- En las últimas semanas se han hecho habituales las escenas en las que cientos de personas hacen cola para esperar su turno para realizarse pruebas PCR. Los brotes de Ordizia, Azpeitia o Donostia, entre otros muchos, nos han familiarizado con estas situaciones. Pero, ¿qué hay detrás de estos llamamientos públicos? Un grupo de enfermeras, coloquialmente conocidas como rastreadoras, aunque ellas prefieren utilizar el término de gestoras de casos, que trabaja a contrarreloj para contener los brotes de la forma más rápida posible. Se han convertido en actores principales de esta segunda ola de la pandemia y su trabajo ha arrojado sus frutos. Basta con repasar lo ocurrido en Azpeitia, el brote más importante que se ha registrado hasta la fecha en Gipuzkoa y que roza el centenar de contagiados en un municipio de 15.000 habitantes. Su trabajo ha posibilitado que de los trece contagios notificados el pasado viernes y los 47 del sábado, se haya pasado en apenas tres días a cinco nuevos casos, después de que uno de cada cinco azpeitiarras se haya sometido a los test de detección del COVID-19.

Suena sencillo, pero es un trabajo "complejo" que requiere la colaboración de los afectados, ya que, sin ella, es imposible realizar un rastreo efectivo y, por lo tanto, controlar el virus.

La parte más visual de su trabajo es aquella en la que se dan brotes en lugares públicos, en la mayoría de los casos establecimientos ligados a la hostelería, en los que se producen llamamientos públicos a someterse a las PCR. Cuando esto ocurre, desde las autoridades sanitarias se hace una petición pública para que la gente que ha acudido al lugar afectado se someta al test, de forma que se realizan pruebas masivas que funcionan a modo de cribado del virus. "Cuando pasa esto, se necesita la mayor captación de gente en el menor tiempo posible y para ello lo más útil son los medios de comunicación", explican Miriam Martínez y Ana Martin, dos de estas profesionales.

Sin embargo, su trabajo en el día a día es mucho más complejo, ya que también hay contagios en los que el cribado de afectados es mucho más pequeño y se realiza, prácticamente, a cuentagotas. Es aquí donde adquieren protagonismo. "Inicialmente nos remiten los casos positivos con los que nos ponemos en contacto, investigamos acerca de su situación laboral, los últimos viajes realizados y comprobamos si existe relación con algún caso previo ya conocido. De este modo orientamos el inicio de la transmisión. Posteriormente, pedimos los datos de las personas con las que ha tenido contacto estrecho, incluimos en este rastreo inicial a todas aquellas personas que hayan estado en contacto con el positivo desde 48 horas antes de iniciar síntomas o de las tomas de la muestra en personas asintomáticas", cuenta Martínez, al tiempo que añade: "Se buscan relaciones entre ellos: mismo lugar de trabajo, mismos sitios de ocio, etc. Si tenemos varios casos que tienen en común algún establecimiento o zona pública, fuera del ámbito domiciliario, desde el departamento de epidemiología, según sus criterios, lo califican como posible brote y nos dan pautas de actuación al respecto, como puede ser un screening".

Comienza así un proceso para cerrar el círculo al virus. "Valoramos el riesgo de la transmisión del virus según el tipo de contacto que hayan tenido con el caso positivo. Si los consideramos contactos estrechos aplicamos el protocolo, que consiste en la toma de la muestra PCR y una cuarentena domiciliaria de diez días tras el último contacto con el caso", indica Martin. "Depende mucho de la colaboración del caso positivo. Cuando la gente colabora, todo se desenvuelve de manera más fluida. Aun así, un rastreo completo puede llevar horas, dependiendo de la cantidad de contactos", señala esta profesional.

Esas llamadas, en la mayoría de los casos, son esperadas por los afectados, que ya conocen que un allegado suyo ha dado positivo. "Eso nos facilita mucho la comunicación con ellos", admite. Sin embargo, suelen ser llamadas en las que se producen malas noticias, y eso, en ocasiones, dificulta el proceso. "Por regla general, suelen ser bastante colaboradores, aunque la noticia de los diez días de cuarentena es la menos tolerada por los usuarios", confirman ambas. "La cuarentena es la parte más dura de cumplir. Sin embargo, es la más importante, ya que en esos diez días, que es el tiempo de incubación del virus, es cuando las personas comienzan a desarrollar síntomas y, si no estuvieran cumpliendo la cuarentena domiciliaria, no podríamos frenar la transmisión", insiste Martínez.

De hecho, una de las quejas de estas profesionales es que con el volumen de trabajo actual, no disponen casi de tiempo para informar correctamente de todas las dudas que surgen. "La pregunta más frecuente suele ser si, a pesar del resultado negativo en la primera prueba PCR, que realizamos antes de las 24 horas tras la detección del positivo, tienen que quedarse en casa. Tienen que hacerlo por el tiempo de incubación del virus. Tras esos diez días, pedimos una segunda PCR y, si esta última resulta negativa, pueden volver a hacer vida normal", recuerda.

E insiste en la necesidad de que los afectados dispongan de información suficiente para una correcta respuesta ante un posible contagio. "La base de un buen cumplimiento de las cuarentenas y la explicación de por qué hay que llevar a cabo este tipo de medidas que afectan a la situación personal de cada individuo es entender el proceso de la enfermedad, los tiempos de incubación, de transmisión y los síntomas que alertan de la posible infección. Si una persona no entiende el funcionamiento del virus será más difícil que colabore en el cumplimiento de unas medidas tan estrictas", advierte.

Por ello, ambas insisten en la "especial importancia" que tienen, y que la pandemia ha puesto más de relieve aún si cabe, "la educación sanitaria, las medias de prevención y los hábitos de higiene saludable". Y es que son las herramientas básicas de las que disponemos para "colaborar en esta detección de la expansión del virus". "Nosotras damos el primer paso de un proceso en el que la conciencia social tiene que seguir predominando y avanzando; sin la colaboración de las personas, nuestro trabajo no sería efectivo", concluyen.

"La gente suele saber que ha estado en contacto con un positivo y eso facilita la comunicación"

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"La cuarentena es la parte más importante, porque si no no podríamos frenar la transmisión"

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