- Secundino Caso es el presidente de la Red Española de Desarrollo Rural que, junto a numerosos profesionales, 500 registrados online, tomó parte en el Congreso Europeo de Turismo Rural (Coetur) celebrado en Arantzazu los días 2 y 3 de junio bajo el título Retos y Oportunidades del turismo rural en 2021. Caso comparte con NOTICIAS DE GIPUZKOA algunas reflexiones en torno a la salud del sector, en la actualidad, buena.¿Por qué son necesarios congresos como este para el sector?

-Creo que son necesarios y oportunos porque el turismo rural ha ido creciendo en las últimas décadas y también el interés de la gente por practicarlo. Además, desde luego, porque hay un antes y un después de la pandemia que ha puesto de manifiesto el interés de la sociedad por contactar con las cosas auténticas, con la naturaleza... Hay un potencial importante para que crezca el turismo rural y, lógicamente, esto hay que analizarlo entre todos los expertos del sector, porque tiene muchas fortalezas y algunas amenazas que hay que poner en común para poder atajarlas.

¿De qué amenazas y fortalezas hablaríamos?

-La de este año ha sido una situación anómala pero hay otros datos y otros parámetros que nos hacen ser muy optimistas y realistas a la vez. El dato que muestra cómo la gente está huyendo de las masificaciones, cómo cuando se tiene una segunda residencia la gente elige un pueblo, cómo queremos estar más en contacto con la naturaleza, que preferimos los productos de cercanía y sanos. Eso nos da esperanza respecto al desarrollo rural y también del turismo rural.

¿Y amenazas?

-Hemos estado de acuerdo en citar el tema de la formación, porque hay gente que pone en marcha un negocio de turismo rural sin ningún tipo de experiencia y formación. Hemos analizado los expertos la importancia de que los profesionales interactúen con los visitantes, sean capaces de meterles en el territorio. No es solo poner una habitación y un desayuno porque lo exige la legislación. La formación es importantísima también para sacar provecho y poner en valor la oferta de la zona.

Porque todas no son iguales

-Es necesario luchar contra las desigualdades entre territorios. Estamos viendo incluso que en comarcas muy turísticas no todo el territorio funciona de la misma manera. Y no porque no haya cosas para poner en valor, sino porque no están todavía desarrollados, lo que sería bueno también para equilibrar el territorio socialmente y económicamente. Esto lo hemos puesto sobre la mesa porque, además, va a haber fondos importantes de UE. Se habla de más de 3.000 millones para el sector turístico y buena parte será para el rural. Creo que es una buena oportunidad para fortalecer este sector que es creciente y va a luchar contra la despoblación en ciertos lugares de España, porque contribuye a a atajarla y a fijar población.

¿Hay zonas estrellas y otras por descubrir?

-En muchos casos ya no hablamos de diferencias entre costa e interior. En ocasiones hay comarcas de costa y de interior que tienen diferencias en su propio ámbito, que solo una zona es turística y en otras no hay ningún establecimiento hostelero ni se ha puesto en valor lo que interesa al visitante, como una quesería donde se puede comprar queso, un restaurante, una ruta, un hito arquitectónico... Si se puede distribuir esa riqueza por la comarca, además de contribuir a una mayor equidad en el reparto de esa riqueza se contribuiría a la lucha por la sostenibilidad turística para que el foco no estuviera solo puesto en una parte de la comarca.

La tradición pesa.

-Hay municipios que son más famosos o han sido más promocionados por las instituciones, pero no porque otro municipio no tenga el mismo valor natural o cultural que podría llegar a desarrollar turísticamente, sino porque hay algunos que le han puesto más dedicación o porque la parte política ha puesto más empeño en el desarrollo del sector.

¿Qué demanda el cliente de los alojamientos rurales?

- Hoy el viajero de turismo rural busca la autenticidad, la experiencia y la naturaleza, los productos sanos y de calidad y eso lo puede hallar en prácticamente todo el territorio del Estado. Tenemos por delante recorrido para poder mejorar mucho.

Cuando el sector echó a andar hace tres décadas, los alojamientos se planteaban como una fuente de ingresos añadida para las personas del ámbito rural. ¿Ahora es más que eso?

-Yo soy de Cantabria y alcalde de un municipio de montaña y también allí se presentaba como una mejora de rentas. Hoy se ha convertido en una actividad en toda regla. Presido una red importante que también ha repartido subvenciones para estos negocios, pero estamos observando que ahora la gente invierte en los mismos sin acudir a estas ayudas, porque son actividades muy rentables. Se ha convertido en una actividad de primer orden.

¿Es una fuente de riqueza para el entorno?

-Con la pandemia ha pasado algo muy interesante. Introducir el turismo rural en zonas donde prevalecía el sector primario no ha estado exento de conflictos y los hemos tenido. En la pandemia se ha puesto de relieve la importancia del turismo rural para el sector primario, para la agricultura y la ganadería. Porque hemos visto cómo más de 40.000 lechazos de Castilla se quedaban en los congeladores porque no había turismo para comérselos y productos de cercanía que no tenían salida porque estaban enfocados al turismo. Hoy nuestros ganaderos y agricultores saben el valor que tiene que la gente acuda a los establecimientos rurales, porque les permite hacer una venta directa y les queda más porcentaje.

¿Y en adelante?

-Es importante que en los próximos meses seamos capaces de desarrollar programas específicos involucrando a la sociedad del entorno rural para que se de cuenta de que esto no viene a quitarle el espacio, sino a ayudar a todos. Por ello es básico ver el desarrollo del sector turístico como algo transversal para todos los sectores que viven del mundo rural. Quien viene, consume paisaje, oxígeno, la posada... pero también nuestros productos. Para el mundo rural es una economía prácticamente redonda.

¿La pandemia ha puesto al sector frente a un espejo?

-En julio y agosto la gente se tiró en masa a la búsqueda de alojamientos rurales para no estar en sitios masificados y permanecer en pequeñas posadas con sus familias disfrutando de la naturaleza. Eso genera debilidades, porque se ha sumado un sector de viajero que antes no venía porque era más de sol y playa, también gente con mayor poder adquisitivo, otros con poca costumbre de disfrutar de la naturaleza... Tenemos que trabajar en el territorio con los profesionales, pero tenemos claro que hay que cuidarlo y que no todo vale. No vale llegar y destrozarlo y en ello hay que incidir.

¿El cliente del turismo rural de hace 30 años y el de ahora no es el mismo o es el mismo y más?

-Efectivamente es el mismo y más. El que se acerca al turismo rural es un turista complejo. Hay un denominador común, que le gusta la naturaleza y el paisaje, pero luego hay a quien le gusta hacer trekking, otros son aficionados a observar aves, otras personas quieren disfrutar del patrimonio cultural, otras buscan actividades varias al aire libre... Cada uno viene buscando algo diferente. Por ello cada comarca se está especializando en distintas actividades y las pone en valor.

Todo eso no se ofrecía en un inicio.

-No. El turismo rural empezó como una experiencia vinculada más con la granja, con el establecimiento. La gente apenas se movía, buscaba la tranquilidad, dar paseos etc. Ahora se piden más cosas, se busca la experiencia y hay cantidad de cosas que se pueden hacer en el mundo rural. Les gusta la naturaleza y no les gustan la masificación.

¿Hay también en estos establecimientos opciones para todos los bolsillos?

-En todos los sitios. En un municipio pequeño puede haber desde un albergue juvenil, a una posada o un establecimiento con spa particular. Hay absolutamente de todo, siempre con el denominador común de ofrecer al visitante un trato amable y cercano. Las casas tienen ya todas la comodidades y una calidad muy alta y, generalmente, son atendidas por gentes del lugar que conocen el territorio y que son capaces de involucrar al turista en ese territorio.

Pero tampoco es un turismo de oferta.

-No ocurre como en algunos destinos de sol y playa en los que puedes encontrar gangas. En estos casos normalmente el precio es más elevado, pero ofrecen mucho más.

Y con menos gente.

-Muchos viajeros demandan este tipo de alojamientos por este motivo, porque la mayoría son pequeños, con un media de diez o doce habitaciones. A veces para desayunar puedes coincidir en la sala con dos personas. Además, la gente es muy respetuosa y el sector ha hecho un esfuerzo inmenso en la aplicación de todos los protocolos sanitarios. Cuando hacemos turismo rural no tenemos que coincidir todos en un sitio. Cuando se sale de la posada, cada persona elige una actividad. La masificación no es habitual, excepción hecha de algunos puntos de especial atractivo que todo el mundo quiere visitar.

¿Cómo se presenta el verano para el sector?

-Impresionante de bueno. Los datos que nos están facilitando es que una vez que se ha abierto el tema de las reservas están funcionando muy bien. Además, se está dando otro hecho. Hablamos de la desestacionalización del turismo. Ahora no queremos ir todos en las mismas fechas . Hay ya mucha gente que elige fines de semana largos y en septiembre y octubre se está trabajando muy bien. Eso es muy bueno