redes sociales imágenes del ámbito familiar o una situación que puede parecer graciosa, a veces son: mira qué golpe se ha pegado mi hijo. Hay cosas que pueden hacer que en el futuro le ridiculicen a ese niño o niña porque esa imagen ha circulado por donde no debía y fruto de esa imagen sufra un ciberacoso o marginación dentro de su ámbito social".

Nunca sabemos qué recorrido puede tener una imagen aparentemente inocua. "Esto es una temática que tenemos ahora mismo en marcha, que es sharenting responsable, compartir y criar, todo este tipo de temática alrededor de ella, hay diferentes consejos y buenas prácticas", explica Diéguez.

Las vallas del colegio

El director del BCSC traslada la experiencia de las decenas de casos que se han encontrado los profesionales del centro de ciberseguridad en su labor preventiva en el ámbito educativo. Y su consejo es estar alerta. El propio Diéguez expone su caso. "Algunos estamos más concienciados y no nos os gusta que compartan imágenes de nuestros hijos en redes sociales, que sabe Dios dónde almacenan su información; además, cuando subes una foto a Facebook o Instagram, pasa a ser propiedad de la red social y puede hacer con ella lo que quiera. Entonces, hay algunos padres que decidimos no dar permiso al centro educativo para que publiquen las fotos de nuestros hijos en redes sociales, pero sí en la intranet. Porque diferenciamos que la intranet es algo privado".

El símil es claro. "Es como las vallas de colegio. La intranet es lo que está dentro del colegio, y las redes sociales, lo que está fuera del colegio: es el ámbito público. No me importa que tomen fotografías de mi hija en las dinámicas de trabajo y las publiquen en la Intranet, pero no me gusta que las publiquen en redes sociales", señala Diéguez.

Pero estas prácticas saludables no están interiorizadas en nuestra comunidad y es necesario inculcarlas. De hecho, "cuando dices que no quieres que publiquen en redes sociales. El centro al que llama es al que dice que no, y le pregunta si está seguro que no quiere; en lugar de llamar al que ha dicho que sí. Eso realmente nos llama la atención. Luego hay centros educativos que son muy celosos y lo hacen muy bien. Pero no es la norma, son la excepción", explica el responsable del centro de cibeseguridad.

El director del BCSC admite que que "seguramente el 95% de las fotografías que compartimos, no van a ser objeto de un vector dañino, pero esto tiene más que ver con una cuestión de la propia educación del menor y hacerle ver el valor de la privacidad. No se puede tomar fotos de las personas de cualquier manera. Esto forma parte de tu privacidad y tienes derecho a ello", insiste.

Según Diéguez, los progenitores no deberían arrogarse el derecho de hacer uso de la imagen de sus hijos e hijas, porque les pertenecen a ellos, no a los padres y madres. De ese modo, aclara, "si la dinámica que llevamos es compartir esas imágenes, la persona menor le va a quitar valor a la privacidad. Es decir, le estamos transmitiendo que no tiene ninguna importancia, que da igual. En un contexto educativo es sano trasladar esa inquietud. Esto son las vallas del colegio", dice.