e han dedicado a ofrecer información a los clientes de los bares sobre el uso correcto de la mascarilla, que en ocasiones puede llegar a descuidarse con unas copas de más. No han dejado de recorrer durante este fin de semana las terrazas de Gros, entre el Kursaal y la Plaza de Catalunya. Lo han hecho en estos días tan inciertos en los que el ocio se pone en entredicho por los focos relacionados con el coronavirus que sigue condicionando el día a día.

Luken es oriotarra y tiene 18 años. Ha trabado contacto directo con la clientela junto a Ibon, de 19 años y vecino de Errenteria. "Se trata de informar, no de echar la bronca a nadie. La mayoría se lo toman bien, aunque igual hay alguno que lleva un par de copas y te dice que te vayas", relatan ambos, tras la experiencia vivida este fin de semana. Su labor se ha centrado en hacer de dinamizadores en Donostia, poniendo un granito de arena para que entre todos cale una necesaria sensibilización sobre las medidas sociosanitarias para atajar la pandemia.

La campaña se enmarca dentro del convenio de colaboración suscrito por la dirección de Turismo y las tres asociaciones de hostelería de Euskadi. En total, han sido ocho las personas que han realizado diferentes visitas a los establecimientos donostiarras. "Los clientes suelen decir que lo tiene claro y, por lo general, no preguntan mucho. Igual lo hacen sobre cuestiones que están al margen de los bares. De hecho, incluso hay quien te dice que se debería hacer lo mismo en otros sectores como el de los autobuses, donde han observado que muchos pasajeros llevan mal la mascarilla", observan.

Desencuentros

"En general, cumplen"

Su único cometido ha sido informar a la ciudadanía, clientela y sector hostelero incluido, sobre los distintos aspectos de la normativa sanitaria en vigor.

Y entre tanta visita y trasiego también ha habido algún que otro desencuentro finalmente resuelto. "Algún dueño de bar nos ha echado la bronca al vernos. Inicialmente hay quien pensaba que tratábamos de vender algo, aunque después nos veía con los petos amarillos y los logos de la Asociación de Hostelería y acababa ahí el problema".

Según la experiencia que han vivido estos jóvenes, en general, se atreven a decir que la clientela cumple con las normas de uso de la mascarilla y el mantenimiento de la distancia física. "Básicamente es así, aunque lo de ponerse la mascarilla cuando no están consumiendo cuesta algo más. De hecho, cuando nos acercamos, vemos que algunos caen en la cuenta de que se la deben poner". En más de una ocasión han sido testigo de ello.

La campaña se ha centrado principalmente en el público más joven, al entender que en estos momentos se trata de un colectivo que requiere de una mayor sensibilización sobre los efectos del COVID-19 y la forma de atajar la expansión. "Si vemos un grupo de más de diez personas, se lo decimos, pero tampoco somos la policía. Es algo que debería controlar el dueño. La verdad es que en esos casos no nos hacen mucho caso", lamentan los informadores.

Nerea González es coordinadora del grupo de dinamizadores de Gipuzkoa. Son ocho en total, divididos en cuatro parejas. "La iniciativa surge por el cierre, uno tras otro, de bares. Queremos sensibilizar acerca del uso de la mascarilla, ser responsables para no volver a estar sin bares. Apostamos por una hostelería segura". En su opinión, los jóvenes lo aceptan bien, "e igual son los más mayores quienes tienen alguna reticencia. Se trata de concienciar y sensibilizar a la gente y de ayudar a los hosteleros".