os idus de marzo ya han llegado", le dijo el incrédulo y satisfecho Julio César al vidente. Salvaremos la Semana Santa, nos dicen. Traerá consecuencias. Es lógico hasta que no estemos vacunados todo el segmento entre 60 y 80 años, un cuarto de la población. A finales de abril veremos. Entonces, y solo entonces, podremos decir que los idus ya han acabado. El dictador no tuvo esa oportunidad. ¡Tu quoque Brute fili mi!

El plan de vacunación vasco funciona. La oposición parlamentaria vasca sigue hablando -leyendo- de descoordinación, lentitud, falta de estrategia e improvisación. Ya no piden dimisiones. Carecen de sentido del ridículo. Trabajan poco para lo mucho que ganan.

Hace un par de meses, Grecia -el turismo supone el 20% de su PIB- presentó ante el Consejo Europeo la propuesta de un pasaporte sanitario para facilitar la libre circulación, cuando menos, dentro de Europa. La iniciativa cuenta con el discreto apoyo de España, que sería de los principales beneficiados y otros países turísticos como Portugal, Italia y Austria. Para finales de mayo deberá presentarse el primer borrador de documento oficial que permitiría la dispensa de cuarentena de los viajeros, bien por haber sido vacunados, bien por haber pasado el covid-19 o por haberse sometido a pruebas analíticas con resultado negativo, que permita agilizar la movilidad de la ciudadanía y, con ella, el turismo, con los mínimos riesgos.

Existen precedentes de documentos similares. En la octava Conferencia Sanitaria Internacional celebrada en Dresde en marzo de 1893 bajo la iniciativa del Gobierno austrohúngaro, con 19 países participantes, entre ellos España, el higienista francés Dr. Adrien Proust que, al contrario que su hijo Marcel, no buscaba el tiempo perdido, rescató las teorías del médico Giovanni María Lancisi quien, además de relacionar la malaria con los mosquitos, expuso en su obra Disertatio histórica de bovilla peste (1715) los conceptos de las cuarentenas y las restricciones de movimientos. Proust definió los "cordones sanitarios", los "secuestros" ahora denominados confinamientos y el "pasaporte sanitario", precisamente para evitar que la epidemia de cólera que asolaba España pudiera cruzar los Pirineos y que las enfermedades infecciosas procedentes de las colonias asiáticas del imperio británico llegaran a Europa por la falta de control y desidia en los puertos del imperio otomano, iniciativa a la que se opuso frontalmente Gran Bretaña por considerar que perjudicaba a sus intereses.

Habría que esperar hasta 1933 en La Haya para que, por exigencias de la navegación aérea comercial que comenzaba a despegar, surgiera un documento sanitario oficial que, en 1944, ya incluía cinco vacunas sin las que no se podía embarcar rumbo a determinados destinos. En 1951 la OMS legalizó los certificados de vacunación, creando poco después la "tarjeta amarilla" o certificado internacional de vacunación. El Reglamento Sanitario Internacional de 2005 establece el Certificado internacional de vacunación o revacunación contra la fiebre amarilla, obligatoria para todos aquellos viajeros mayores de un año de edad, procedentes de zonas infectadas y obligatoria para quienes viajen a Senegal. En la actualidad, y de forma simultánea al proyecto del Consejo, la OMS baraja la posibilidad de poner en práctica la tarjeta amarilla inteligente. En este momento está en fase de prueba en Estonia un certificado de vacunación frente al covid, electrónico, ajeno a la iniciativa europea.

Otro ejemplo bien conocido para quienes viajen con mascotas es el Pasaporte para Animales de Compañía, un documento en el que figura la reseña y foto del animal, su número de microchip y la filiación del propietario, y que permite viajar con perro, gato o hurón por todos los países pertenecientes a la Unión Europea y Reino Unido, que acredita la vacunación de la mascota contra la rabia y en algunos países (Irlanda, Finlandia, Malta, Suecia y Reino Unido), el tratamiento de desparasitación contra la Teniae echinococcus.

Pero el coronavirus también complica la posibilidad de un documento similar a los mencionados y, por otro lado, la sociedad ha avanzado en otra serie de valores. El Comité de Bioética alemán, un grupo de 26 expertos en Medicina, Derecho y Filosofía que nombran el Gobierno de Berlín y el parlamento federal (Bundestag) para asesorar en las decisiones políticas éticamente delicadas, acaba de desaconsejar cualquier tipo de privilegio para las personas que hayan sido vacunadas hasta que toda la ciudadanía alemana tenga la posibilidad de vacunarse, en virtud del republicano Principio de la Igualdad.

Si no fuera suficiente, señala que todavía no existe una evidencia científica de que una persona vacunada no pueda transmitir el virus. Hemos visto algún caso reciente en nuestras latitudes, añadiendo por último que, con ese documento se podría violar el derecho a la privacidad sanitaria, opiniones de las que participa también el presidente Macron, aunque Francia sea la principal potencia turística del mundo, argumentando que los jóvenes franceses -y el resto de jóvenes y no tan jóvenes europeos- previsiblemente no estarán (estaremos) vacunados para el verano y no es admisible que se les reduzca la movilidad mientras otros ciudadanos vacunados por razones de su edad o actividad laboral pueden desplazarse sin límites. El Principio de la Fraternidad.

Evidentemente, el objetivo debe ser las vacaciones estivales y España precisa de 30 millones de turistas este verano. No queda más remedio que esforzarse en la vacunación masiva, que en Europa lleva un considerable retraso respecto a China, Estados Unidos o el propio Reino Unido por la falta de vacunas.

Hoy plato único. Alubias de Tolosa con berza, choricillos de Txarri Txiki y morcilla de Jesus Mari Deva de Ormaiztegi. Crianza Viña Salceda. Luego, con la policíaca francesa de ETB-2, un escocés de 12 años con la ventana abierta por el efecto invernadero.

No queda más remedio que esforzarse en la vacunación masiva, que en Europa va con retraso