En el caso del comercio de María Nazabal, una tienda de juguetes situada en la calle San Ignacio de Beasain, la pelea continúa y la venta online no acaba de arrancar.

"En general todo va despacio, las cosas están muy raras", constata Nazabal. "Los que vienen a la tienda son pocos, dependiendo siempre de los cierres perimetrales, y por eso las redes son más un escaparate", incide.

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Con el confinamiento este tipo de venta subió algo, pero en la actualidad no es reseñable el volumen que comercializa por esta vía, enviando el producto a los hogares. "Ahora es más directo el contacto por Instagram. La gente ve lo que subo y viene a la tienda a pedirlo", explica.

La entrega a domicilio se realiza a nivel estatal, aunque no son muchos los productos que saca de esta forma.

"La gente de los alrededores ve el juguete y me envía un WhatsApp o me llama por teléfono para preguntar o reservarlo", añade. Posteriormente, la persona interesada se acerca al comercio a recoger el producto, aunque, con la situación actual, no resulta extraño que "se encargue de venir algún familiar o amigo que vive o trabaja en la zona".

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En algunos casos, si el cliente reside cerca, también se lleva el juguete a su casa, aunque es esta una opción que, de momento, no está siendo muy requerida.

"En general lo que constato es mucha desgana. Estamos como deprimidos, aunque hay días que parece que nos animamos", añade. Nazabal ha comprobado que, sin explicación aparente, "hay algunos días que se nota movimiento, lo comentas a otros comerciantes y coinciden. Cuando tienen un buen día, normalmente los del entorno también". Pero la venta no acaba de tomar impulso. La pandemia y las medidas restrictivas para atajarla influyen directamente en el comercio de muchos municipios vascos.

En los establecimientos de su entorno Nazabal no ha observado que haya habido una evolución notable en el uso y venta a través de web propias. "Sí que se animan a tomar parte en cursos o los han pedido, pero luego no se da el paso de ponerla en marcha, porque el trabajo de mantenerla actualizando la oferta de productos es muy grande y exigente". "Si no la vas mantener actualizada, y a eso hay que dedicarle muchas horas, no vale para nada", subraya la comerciante beasaindarra.

Por ello, considera que para según qué negocio "lo que ofrece Instagram es suficiente", dado que no es tanto la venta directa online lo que se busca y sí más realizar una promoción del producto.

De ahí que sí se está dando, y así lo ha constatado Nazabal, una mayor utilización de una herramienta que resulta ágil y práctica para el pequeño comercio. "La clientela tiene cada vez más costumbre de informarse de este modo, nos facilita para llegar a muchos sitios aunque, en nuestro caso, la venta acaba haciéndose normalmente en el comercio. El WhatsApp también nos resulta muy útil y directo para responder consultas, aclarar dudas o hacer reservas", destaca Nazabal.

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Desde distintas instancias se ha tratado de poner en valor el comercio de cercanía, aunque Nazabal no tiene claro que haya sido un mensaje que haya calado de forma generalizada. "Hay personas que sí lo han entendido así, pero otras muchas en cambio se han acostumbrado todavía más a comprar online y acuden frecuentemente a las grandes plataformas que en algunos casos, que no siempre, les ofrecen mejores precios y otras facilidades. Pero el pequeño comercio les brinda siempre la atención personalizada y el asesoramiento que esas grande plataformas no pueden dar", concluye.