isciplina. Que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía. La frase, que podría ser de Ignacio de Loyola, es de un ferrolano bajito. Mal bicho. No la entendieron los diputados neo-requetés del Congreso que siguieron los dictados de su corazón, más fácil que su pensamiento, en el esperpento de la semana pasada. Ignoraban, quizás no lo tenían que saber y sólo tenían que obedecer, que sus jefes chalaneaban con la representante del tándem trileril Sánchez & Chivite en el Ayuntamiento pamplonés, para determinar si finalmente su alcalde era racista, xenófobo, clasista, mentiroso y otro montón de cosas feas, o quedaba todo en un quítame allá esas pajas, a cambio de sus dos votos para la convalidación de la reforma laboral.

mascarillas y sereno

Su “caída”, a lo mejor tiene algo que ver con el esperpento. Hace quince días un decreto obligaba a su uso en el exterior y a la semana se deroga, al tiempo que se amplía el aforo en eventos deportivos y amplía las pensiones. Los datos han mejorado, pero tampoco es como para echar cohetes.

Me apunto enseguida a lo de ir sin mascarilla en exteriores, pero insisto en la conveniencia de utilizarla en ambientes cerrados, aglomeraciones, incluso deportivas y en la calle Matía a ciertas horas, completando la medida preventiva con una ventilación correcta que se determina con un medidor de dióxido de carbono, amén de las medidas de higiene ya sabidas, pero, por sentido común, no por la existencia de algún estudio serio que lo recomiende, tras comparar ventajas e inconvenientes de su uso.

Nuestros “técnicos-científicos” del LABI están a otras cosas de mucho más nivel y los investigadores universitarios, de aquí, de allá y de acullá, precisan siempre de financiación adicional. Si acaso, se prestan a unas declaraciones a los medios, plagadas de lugares comunes, que evidencian su desconocimiento y que, si las dice un alumno, le suspenden la microbiología.

Estoy convencido de que se adoptan medidas por aparentar que se hace algo, para que no decaiga el ánimo, con criterios políticos estrictos, sin ningún respaldo científico riguroso. En la necesidad de una comunicación idónea diseñada y oficiada por especialistas, sin malas lecturas de textos ajenos cargados de paternalismo, como la que padecemos, no insisto. Ya no hace falta. La credibilidad de los políticos de Madrid o de Gasteiz y de sus errantes medidas, ya es inexistente y tiene su reflejo en cualquier ámbito ciudadano. Incluso entre los que tienen que hacerlas cumplir. Como el pito de un sereno de aquellos que existían hace medio siglo y desaparecieron con las llaves de bolsillo y el uso del portero automático (ver La escopeta nacional). Aburridos que estamos de tanta propaganda en los medios y de que nos traten como a lelos.

El director de la OMS pide cautela y que no se baje la guardia, admitiendo que la variante ómicron, pese a que tiende a causar una enfermedad menos grave, sigue siendo altamente contagiosa y mortal en ocasiones. La tendencia es descendente en nuestras latitudes, gracias a las vacunas, pero siguen apareciendo casos, incluso de personas y familias vacunadas, que enfermaron con el covid-19 y vuelven a estarlo. Parece que en Madrid han entrado las prisas por pasar pronto página en esta pesadilla y “gripalizarla”, como si fuera la solución. Incluso pretenden reducir las cuarentenas. Pues eso. Otra chapucilla sociata.

un centro de salud pública

Un trabajo publicado en Gaceta Sanitaria la semana pasada, volvía a insistir en la creación del centro estatal de salud pública, independiente, con una dotación adecuada de recursos, para afrontar los desafíos de la salud pública del presente y del futuro, ya previsto en la vigente Ley General de Salud Pública de 2011, similar al existente en Catalunya y en otros países europeos. El Ministerio presentó un anteproyecto de cinco páginas adelantando objetivos y contenidos, en los que, por cierto, no se mencionaba a los veterinarios, ni las zoonosis ni la sanidad animal. Este mes de febrero ha sacado a consulta pública previa el Proyecto de Real Decreto de Vigilancia en Salud Pública, en el que se resumen los objetivos de la norma, así como los problemas que se pretenden solucionar con ella. Tampoco hace referencia, a lo largo de sus cinco páginas, al papel que van a jugar los veterinarios y la sanidad animal. Huele a chiringuito chapucero, siguiendo la norma.

La revista Science del 3 de febrero publica un artículo sobre una variante muy virulenta del VIH-1 que está circulando en los Países Bajos que ya ha afectado a 109 personas o la serie de microorganismos, viejos conocidos, que están demostrando un mayor nivel de resistencia a diversas generaciones de antibióticos, poniendo en grave riesgo la salud de la población, precisamente por la banalización de su uso en las últimas décadas. O la gripe aviar que pudiera afectar a las personas. El análisis de estos hechos y la propuesta de medidas, son funciones propias de ese hipotético Centro de Salud Pública.

De todas maneras, en pocos meses, si todo va bien, la Salud Pública volverá a ser olvidada por los gobernantes, siguiendo tradicional y secular costumbre, como la ciudadanía ha olvidado ya la serie de medidas, más efectistas que efectivas, adoptadas durante estos dos años por razones políticas precipitadas y, a la postre, equivocadas.

Alcachofas y borrajas con jamón. Xapo en salsa con almejas y langostinos. Tarta de queso del bar Nevada, txakoli Urruzola. Café. Chupito de Remigio en el sillón ya ver qué peli repe nos pone ETB-2 para la cabezada.

Fui a escuchar al coro de Santa Águeda donde cantaba, muy bien, por cierto, mi nieta Lore, y algunas amonas asistentes, lectoras de NOTICIAS DE GIPUZKOA, me pidieron que citara que están hartas de las abusivas repeticiones de las pelis vespertinas de sábados y domingos, después de los desinformativos. Dicho queda y me sumo a la protesta.