l igual que los colegios y las universidades, las academias van poco a poco retomando su actividad, marcada también por todas las medidas de prevención necesarias para evitar la propagación del COVID-19. En su caso, al ser locales más pequeños que los centros escolares y contar con menos personal, deben multiplicar esfuerzos. Menos aforo de alumnos significa trabajar más horas, a lo que hay que unir la labor de limpieza y desinfección, y la incertidumbre de no saber cómo se desarrollará el curso, además del bajón experimentado, en algunos casos, en las matrículas tras una época -la del confinamiento- complicada a nivel económico. Tres academias guipuzcoanas de inglés, danza clásica y estudios relatan cómo han comenzado este curso tan peculiar.

Academia Ekain

"Donde antes había 9 alumnos, ahora hay 5"

La academia de estudios Ekain, situada en el barrio donostiarra de Gros, retomó su actividad el 1 de junio, dio clases en verano y ahora abre el curso con "menos aforo": "En las aulas en las que antes metíamos nueve chavales, ahora metemos cinco", explica Susana Fernández, una de las dos socias de la academia, lo que obliga a ella y a Elena Arruti a "meter más horas y alargar la jornada": "Hasta ahora hemos llevado la academia las dos. Si se apuntan más alumnos, una opción es contratar a otro profesor y la otra, llegar hasta donde podamos".

Pese a que septiembre es aún "un mes muy suave" porque es en octubre cuando los escolares se dan cuenta de que necesitan refuerzo en ciertas asignaturas, el año pasado a estas alturas tenían 60 alumnos y ahora rondan los 40. Eso sí, esperan "que se apunte más gente en las próximas semanas". La mayoría de los alumnos prefieren las clases presenciales, comenta Susana, "aunque hay gente que pide online". Opción que ellas ofrecen, aunque consideran que "se avanza más dando clases presenciales". "Pero hay gente que, por miedo o por lo que sea, quiere recibir clases a distancia".

Dice Susana que los alumnos están "ayudando mucho" a la hora de mantener las medidas de higiene y limpieza: "Ellos mismos respetan mucho y, por ejemplo, intentan no coger el material de los demás. Les veo muy responsables. Llevan mascarilla todo el rato, hay geles y al acabar cada clase nosotras desinfectamos las mesas y las sillas".

Helen Doron

"La incertidumbre afecta a las academias"

La academia de inglés Helen Doron, situada también en Gros, ya trabajaba con grupos muy reducidos de alumnos, así que en ese aspecto no ha tenido que hacer prácticamente cambios. "Tenemos espacios pequeños, pero clases con pocos niños, un máximo de ocho, y lo que hemos hecho es que cada uno tenga un sitio asignado", explica Brenda Valoria, directora del único centro en Gipuzkoa de la academia Helen Doron: "Además, hemos escalonado los horarios de entrada y salida de las instalaciones, tomamos la temperatura al llegar, los niños y niñas no pueden usar las zonas comunes y tienen que dar clase con mascarilla".

Durante el confinamiento, el hecho de ser una academia internacional ayudó a Brenda a poder organizar las clases online: "El protocolo nos vino dado y pudimos organizarlo muy rápido. Nos dieron material y las pautas eran súper específicas. Salieron bien las clases online". Sin embargo, en verano no pudieron ofrecer -por razones sanitarias- sus habituales colonias de verano en inglés, lo que supuso un golpe económico, y ahora ha notado un ligero descenso en las matrículas: "Hay movimiento, pero también hay padres que prefieren esperar, es normal. Esta incertidumbre está afectando a las academias", dice Brenda, que tiene 150 alumnos.

La "directriz" de Helen Doron es "intentar que las clases sean presenciales, tal y como están haciendo en los colegios", aunque todo está sujeto a posibles casos de sus alumnos, lo que obligaría a la correspondiente cuarentena: "Si tenemos que dar online, lo organizamos de un día para otro, se dan las clases que sean online y luego volvemos al centro". Todo esto le está suponiendo un trabajo extra a Brenda porque "además de todas las medidas de higiene, toca preparar el curso presencial y también online por si hiciera falta".

Danza Anaiak

"Cada alumno tiene que bailar en su cuadrado"

Si en las academias de estudios o idiomas mantener la distancia ya es un reto, la situación es más compleja de manejar en una academia de baile. La solución que han encontrado en la academia de baile clásico Danza Anaiak es la siguiente, según explica la profesora Olga del Barrio: "Hemos dividido la sala en cuadrados de 1,5 metros de largo por 1,5 metros de ancho y cada alumno tiene que bailar en su cuadrado y con la mascarilla puesta. Donde antes había hasta 20 alumnos, ahora hay un máximo de 10. Y los grupos con niñas pequeñas son de seis, porque se mueven más y en su caso es más difícil que estén siempre dentro de su cuadrado". Esto le supone, como al resto de academias, "más horas de trabajo" para poder acoger a los alumnos que se han apuntado.

Además de esa distancia entre bailarinas, Danza Anaiak pone en práctica las siguientes medidas sanitarias: "Las alumnas tienen que venir vestidas y peinadas de casa. Cada una se trae la toalla, deja su mochila colgada en una percha y se les toma la temperatura. Si alguien tiene más de 37 grados, a casa. Antes las clases eran seguidas, pero ahora entre clase y clase tengo un cuarto de hora para airear, desinfectar y limpiar. Y los padres de las niñas pequeñas tienen que esperar fuera. Los primeros tres días fueron un poco locura, algo lógico, pero luego ha ido todo muy bien".

Se queja Olga del Barrio de que han tenido "una falta de protocolo total" en las escuelas de danza pese a que están en una asociación estatal de academias de baile: "Nadie nos ha dicho nada, estamos como en un limbo. Parece que no estamos ni en Cultura ni en Educación... así que nos hemos basado en los protocolos que tienen en los colegios y en los gimnasios, hemos hecho una mezcla".

Esta academia situada en Egia dio inicio al curso el lunes de la semana pasada y el balance por ahora es muy satisfactorio para Olga: "Tenemos 60 alumnos o así, desde los tres años hasta los 60 y tantos. Yo pensaba que, al tratarse de una extraescolar, igual había gente que lo dejaba, pero la matriculación prácticamente se ha mantenido". "Eso sí", lamenta que en los seis meses que han tenido la academia cerrada no han recibido "ninguna ayuda": "Ha sido medio año duro, sin ningún tipo de amparo". Así que ahora le toca "meter más horas": "Tampoco puedes pedir a los alumnos más dinero. Nos toca currar más. Estoy contenta, porque las alumnas están a gusto. Se trata de intentar tirar como se pueda, sobrellevar el año... y que no nos cierren".