- Las llamadas de auxilio al 900 840 111 del Servicio de Información y Atención a Mujeres Víctimas de Violencia Doméstica o por Razón de Sexo (Satevi) -la versión vasca del 016- no paran de crecer. Después de que las consultas de mujeres se disparasen tras la emisión de la entrevista seriada de Rocío Carrasco, en el que expuso su situación de presunto maltrato a manos de Antonio David Flores, las peticiones de ayuda por parte de las víctimas de violencia machista no cesan en Euskadi. El segundo trimestre del año, 838 personas descolgaron el teléfono para contactar con el equipo de psicólogas y asistentes sociales especializadas en violencia contra las mujeres para explicar su caso o informar del problema que padece una amiga o una familiar.

Desde el Satevi atribuyen precisamente el aumento de consultas a la emisión en Telecinco del documental porque causó “un indudable impacto social” en la sensibilización sobre la violencia machista. La coordinadora de este servicio del Gobierno vasco, Oihane Zarate, considera que el documental de Mediaset ha sido positivo ya que “ha servido para generar conciencia y para visibilizar la violencia de género, pero no solo la física, que es la que relacionamos con el maltrato, sino también la violencia psicológica e incluso la vicaria, que es la de instrumentalizar a los menores para hacer daño a la madre”.

Desde el punto de vista de esta especialista, la producción de Mediaset ha logrado un efecto llamada debido a que muchas mujeres víctimas de maltrato han tomado conciencia de su situación. En este sentido dice: “Hemos visto que un montón de mujeres se han sentido identificadas con lo que se ha verbalizado en esa entrevista seriada y familiares y conocidos que han visto cómo sus familiares y amistades estaban en esa misma situación”. Según Zarate, esta serie “ha ayudado a dar voz a este maltrato que siempre ha sido invisible y silenciado, que nos hemos dado cuenta de que nos puede pasar a cualquiera por el hecho de ser mujer”.

El balance del último trimestre habla que el 80,14% de las mujeres son de nacionalidad española y el 19,86% de procedencia extranjera. Por procedencia geográfica, el 74,40% de las 418 víctimas de las que se conoce el dato son oriundas de Euskadi y un 5,02% del resto del Estado. Por edad (se conoce la de 283 mujeres), el mayor porcentaje (31,1%) tiene entre 41 y 50 años, seguido de las que cuentan con entre 31 y 40 años (31,1%) que desciende respecto al mismo periodo del 2020 (26,46% en 2020). Les sigue el grupo de mujeres de 51 a 60 años (16,61%). El de 60 más de 60, con un 16,25%, experimenta un aumento importante en comparación con el segundo trimestre del año anterior (11,34% en 2020). Existe, por vez primera, una tasa de menores de edad del 1,06%.

Esto es lo que dicen los datos. Según la portavoz de Satevi, “siempre decimos que no hay perfil, ni en cuanto a edades nacionalidades, estrato social o estructura familiar. Nos llaman todo tipo de mujeres”. Zarate revela que las principales consultas con las que las mujeres acuden al servicio que se ofrece en el 900 840 111 “son los problemas que son capaces de verbalizar y que no son capaces de saber cómo afrontar”. Normalmente llaman familiares, profesionales y víctimas. A estas últimas “les ayudamos a poner nombre a la situación que están viviendo, porque dudan de si lo que están viviendo es maltrato o están dando demasiada intensidad a su problema. Además de poner nombre a su situación, les informamos de las opciones y servicios que tienen a su disposición para salir de esa situación poco a poco”. Más allá de decir lo que deben hacer, desde el Satevi indican a las usuarias el camino que pueden seguir para salir de su infierno. “Siempre damos valor a lo que ella dice y que sea ella la que vaya tomando las decisiones porque nosotras somos un servicio de información, orientación y acompañamiento”. Según dice, “no nos limitamos solo a dar información porque muchas mujeres nos llaman habitualmente para decirnos cómo va su proceso, cómo se encuentran, es decir, hacemos una continuidad de la historia”.

Desde este servicio valoran la situación que verbaliza la mujer y ven cuál es su mejor recorrido: si es que siga llamando, derivarla a un servicio psicológico o a una asistencia jurídica para gestionar una separación, interponer denuncia ante el juzgado o acudir a la Ertzaintza. Uno de los datos destacables del informe es el tiempo que las víctimas aguantan antes de dar la voz de alarma. El mayor porcentaje de las víctimas de violencia (32,8%) lo sufre más de 10 años y un 35% entre uno y cuatro años. Las mujeres que la sufren entre cinco y 10 años suman un porcentaje de 25,40% y las que llevan menos de un año en esta situación son el 6,75%. Es decir, casi 8 de cada diez víctimas arrastran años de violencia a sus espaldas antes de pedir ayuda.

En opinión de Oihane Zarate, esta demora responde a que “no es fácil darte cuenta de la situación, no es fácil darse cuenta de que una relación no está bien”. Lo primero que se percibe en una mujer que es víctima de violencia, dice, “es que pone en duda todos sus sentimientos; piensan que están exagerando, se sienten responsables de lo que les sucede porque él se ha encargado de hacerles sentir que la relación no vaya bien... No es fácil”. Una vez de que se dan cuenta, añade, “ el poder verbalizarlo con gente cercana o dar el paso de llamarnos no es sencillo y suele llevar mucho tiempo desde que comienza esa situación de maltrato, incluso después de que se decide a poner fin a esa relación, poner una denuncia o iniciar un proceso de separación”.

Por este motivo, Zarate destaca la importancia del papel que puede desempeñar la gente cercana a la víctima a la hora de cortar el círculo de maltrato. En este sentido, esta especialista señala que a partir de la entrevista de Rocío Carrasco “nos hemos dado cuenta de que hay más gente cercana a las víctimas que nos ha llamado identificando a alguna familiar o amiga en esa situación. Si tienes alguna amiga o algún familiar, tu madre, tu hermana que te haga ver que lo que te sucede es una situación de maltrato es vital”. ¿Y qué hacer en ese caso? “Siempre decimos que lo que no hay que hacer es lo mismo que hace el agresor, es decir, restarle valor a ella y a sus decisiones; trasmitirle que no vale y decirle lo que tiene que hacer”.

Según Zarate, la labor de la gente cercana a la víctima “es importante en el sentido de estar para lo que necesite la víctima, para acompañarla, para saber que están ahí, pero las decisiones deben ser suyas. Aunque la gente de alrededor, a veces, nos diga que su papel no es suficiente, nosotras siempre les decimos que son las víctimas quienes deben tomar las decisiones sobre su situación, si es arropada, mejor”.

“No hay que decir lo que tiene que hacer una víctima sino acompañarla en su proceso”

Coordinadora del 900 840 111