- El lugar más peligroso para las mujeres que conviven con su agresor es el hogar, el mismo en el que han tenido que permanecer durante meses de confinamiento. Los servicios de atención a la violencia contra las mujeres se llevaron en un principio las manos a la cabeza temiendo lo peor. Para su sorpresa, después de todo este tiempo, la Ertzaintza confirma que se ha producido un descenso de denuncias de más del 25% con respecto a los mismos meses del año anterior. “Nos llamó poderosamente la atención, aunque a posteriori han ido viniendo usuarias y hemos ido conocido el porqué”, indica Ana Hernando Tojo, abogada de la Asociación Clara Campoamor.

Las denuncias han caído, pero no la preocupación de las víctimas por su situación. Con el estrés social del confinamiento “se ha producido un aumento de la invisibilidad”. Muestra elocuente de la situación que se ha podido vivir de puertas adentro es el aumento de un 10,5% de las consultas recibidas por el Servicio de Atención Telefónica Especializada para Violencia Contra las Mujeres (SATEVI).

Las víctimas han priorizado el apoyo psicológico telefónico y la contención. La denuncia, la ruptura o la salida del hogar han sido “prácticamente imposibles”, pero de alguna manera había que salir de esa espiral. Tanto es así, que los servicios de atención psicológica especializada ofrecida por las Diputaciones han realizado 5.963 intervenciones para dar respuesta a 1.533 casos activos, iniciándose un nuevo proceso con 332 víctimas.

Son datos que recoge el informe que ha realizado por el Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, en el que analiza el impacto de la pandemia desde la perspectiva de género. “Algunas víctimas nos han llegado a decir que a dónde iban a ir en plena pandemia. Nosotras veíamos que, en muchas ocasiones, con parejas con problemas de alcoholismo la situación en los hogares iba a ser insostenible. Creíamos que iban a dispararse los problemas y que todo ello iba a visualizarse. La verdad es que los casos que nos han llegado han sido más bien por custodias, y no tanto sobre violencia”, asegura Hernando Tojo.

Las restricciones de movilidad han posibilitado controlar la propagación del virus, pero también han supuesto un riesgo para la salud y la seguridad de muchas mujeres que convivían con su agresor, constata el estudio. La asociación de mujeres supervivientes de la violencia de género, Bizirik Elkartea, ha continuado reuniéndose estos meses atrás con todas las dificultades añadidas. Lily Garzón, secretaria de la agrupación, traslada de primera mano el sentir de muchas mujeres. “Lejos de disminuir los casos de violencia, han aumentado en un contexto en el que sido más complicado acceder a los recursos, por lo que la respuesta inmediata que requerían estas personas era imposible”.

Una compleja situación, teniendo en cuenta la magnitud del problema que reflejan las cifras. El año pasado un total de 3.098 mujeres fueron agredidas por sus parejas o exparejas en la CAV, y otras 899 por otro hombre de su entorno familiar. Estas personas “seguirán corriendo un riesgo cuando la crisis sanitaria quede atrás”, refleja el estudio. Tras la pandemia, la percepción de pérdida de poder que pueden experimentar los agresores “puede llevar a un aumento de la violencia”. A su vez, la falta de autonomía económica de ellas puede demorar la salida a su compleja situación. El informe alerta de que “es previsible” que aumenten los casos de violencia de víctimas afectadas.

Así lo entienden también desde Bizirik Elkartea. “Todos y todas hemos vivido una situación muy estresante, abocadas a una compleja convivencia. Muchas mujeres nos han dicho que, por su seguridad, han preferido mantenerse calladas”. Garzón plantea la encrucijada que han vivido, a pesar de que el 16 de marzo, tan sólo dos días después de decretarse el estado de alarma, se adaptaran al confinamiento los servicios de Atención a Mujeres Víctimas. “¿Qué haces? ¿Te vas de alquiler a un piso cuando no tienes medios y además estaba todo cerrado? ¿Se va el agresor? No eran opciones factibles, y hemos conocido personas que se han visto en esa situación. Aunque las instituciones presten ayuda, existe mucho miedo por la incertidumbre económica que hay por delante. Hasta que muchas mujeres no vean que pueden llevar a cabo una salida de casa ordenada, van a optar por aguantar”, lamenta.

Entretanto, el registro de la Ertzaintza revela que nueve de cada diez agresiones tienen lugar en el ámbito familiar. Además, el 26,2% de las víctimas de violencia intrafamiliar fueron niñas menores de edad forzadas por su padre u otro familiar cercano, víctimas de agresiones sexuales.

De acuerdo con la última encuesta publicada en el Estado, un 15,1% de las mujeres ha sufrido malos tratos o miedo de su pareja o expareja alguna vez en la vida, y un 2,7% violencia física o sexual en el último año. Seis de cada diez tenían hijas e hijos en el momento en que se produjo la agresión.

El hecho de que durante el confinamiento se haya producido un menor seguimiento de los menores a la hora de detectar situaciones de violencia “debe también ponernos en alerta”, advierte el documento de Emakunde. El Consejo de Europa estima que uno de cada cinco menores de edad en Europa es víctima de abusos sexuales. Mayoritariamente tienen lugar en el hogar, donde se estima que se producen 7 de cada 10 casos.

factores de riesgo

Factores que explican la invisibilidad de la violencia durante el confinamiento:

  • Vigilancia. Aumenta la vigilancia, acoso y control de los agresores sobre las mujeres. Buscar ayuda se hace más difícil ya que las víctimas tienen menos probabilidades de estar solas. Tienen mayores dificultades de acceso a los recursos de ayuda.
  • Vergüenza. Las mujeres sienten vergüenza de mostrar su problema en un momento en el que todo gira en torno a otras prioridades y urgencias sociales.
  • Temor. Temen por las alternativas habitacionales de los agresores que tienen que salir de casa. Aumenta la habilidad de contención de las mujeres para poder gestionar la convivencia y sobrevivir. Aumenta el aislamiento social de las víctimas. Las redes de apoyo comunitario son más limitadas.

“Algunas víctimas nos han llegado a decir que a dónde iban a ir en plena pandemia”

Abogada de la Asociación Clara Campoamor

“Hasta que no ven que es posible una salida de casa ordenada, muchas optan por aguantar”

Asociación Bizirik Elkartea