- Durante los duros meses del confinamiento de marzo y abril, bajar al quiosco a comprar el periódico era una de las pocas excepciones por las que la gente podía salir de su casa. Aunque fuera solo durante algunas semanas, la venta de periódicos y revistas aumentó considerablemente debido a la necesidad de la sociedad de informarse y entretenerse. Miguelo Pérez Ruiz fue uno de los muchos quiosqueros que no dejaron su puesto de trabajo en una de las épocas más difíciles de los últimos tiempos. Este donostiarra fue profesor antes de decidirse a abrir una librería, además de ocupar distintos puestos directivos en el mundo del atletismo y del baloncesto. Ahora, en plena tercera ola, Miguelo lamenta que las restricciones hayan afectado a las ventas y se muestra preocupado por el estado de ánimo de sus clientes. Propietario de la librería Miguelo desde hace más de 27 años, ubicada en el paseo de Errotaburu de Donostia, califica aquellos meses como un "infierno".

¿Cómo fue su experiencia trabajando durante el confinamiento de marzo y abril?

-Aquello fue un infierno. Los clientes que se acercaban a la librería estaban muy asustados. La gente quería salir de sus casas para poder tomar el aire. Comencé a vender muchos más periódicos que antes. Se ve que había una mayor necesidad de sentirse informado.

¿En qué estado de ánimo percibía a la gente que acudía a su librería?

-La gente estaba asustada. Noté mucha tristeza entre la gente, una sensación de miedo y desesperación. Muchos, incluido yo mismo, no quisimos ver la realidad, pero estamos como estamos ahora. La gente necesita noticias alentadoras, creo que se dan demasiadas malas noticias en los medios de comunicación.

¿Ve ahora a la gente un poco más animada que al principio de la pandemia?

-Desde que comenzara la pandemia, he notado que los hábitos de la gente han cambiado. Vuelvo a sentir cierto grado de hastío y miedo entre las personas que se acercan a la tienda. Hay mucha gente que igual no se ha infectado todavía del coronavirus y llegarán a vacunarse, pero no hay vacuna para la tristeza y la desesperanza, y esto último los comerciantes lo sufren día a día. La gente ya está cansada de tantas restricciones y quieren ir a los sitios que iban antes y que ahora no pueden.

¿En qué medida le ha afectado el hecho de que haya cambios en las restricciones prácticamente cada mes?

-Las ventas han bajado en los últimos meses. La gente le ha cogido el miedo a salir. Se ha notado muchísimo el cierre y las restricciones en la hostelería, sobre todo por las tardes. Antes la gente salía a tomar algo y aprovechaba para comprar algo, pero las calles están desiertas a la tarde. Por las mañana, en cambio, la influencia de las restricciones apenas se notan.

¿Hay algo que haya empezado a vender más o menos durante los últimos meses?

-El papel como los periódicos o las revistas se están vendido más en el último tiempo, pero lo que más éxito están teniendo son los pasatiempos como los autodefinidos, los sudokus, las sopas de letras y cosas del estilo. Además, como últimamente la gente está pasando más tiempo en casa han comprado muchos juegos de mesa como el parchís o el bingo.