- Sin bares, con toque de queda, sin poder disfrutar de la noche. Las personas jóvenes no lo tienen fácil para ligar en tiempos de covid. ¿Y el sexo, cómo les va? Itsaso Cañada Peña, sexóloga, comparte con NOTICIAS DE GIPUZKOA sus opiniones al respecto.

Confinamientos, ocio nocturno inexistente... ¿Ha desaparecido el escenario natural para conocer a alguien para los más jóvenes?

-Tanto los jóvenes como quienes no lo son tanto estamos llegando a un punto de saturación importante, estamos cansadas y no vemos cuándo va a acabar esto. Pero, aunque haya disminuido en cierta medida la facilidad para ligar o conocer gente nueva, también es verdad que hay otras vías que se han incentivado y que se utilizan más, como la vía online.

Entre las personas más jóvenes ha podido coincidir la pandemia con un "despertar sexual". ¿Esta situación es más difícil de gestionar?

-Por un lado se podría decir que quienes tienen más de 20 años han vivido un poco más lo que es ligar en la calle y estas cosas. Eso puede provocar que lo echen más de menos que la gente más joven, que no lo ha vivido y que puede tener otras vías, por ejemplo, ir a clase. Pero es muy triste vivir el despertar sexual en un momento en el que todo son limitaciones.

En esos primeros contactos, la vía 'online' también se estará imponiendo, ¿no?

-Instagram es una vía que se está utilizando para ligar entre la gente más joven desde hace años. La gente más adulta lo puede ver como algo más frío que como lo ven ellas y ellos.

Basándose en lo ocurrido tras otras crisis en otros momentos de la historia hay quien afirma que después, leo literal, "llega el desenfreno". ¿Llegará?

-No sabría decirlo. El futuro nos dirá. Pero creo que pueden darse polos opuestos. Puede haber gente que esté con unas ganas tremendas de salir a la calle y cuando se rebajen las restricciones saldrá a tope en busca de todo lo que se pueda. Pero también puede pasar lo contrario, que el hecho de que hayamos estado tanto tiempo encerrados, con tantas limitaciones y distancias sociales contribuya a que haya más miedos. La falta de práctica y de entrenamiento pueden tener sus consecuencias.

¿Estamos ante un escenario que es frustrante o que puede abrir otras posibilidades?

-Ambas cosas. Puede ser frustrante y también abrir otros escenarios. Por ejemplo, si estábamos acostumbrados a conocer gente en nuestro espacio, en nuestro pueblo o ciudad, ahora eso ha cambiado. Podemos hablar a la distancia o crear una relación con alguien en Alemania.

¿La pandemia ha modificado los hábitos sexuales de las personas más jóvenes?

-Tampoco demasiado. Antes existían riesgos derivados de las prácticas sexuales, por ejemplo, no utilizar preservativo. Ahora, pasa lo mismo. Hay riesgos, sabemos las medidas que hay que tomar, pero en el momento de tener relaciones mucha gente se quita la mascarilla y se olvida de la distancia.

Más tiempo en casa y con una relación natural con la tecnología. ¿Se hace un uso peligroso de la misma con prácticas como el 'sexting'?

-Sí, claro. Son nuevas herramientas en las que se pueden llevar a cabo las mismas violencias de siempre. Si una persona es machista en su día a día también lo será en las redes y afectará a las distintas personas con las que trate en las mismas.

El uso de las redes está normalizado entre las personas más jóvenes pero, ¿las saben controlar?

-A veces se creen que saben controlar más de lo que lo hacen. Muchas veces existe la ilusión del control pero no es un control real.

¿Hay diferencias entre chicas y chicos en el terreno del cibersexo o de echarse a la piscina?

-En general, sí. Al final parece que a las mujeres nos han enseñado que tenemos que parecer bonitas y un objeto de deseo, y eso no coincide con las imágenes que transmiten los chicos en las redes sociales, que suelen aparecer con fotografías más activas, más a menudo con amigos o acompañados... En las chicas es más frecuente sacarse un selfie sola para parecer lo más bonita posible.

Más contactos 'online' pero, ¿han disminuido las relaciones sexuales?

-El contacto se dificulta, pero no podría asegurar sin las relaciones han disminuido. A nosotras nos siguen llegando el mismo número de consultas y siguen llegando sobre el riesgo de estar embarazadas. En cumplimiento de las restricciones no se podrían mover de municipio si no vives con tu pareja, pero...

Su equipo trabaja en centros escolares y puede ser un radar de esa posible frustración.

-Cuando hablamos de adolescentes, diría que las cosas no han cambiado mucho porque, aunque no se salgan de fiesta, siguen encontrándose en los centros escolares y allí siempre ha habido ligoteo y lo sigue habiendo.

¿Y los jóvenes más mayores lo tienen peor?

-Sí, porque las personas que han salido del sistema educativo obligatorio se juntan en otros espacios y esos están limitados. Ahora puedes sentarte en la terraza con un máximo de cuatro personas, con tu cuadrilla cerrada. Si te interesa alguien del bar en principio no puedes cambiar de mesa o irte a la barra. Eso dificulta conocer a una persona de la forma, llamémosle, tradicional.

¿Les están llegando consultas de malas experiencias de contactos establecidos por Internet?

-Algo sí, pero tampoco mucho. Acostumbramos a imaginarnos que estas malas experiencias corresponden a situaciones de perfiles falsos, pensar que estás hablando con un chico de tu edad y luego es un señor mayor. A nosotras estas situaciones no nos han llegado. Sí que han llegado casos de cierto engaño a nivel de imagen y cuando se han encontrado con la persona con la que habían establecido contacto, no se parecía mucho a la de la foto, aunque fuera la misma.

¿El poliamor está en auge?

-No sabría decir si está en auge, pero sí que es cada vez más visible. En la semana de San Valentín, en las redes sociales se ha podido ver, por un lado, lo mismo de siempre, las ideas para hacer un regalo y esas cosas. Pero, por otro lado, estamos viendo muchos mensajes que hacen referencia a la idea de la deconstrucción del amor romántico y a la existencia de distintos modelos de pareja y distintas formas de vivir el amor. Creo que eso es algo muy positivo, porque cuantas más opciones tengamos, mayores posibilidades de elegir tendremos y será más amplio el abanico que se nos abre.

¿Más opciones también en el sexo?

-Sí, pero yo diría que en el terreno sexual ya había más libertad que en el terreno amoroso. Pongamos un escenario de antes del coronavirus. Tú salías una noche y podías conocer a una persona y tener una relación solo de una noche. Y sería raro que te juzgaran por eso. En cambio, si tenías una pareja estable con todo hablado y además tenías otras parejas, ahí es más fácil que te juzguen. Diría que en el terreno sexual hay mayor libertad que en el amoroso.

Con más encierro y menos tiempo en la calle, ¿aumenta el consumo de pornografía? ¿Eso es malo?

-Depende. Si vemos una película gore en la que se mata a un montón de personas, somos conscientes de que eso es cine y que es falso. Podemos pensar que nos horroriza o que las imágenes nos gustan, pero sabemos que la realidad no es esa. ¿Con la pornografía cuál es el riesgo? Que si una persona nunca ha tenido relaciones sexuales, puede pensar que la realidad es esa. La pornografía comercial es totalmente falsa y eso puede tener consecuencias. En cambio, si vemos porno sabiendo que no es real, que es solo una película, puede ser algo que despierte fantasías o que, por contra, nos parezca machista o asqueroso. Pero sabemos que no es la realidad.

Es, en muchos casos, un tipo de cine que 'cosifica' a la mujer y si se asume como algo real...

-Sí, claro, puede tener consecuencias. Tanto por la imagen que se da de la mujer, como de las relaciones, el placer, los cuerpos... No es nada realista.

Pero, ¿la gente joven consume más porno?

-No tengo cifras exactas. Ellas, también, pero sobre todo ellos, cuanto más tiempo pasan aburridos en casa, más pornografía ven.

¿Las chicas también?

-Generalmente el porno comercial está dirigido a hombres. Los productores y guionistas son hombres y está hecho para que les guste a los hombres. Pero existe el porno feminista, existe el posporno, existen otros tipos de porno más difíciles de encontrar pero que nos pueden dar otra visión diferente de la sexualidad.

¿Qué llegará tras el encierro?

-Lo que tiene la gente joven son unas ganas de vivir tremendas.

¿Como ocurría antes, ahora la gente joven piensa que sabe del sexo más que lo que sabe?

-Creen que saben más de lo que saben, pero es un rasgo típico de la adolescencia. Pasas de la niñez a la adolescencia creyéndote que te comes el mundo. Pero vivimos en la era de la sobreinformación. Tienen mucha información, pero a veces no saben cuál es cierta y cuál no. Hay mitos que siguen siendo los mismos que hace 30 años, pero hay un grandísimo cambio en la actitud de las chicas. Se nota un empoderamiento importante. También es verdad que se nota la diferente identidad de un centro escolar a otro, de un pueblo a otro. Pero, en general, el cambio en las chicas ha sido muy positivo.

¿Y esas diferencias entre lugares a qué se deben?

-El entorno en que se vive crea una identidad y se nota en las creencias. El grupo social es muy importante e influye en muchas variables.

¿Todavía a la gente joven le cuesta hablar de sexo, explicar sus dudas o miedos?

-El tema de la sexualidad es muy interesante en el sentido de que a la mayoría de gente le gusta hablar del tema, aunque muchas veces hablamos desde la broma. Como cuando nos juntamos en un bar y hablamos entre amigas. Es más difícil que una persona mire hacia dentro para ver cómo vive su sexualidad, en qué le gustaría mejorar, qué dudas tiene y que las plantee. La mayoría de chavales y chavalas hablan de sexualidad, otra cosa es que se abran, que se paren a sentir qué quieren y que surjan las dudas.

Porque hay todavía mucho de mito.

-Parece que nos han enseñado que la sexualidad es A+B=C y realmente es algo muchísimo más amplio.

¿Y eso no lo tienen ya asumido?

- Algunas cosas han cambiado, pero todavía a las persones jóvenes se nos estresa con una sexualidad muy coitocentrista, muy falocéntrica y muy heteronormativa. Pero, aún así, se puede decir que hay más libertad y cada vez se van explorando más los cuerpos y se ven otras formas de vivir tanto el amor como la sexualidad de forma más abierta. Pese a todo, todavía falta mucho para que cada persona pueda poner las reglas de sus propias relaciones.