- Tránsitos es la historia de Ander, de June, de Aritz, de Daniel, de Chloe, de Irati... Niños, niñas y adolescentes a los que, cuando nacieron, se les supuso una identidad sexual que no era la suya. Son relatos llenos de emoción y sentimiento, de miedos y sufrimiento, de anhelos y esperanzas, de lágrimas de dolor pero también de alegría, de aceptación y de amor. 25 familias abren las puertas de su corazón para contar cómo acompañaron a sus hijos e hijas en ese viaje para que pudieran vivir siendo quienes son. Pero, sobre todo, es una llamada a la sociedad porque, más que ellos, somos su entorno quienes debemos hacer ese tránsito: cambiar la mirada para ver al chico que realmente es donde antes veíamos una chica.

El autor de esta obra presentada a finales de 2020 es Aingeru Mayor, sexólogo, investigador, escritor y padre de dos niñas: una con pene y la otra con vulva. Él ha recopilado los testimonios de las 25 familias, contando para ello con la colaboración de Naizen, la asociación de menores transexuales de la CAV y Nafarroa, de la que también es miembro. Son trece niñas y doce niños, de entre 4 y 18 años, de ambas comunidades autónomas pero totalmente diferentes: distintos ambientes culturales, valores morales, entornos que van desde grandes centros urbanos de cientos de miles de habitantes a pequeñas poblaciones con apenas un centenar... Fueron sus madres y padres quienes escribieron sus relatos, que tienen toda la fuerza de quien es protagonista de su propia historia: la madre de Iker, que empezó a decirles que él era un niño antes de cumplir tres años, cuando aún le llamaban Ekiñe; la de Amets, que con cuatro intentó cortarse el pene al entender que era el motivo por el que nadie se daba cuenta de que era una niña; la de Haize, que con solo dos corrigió a su ama: “Apo no, ¡apa!”,cuando la alabó delante del espejo; los de Mikele, que no supieron interpretar los mensajes que les enviaba hasta que con 11 años les dijo: “No es que quiera ser una chica, es que por dentro soy una chica”... O la de Jon, que dijo con cara muy seria a su madre, cuando le propuso cambiar su nombre a Jone: “Pues si tanto te gusta, cámbiate tú el nombre. Yo soy chica y Jon me gusta mucho”. Tenía cinco años. “Estos relatos, en los que las familias se han desnudado, tienen muchísima potencia, conmueven y son reales. Recogen anécdotas, sucesos, escenas, diálogos, expresiones literales... No solo lo bonito sino, también lo difícil, lo doloroso”, enumera Aingeru Mayor.

El propio autor explica el porqué de este libro. La razón más importante es la de mostrar a las familias que se encuentran en esta situación que no están solas, que hay otras que en algún momento se sintieron como ellas, perdidas y asustadas, y hoy ven cómo sus hijos e hijas crecen felices. “Las familias llegan a la asociación con mucho miedo y desconcierto. Cuando otras les cuentan su historia es casi mágico; ven la luz al saber que hay otras personas que han hecho parte del recorrido y hoy viven tranquilas”.

Y no solo para esas familias; el libro pretende mostrar su realidad a toda la sociedad. “En realidad ella no tuvo que hacer ningún tránsito, sino que lo tuvimos que hacer los demás”, admite el padre de June en el libro. Aunque no existen investigaciones sobre ello, se estima que una de cada mil personas está en situación de transexualidad. “Quizá haya gente que no vaya a tener nunca un caso cercano, pero quizá sean el vecino, el compañero de trabajo o el panadero de una familia que sí, y ellos necesitan a gente que conozca esta realidad”, incide su autor. “Ese tránsito principalmente lo hacen los otros y se trata, sobre todo, de un tránsito en la mirada, en la percepción que tienen los demás”.

El libro no solo recopila los testimonios, sino que también analiza las historias en relación a diferentes ámbitos: las primeras pistas que dieron los menores, las actitudes de negación, el punto de inflexión, el tránsito... “Había que empezar a estructurar el conocimiento sobre esta realidad”, subraya Mayor. Y es que existe todavía muy poca literatura científica y académica sobre la transexualidad infantil y juvenil. “No tenemos apenas publicaciones científicas que hablen sobre qué pasa con estos niños y niñas, porque era una realidad que no se veía; el conocimiento a día de hoy está en los hogares”, advierte. “Y es vital que los profesionales de diferentes ámbitos -de la psicología, pediatría, trabajo social, educación...- la conozcan”.

Y es ahí, al analizar cada historia, donde asoma uno de los grandes valores del libro: destruye de raíz los mitos creados entorno a un colectivo compuesto persona a persona. Hay menores que rechazan sus genitales y quienes no, hay a quien le gusta ver sus fotos anteriores al tránsito y quien exige retirarlas, hay niños con vulva a los que les gusta jugar con muñecas... “La mirada patologizante que se ha tenido sobre esta realidad ha creado muchos mitos. Hasta hace poco cuando un adulto acudía a la Unidad de Género una de las cosas que se les exigía era la heterosexualidad y si decía que no tenía ningún problema con sus genitales no cumplía con los requisitos”, enumera Mayor. Frente a esa mirada, el libro muestra que “la variabilidad es inmensa. Rompe muchos esquemas que se presuponen sobre las personas transexuales”.

Aunque queda muchísimo camino por recorrer, Mayor pone el acento en todo lo que han cambiado las cosas en apenas siete años. “Lo verdaderamente asombroso es que, en tan poco tiempo, hemos dado a conocer una realidad que era no solo invisible sino impensable. Si hace siete años alguien nos hubiera dicho que una niña podía ser niña teniendo pene, habríamos dicho que era imposible, que no tenía sentido”, destaca. Afortunadamente, hoy en día, les vemos.

“Ese tránsito lo hacen los otros y se trata, sobre todo, de un tránsito en la mirada, en la percepción”

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