- Cada una de las 88 localidades de Gipuzkoa está, desde ayer, cerrada de forma perimetral. Algunas, las que se encontraban en la zona roja, ya estaban cerradas. Otras estrenaron ayer la medida, una más de las que ha ido tomando el Gobierno Vasco en estos ya diez meses pasados de pandemia del COVID-19. Se nota, por tanto, el "hartazgo" de la gente ante una situación "que se está alargando más de lo esperado" y que repercute en el ánimo general y también en la economía. Sin embargo, la sensación entre los cuatro alcaldes consultados ayer por este periódico es que "la gente está concienciada", así que no percibieron problemas a la hora de controlar los movimientos de la población: "Los vecinos están intentando aguantar el tirón para ver si acabamos de salir".

Beatriz Unzue. Amasa-Villabona: "El pueblo por las tardes está muerto"

Villabona ya estaba cerrado desde hace dos semanas, así que las nuevas restricciones que entraron en vigor ayer no le afectaron, aunque su alcaldesa, Beatriz Unzue, confía al menos en que para finales de semana la localidad, con una incidencia acumulada de 642,22, pueda pasar a zona naranja , lo que le permitiría reabrir hostelería y realizar a hacer deporte escolar: "El 11 de enero tuvimos once positivos y, cuando nos quitemos ese día, espero que baje bastante la incidencia".

Villabona y Zizurkil son dos municipios acostumbrados a hacer vida en común, algo que no pueden hacer ahora. Pese a ello, la alcaldesa de Villabona asegura que "no está habiendo ningún problema porque la gente está actuando bien y acatando las normas". "Las entradas principales al pueblo las controla la Ertzaintza y dentro del municipio esa labor la está haciendo la policía municipal. La gente de Zizurkil hace mucha vida en Villabona y estamos acostumbrados a ir de un pueblo a otro a pasear o hacer deporte, y está siendo un poco difícil no poder hacerlo ahora, pero en general los vecinos lo entienden y lo acatan".

Se nota, eso sí, en el ambiente: "Ya con el cierre de hostelería el comercio lo estaba percibiendo un montón. El pueblo por las tardes está muerto por las restricciones, porque la hostelería está cerrada y también por la época del año que es, con mal tiempo. En mi caso, por ejemplo, lo que más me cuesta es no poder relacionarme con los amigos y, como yo, mucha gente". Reconoce la alcaldesa que la situación "es de incertidumbre total" en el plano económico: "Hay comercios que parte de su clientela es gente de fuera del pueblo. Cada día te llaman hosteleros para ver cómo estamos. A ver si salimos pronto de esta situación y hay más ambiente".

María Ubarretxena. Arrasate: "Toca seguir cumpliendo las medidas"

Arrasate es una de las pocas localidades de Gipuzkoa que tiene una tasa de incidencia inferior a 300 (en concreto 276,24), aunque en su momento, a principios de diciembre, ese número fue superior a 1.000. "Se hizo un cribado, se detectaron 116 positivos y entre estas personas y sus contactos directos estarían alrededor de 500 vecinos confinados, lo que hizo que la tasa fuera bajando hasta los datos de hoy en día", explica su alcaldesa, María Ubarretxena.

Los bares y restaurantes están ahora abiertos después de "dos meses cerrados", y la experiencia previa hace que en la localidad de Debagoiena no estén tranquilos: "Eso nunca, porque no sabes cómo puede evolucionar la pandemia, así que toca seguir cumpliendo las medidas sanitarias y las instrucciones de los expertos desde la responsabilidad individual de cada uno".

El cierre perimetral está siendo "una labor conjunta entre la Ertzain-tza y la policía local" y la primera jornada de ayer no arrojó problemas: "En general, la ciudadanía está muy concienciada y se están siguiendo bien las instrucciones". Lo que no evita que los vecinos estén "preocupados", reconoce María Ubarretxena, "tanto por el tema de la salud como por la parte económica": "La hostelería acaba de estar dos meses cerrada y hay muchas familias que viven de eso. La preocupación económica es sobre todo porque no sabemos hasta cuándo durará esto, va más lento de lo que pensábamos. Hay incertidumbre".

La alcaldesa aprovecha para "remarcar" la labor que se está haciendo desde los ayuntamientos: "Al final somos la institución más cercana a la gente. En nuestro caso hemos impulsado campañas y hemos sacado bonos, tratando de estar con los sectores que han visto su actividad reducida por la crisis".

Miguel Ángel Arsuaga. Orendain: "Podemos ir a comprar a Alegia, como siempre"

El confinamiento perimetral tiene sus excepciones, como es el caso de Orendain. Al no tener comercios, sus vecinos pueden acudir a hacer sus recados a otra localidad. "Podemos ir a comprar a Alegia, como siempre", explica su alcalde, "no nos hace falta ni permiso ni nada, diciendo que somos de Orendain podemos ir. No ha cambiado gran cosa para nosotros. El único bar que tenemos puede abrir".

En Orendain, con 227 habitantes según datos del último padrón de Gipuzkoa, no hay en estos momentos ningún caso activo de coronavirus, así que la tasa de incidencia es de cero. Desde el inicio de la pandemia, "seis personas han pasado el covid, cuatro de ellas de la misma familia". Cree Miguel Ángel Arsuaga que la clave ha sido que la gente ha estado "muy concienciada": "Somos un pueblo pequeño y los vecinos en todo momento han estado con cuidado, aunque me comentan que ya están un poco hartos. Noto también un poco de tristeza porque no se acaba de superar la situación".

Maite Arana. Larraul: "Hemos conseguido contener el covid"

Larraul es otra de las localidades pequeñas de Gipuzkoa (256 habitantes) que no tiene comercio, así que sus vecinos salen a Asteasu, el municipio que más cerca les queda, para hacer sus compras. "Es algo que ya hacíamos antes. la Ertzain-tza lo sabe y no pone ningún problema. De hecho, hay gente del pueblo que para llegar a su caserío tiene que pasar por Asteasu", explica la alcaldesa, Maite Arana, que califica de "súper responsable" la actitud de los vecinos durante la pandemia: "La mayoría me decían que ni iban a ver a sus familias en navidades. La gente está intentando aguantar el tirón durante unos meses más a ver si pasa esto".

Los más afectados por las restricciones vigentes desde ayer son los propietarios del único local de hostelería que tiene el municipio: "Los del ostatu (Larraul ostatua) sí lo notan, porque suele ir a comer a diario gente de fuera, así que esto les está suponiendo un perjuicio económico".

Al igual que Orendain, Larraul ha tenido "pocos casos" de covid desde el pasado mes de marzo: "Han sido tres momentos en los que hemos tenido dos o tres positivos cada vez. Ahora hay un caso suelto, espero que quede ahí. Por ahora se ha conseguido contener muy bien. Los vecinos hacen vida más o menos normal, van a trabajar, al cole... pero están concienciados. Ahora hemos retomado actividades con los niños, vas haciendo una mini burbuja porque aquí somos pocos".