- Hace ya tiempo que la comunidad científica acepta que existe cambio climático y que es un reto al que enfrentarse; la forma tradicional de hacerlo ha sido incidiendo sobre la mitigación de los gases de efecto invernadero, campo de la ciencia y la tecnología. Otra forma ha sido desde la economía posible y sostenible. Una tercera vía de solución es la adaptación social ante los impactos inevitables, novedad de enfoque que propone Karen O'Brien junto con Neil Adger y Ian Burton, copremiados con los Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Cambio Climático, precisamente por su enfoque novedoso ante el desafío climático.

¿El cambio climático va más rápido de lo previsible? ¿Será posible navegar por el polo norte en verano a partir de 2025?

—Estamos viendo que los impactos se están acelerando más rápidamente de lo que esperábamos por la retroalimentación y también por la cantidad de gases invernadero que han ido creciendo en décadas recientes. Esos cambios están creando lo que algunos dirían que son oportunidades para navegar por el Ártico, pero también crearán nuevas retroalimentaciones con aumento de comercio, de personas, y esto amplifica los impactos del cambio climático por la doble exposición a la globalización. ¿Por qué cree que es necesario estudiar el cambio climático también desde una dimensión social?

—Porque es un tema social, de personas y de desarrollo y tiene sus dimensiones físicas y económicas pero debemos de verlo de una manera más amplia y más profunda, porque se trata de cómo organizamos la sociedad, cómo nos relacionamos con la naturaleza, con otras personas y con el futuro para hacerlo sostenible.

¿Es suficiente con reducir los gases de efecto invernadero?

—Así se vio en los años 90, que la adaptación era como decir: ¡Oh, no podemos hacer nada! Pero nuestro entendimiento del impacto del cambio climático nos enseña que tenemos que adaptarnos a los cambios que están en marcha y que van a tener lugar en las próximas décadas, pero también tenemos que mitigar el cambio climático. Para mí, eso significa una transformación, debemos adaptarnos a la idea de que tenemos un impacto sobre el futuro y tenemos que ser capaces de ver cómo transformamos la sociedad para que podamos vivir con el clima ahora, pero también minimizar el cambio climático en las próximas décadas y siglos.

Usted estudia lo que llama la doble exposición: globalización más cambio climático. ¿Por qué? ¿Cree que se retroalimentan?

—Cuando comenzamos con este trabajo, la gente pensaba en la globalización como un proceso separado del cambio climático, del cambio medioambiental. Pero lo que vemos es que la gente afectada por el cambio climático, los ganadores y perdedores, y los que sufren los mayores impactos , también sufren la globalización. Por lo tanto, su capacidad de adaptarse, sus oportunidades para tener acceso al agua, al alimento, tienen un impacto. Vemos que a mayor globalización más recursos utilizamos y hay más retroalimentación en el sistema del clima y pérdida de biodiversidad abriendo esos pasajes en el Ártico empezamos a amplificar. Según se derrite el hielo, creamos una retroalimentación en el sistema del clima y en todos los sistemas económicos.

Si la dimensión social es tan importante, ¿el efecto del cambio sobre las regiones puede ser muy diferente? ¿Las poblaciones más vulnerables lo sufrirán más?

—Lo estamos viendo en todas partes ahora mismo. Las personas bajo amenaza se están moviendo porque no tienen manera de sostenerse, no tienen el apoyo de los gobiernos, de los seguros o de las instituciones. Vemos cada vez más desigualdad si miramos el cambio climático también como un tema de igualdad y social. Esto significa que las soluciones que implementemos tienen que ser equitativas; hay que incluir la igualdad.

¿Cree que el cambio climático ya está provocando migraciones, de la costa al interior, de unos países a otros, de lo rural a lo urbano? ¿Es previsible que vaya a más si no se plantea más justicia social?

—Sí. Lo estamos viendo. Hace diez años era difícil decir que había refugiados climáticos, pero ahora lo vemos con el aumento del nivel del mar, con las sequías. Obviamente está vinculado a las condiciones económicas y los conflictos. Las personas tienen el deseo de sobrevivir por lo que hay unos desplazamientos poblacionales y una responsabilidad de todos para abordar las desigualdades incluido el cambio climático.

Plantea un triple reto: social, cultural y ambiental, y propone enfrentarse a la necesaria adaptación con un modelo de transformación en tres esferas: práctica, política y personal. ¿Podría explicar su modelo?

—Miro a la adaptación como transformación que implica dimensiones prácticas, cambios técnicos de comportamiento que nos ayudarán a llegar a objetivos de desarrollo sostenible y a las metas del clima. A menudo fracasamos en ello, por lo que para tener éxito necesitamos mirar a la esfera política que son los sistemas y las estructuras. Son las normas sociales y culturales; las instituciones. Cómo organizamos la sociedad. Y aquí es dónde a menudo tenemos los conflictos y los movimientos sociales que crean las condiciones para los cambios prácticos. Pero en la esfera política nos podemos atascar y quedarnos sin mirar la esfera personal: las creencias, los valores, las perspectivas sobre el mundo; todos los paradigmas y patrones del pensamiento que tienen influencia en cómo vemos los sistemas que valoramos y que priorizamos. Tenemos que involucrarnos en las tres esferas.

"A mayor globalización usamos más recursos y se produce una mayor pérdida de la biodiversidad"

"Hace diez años era difícil decir que había refugiados climáticos, pero ahora lo vemos constantemente"

"Hay que mirar el cambio climático como un tema de igualdad ; las soluciones deben ser equitativas"