costumbraba a decir "más vale un día colorado, que ciento amarillos" cada vez que tenía que tragar en el Pleno algún sapo de los que le preparaba uno de sus concejales. Pero con el caso del letrado, que no juez, Arnaldo, se plantó. Ni la pinza era suficiente. Y encima la Espejel. El honor no es patrimonio exclusivo de los militares y todavía existe una pizca de dignidad en una parte de la clase política, que no es precisamente la corrupta formación que avala a los impresentables candidatos. Olé por los que se ausentaron. Bien por Odón, coño, bien, ejerciendo la libertad que le confiere su acta electoral.

En enero de 2020, en este mismo rincón, nos referíamos a la precarización de la función pública. Ante la falta de interés de los sindicatos que ahora se apresuran a agarrar la pancarta, los interinos, autoorganizados, recurrieron al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ahora las sentencias condenatorias caen sobre las distintas administraciones como un pertinaz sirimiri, reconociendo la protección a la que debe someterse a los trabajadores que ocupan durante "muchos años", en algunos casos décadas, un puesto y que no se les ha asignado la plaza vacante y definitiva por la inexistencia de un proceso selectivo, debido a la falta de planificación y a la desidia de los políticos del amplio abanico partidario. Y añade la propia sentencia que "el hecho de que un empleado público haya consentido el establecimiento de relaciones de servicio de duración determinada sucesivas no le priva de la protección que le confiere el Acuerdo Marco sobre el Trabajo de Duración Determinada".

No obstante, el TJUE no obliga al Estado a hacer fijos a estos trabajadores, dejando la puerta abierta a que los jueces españoles determinen cómo se sanciona a las administraciones por los abusos de la figura de los interinos, la fijeza o la indemnización. El abuso de temporalidad en la Administración municipal donostiarra llega al 35%. En el Estado son casi un millón de personas, escépticos y desilusionados en su mayoría, con las decisiones de partidos políticos y sindicatos durante tanto tiempo.

En un intento de evitar las sanciones, o si acaso de minimizarlas, Gobierno central, ERC y PNV han acordado in extremis la ley de estabilización de la función pública para que aquellos interinos que presten servicio en la Administración desde 2016 o antes se incorporen por un concurso de méritos.

La Diputación Foral ha congelado la oferta pública de empleo prevista para diciembre, la de junio, incomprensiblemente sigue vigente, lo mismo que la de administrativas del Consistorio donostiarra. Parece lógico que se deberían detraer de todos los procesos en curso las plazas ocupadas por trabajadores en abuso. En breve comenzarán los recursos. Todo a golpe de chapuza. Como siempre.

Pero vamos con el covid-19, porque esto no se ha acabado, ni mucho menos. Y va para largo. El lehendakari asusta a la ciudadanía advirtiendo sobre las terribles consecuencias que se ciernen sobre las entrañables fiestas que se acercan. No dice que muchos están deseando que nos confinen o que el cierre patronal del transporte, que no huelga, sea un éxito y no lleguen los turrones, el cordero o la merluza y así no tengan que aguantar a los suegros, los cuñados, la tía monja, la prima soltera y su repelente caniche enano.

La consejera nos riñe, instando a los insolidarios gamberros que todavía no se han vacunado a hacerlo, y recuerda a los que recibieron la vacuna de Jansen creyendo liquidar el asunto con un pinchazo, que les espera otro, para asegurar sus niveles de anticuerpos. Cosas de la inmunología. Pfizer presiona para administrar a todo quisqui la tercera dosis, con el loable objetivo de hacer caja. Padres y madres de los tiernos infantes obligados a usar mascarilla en clase y en el recreo, pero no cuando van con ellos a una taberna, protestan airadamente en las calles por una disposición que no comprenden, pero parece que las criaturas se han convertido en el reservorio del virus, sin que el Alto Comisario para la Infancia pueda hacer nada por evitarlo.

Sí, el patio está alborotado por el cansancio de tantos meses de pandemia y la pésima gestión de la comunicación, aunque el lehendakari no opine igual. Parece que solo son conscientes de la importancia de saber trasladar los mensajes y solicitar la complicidad de la ciudadanía en campaña electoral. Entonces contratan gurús especializados, pagando un pastizal, para pedirnos el voto y repartir bolígrafos, banderolas, panfletos y chuches.

Y en esto aparece la EMA anunciando el comienzo de la evaluación de la vacuna anti-covid Spikevax, Moderna para su administración en niños con edades entre los 6 y los 11 años, y la de Pfizer-BioNtech, Comirnaty, para niños entre 5 y 12 años. No es para hoy ni para mañana. De momento, ya han autorizado una vacuna, Spikevax, a partir de los 12 años de edad, que se basa en la tecnología de ARNm. Calculan que en el plazo de dos meses podría posicionarse en el mercado.

Más novedades en la batalla contra el covid-19. A estas alturas de la pandemia, cuando los sanitarios perdemos protagonismo frente a los vulcanólogos, todavía el personal recordará las fases de la investigación medicamentosa. Pues bien, hace una semana dos antivirales han obtenido datos positivos en la fase III de la investigación y les facilito en exclusiva el nombre de los fármacos, para que puedan presumir en los ágapes navideños: El Molnupiravir de MSD y Rigdeback Biotherapeutics, que redujo el riesgo de hospitalización o muerte en aproximadamente un 50% y cuya comercialización ya está autorizada en Reino Unido, y el Paxlovid de Pfizer, con un porcentaje de éxito del 89%.

Hoy borrajas, xapo al estilo de Burton (salsa verde con almejas y langostinos), plátano flambeado al ron. Queso de pasta blanda Barrenzuri, ecológico, del caserío Etxeberri Goikoa de Olaberria. Tinto Viña Real Oro 2013. Café. Remy Martin, para la peli policiaca de gendarmes, que no sea repe, en ETB2.

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Pfizer presiona para administrar a todo quisqui la tercera dosis