Cerca de ocho de cada diez casos de coronavirus que analiza el laboratorio del Hospital Universitario de Donostia ya pertenecen a la variante ómicron. Así lo ha explicado este domingo el jefe de servicio de la UCI del Hospital Donostia, Felix Zubia, sobre una variante que "puede protagonizar la última gran ola" como ahora las conocemos, aunque avisa de las "sorpresas" que el virus ya ha dado estos meses.

El futuro es más que nunca incierto, según ha explicado Zubia en el programa Osasun-Etxea de Euskadi Irratia. "No sabemos qué va a pasar. Esta semana hemos visto que las hospitalizaciones han crecido, aunque no tanto los ingresos en UCI, que también, pero menos. Estamos preocupados, porque la gente mayor se irá contagiando y como ya vimos en las anteriores olas y lo veremos con ómicron, el empeoramiento comienza a la semana y a los diez días se empiezan a llenar las UCI".

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A día de hoy no asoma ninguna fecha en la que podamos vivir el pico de la sexta ola. Comunidades del entorno, como La Rioja, apuntan a mediados de la semana del 10 de enero, pero la incertidumbre es general, en buena medida provocada por las consecuencias de las Navidades.

¿Cómo gestionar este punto de la pandemia? "No me gustaría tener que ser quien tome la decisión", ha señalado Zubia, que ha puesto sobre la mesa las dos principales hipótesis que a día de hoy se divide el debate científico, ambas "con argumentos de peso y de sentido".

"Unos señalan que la variante ómicron es muy leve, que los casos graves que aún tratamos en los hospitales son la cola de la variante delta, y que ómicron es mucho más leve, sin que precise de nada especial", ha descrito Zubia antes de recordar cómo "hay científicos que incluso sostienen que a estas personas no habría que hacer test, asumir que esta especie de catarros que tenemos hoy son ómicron, pasarlos en casa e ingresar los cuadros más graves, que serán los menos".

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En el otro extremo del debate científico, sin embargo, hay quienes sostienen que "pese a ser más leve, por la capacidad de transmisión de ómicron el número de positivos crecerá de manera increíble, rebosará los hospitales, también las UCI, caerá la red de atención sanitaria y que ante eso harían falta medidas terriblemente restrictivas, casi un confinamiento".

"Se ha visto que la variante ómicron ha sido más leve en Reino Unido, Escocia, Canadá, Sudáfrica..., pero al mismo tiempo, se expande mucho más", presenta Zubia, que avisa de que "con semejante expansión, pese a presentar cuadros más leves, el número final que requerirá atención hospitalaria, que es lo que ocupa las camas, es mayor".

Zubia, que "más que con miedo" asiste "con preocupación" al posible escenario, ha citado lo que está ocurriendo en Reino Unido, Escocia, Canadá y Sudáfrica, y le ha puesto números a su propio ejemplo: "Si ómicron es cuatro veces más leve pero tenemos un número de casos ocho veces mayor, se duplicará el número de personas que necesitará atención hospitalaria".

"La solución la veremos en tres semanas, cuando ya será tarde porque estaremos viviendo las consecuencias. En los próximos días hay que tomar un camino u otro, y yo al menos no tengo respuesta, porque hay datos que avalan una y otra tesis, sin ninguna pista que decante la balanza a un lado o a otro, porque si no, estaría claro. Ahora hay que tomar una decisión extrema sea una u otra y nadie tiene esa bola mágica para tomar una decisión muy difícil".

Protocolo escolar

"En una dimensión menor, pero también estamos ante un cruce de caminos que nos exige una decisión", ha añadido Zubia, porque según recuerda, "con el protocolo actual, si en un aula hay un positivo, se cierra el aula. Con la incidencia que tenemos entre los sectores más jóvenes, en no mucho tiempo tendremos al menos un positivo por clase. Con ese protocolo no habrá manera de dar clases".

"Estamos de nuevo ante dos soluciones extremas: o cambiamos el protocolo y quien tiene síntomas se queda en casa y el resto sigue en clase; o se cierran los colegios y se opta por clases a través de internet. Aquí también hay que tomar una decisión extrema, porque empezar con este protocolo actual supondrá que en una semana casi todas las aulas estarán cerradas".

Difícil calibrar la situación real

"Han sido semanas en las que se ve bien cómo ambas olas han estado una encima de la otra", ha desarrollado Zubia, que explica cómo "Ómicron comenzó entre las capas más jóvenes de la población y después, entre sus progenitores, entre 40 y 50 años; y ya se expande a todas las demás franjas de edad y se espera que siga durante la próxima semana, porque es un virus muy contagioso y su expansión solo se detendría con medidas muy duras".

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"Hay países que han comenzado con ómicron antes que nosotros, como Dinamarca y Reino Unido, pero las festividades navideñas no ayudan a hacer una correcta medición y ver la incidencia real. Ya estamos viendo que en nuestro entorno la incidencia es superior a la que estamos pudiendo medir, porque hay mucha gente sin síntomas. Las medidas llegan tarde y mal medidas, porque no sabemos con precisión cuál es la situación, para lo que necesitaremos al menos una semana más".

Zubia ha recordado que en las primeras semanas de la sexta ola, más que ómicron, era la variante delta la dominante: "Eso nos hacía tener ya los hospitales llenos, y los pacientes necesitan de media tres semanas para recuperarse, no se van a vaciar las camas de golpe. No hay nada para hacer frente al virus, porque la vacuna protege, pero cuando sucede, mientras no se comercialicen las pastillas (Paxlovid, de Pfizer, ya aprobada por la Agencia Europea del Medicamento) no hay un tratamiento específico concreto, lo que requiere un tiempo. Sería muy difícil cargar más una red hospitalaria que ya está a tope".