- El tiempo no ayudaba, pero tras casi dos meses de confinamiento y ausencia completa de vida social, ayer hubo quien no dejó escapar la ocasión de disfrutar de una distendida charla en las recién reabiertas terrazas. Y si no que se lo pregunten a Iker Olano, que en cuanto se enteró de que los bares volvían a abrir la persiana -con las ya conocidas limitaciones de aforo y espacio-, no dudó en llamar a sus primos para celebrar su cumpleaños. "Hemos aprovechado y nos estamos pegando un homenaje con unas ostritas", indicó mientras brindaba en la terraza del Kata 4 (plaza Santa Catalina). "Parece que la cosa va hacia adelante, así que hay que ser positivos, mantener la distancia y celebrar lo que te dejen", afirmó su acompañante, Iñaki Unzueta.

En la calle San Martín de Donostia, el tránsito continúa muy limitado como consecuencia de las obras del Topo, pero la terraza cubierta de la cafetería Otaegui fue el lugar perfecto para que Txefe Zunzunegi, María Luisa Etxeberria y Ana Irigoien se reencontrasen dos meses después. "Ya ves, necesitábamos algo tan sencillo como tomar un café. ¡Desde marzo no nos veíamos", reconoció este vecino de Legorreta, que ayer se encontraba en Donostia por razones médicas pero que aprovechó su visita a la capital para reunirse con sus amistades.

Dentro del establecimiento, María Otaegui agradecía la buena disposición de sus clientes. "La gente está súper contenta; han venido muchos clientes habituales, que suelen venir todos los días y todos con muchas ganas de tomar croissant, madalenas... caprichos. Y a primera hora hemos vendido bastante, tanto para tomar como para llevar", indicaba tras el mostrador, ataviada con guantes y mascarilla, el outfit que la pandemia ha traído consigo.

Después de tanto tiempo, abrir la persiana ha sido una liberación: "Han sido semanas muy largas, de mucha preocupación y mucha incertidumbre, porque una cosa es lo que tú prevés que vas a poder hacer y otra que no sabes la realidad cómo es".

A escasos metros de allí, en el mercado de San Martín, la terraza del SM bullía de clientes. "Hemos abierto con mucho miedo, pero la aceptación ha sido muy buena. La gente entiende las nuevas circunstancias, se les dice que no pueden tomar nada en la barra y no hay ningún problema", explicó Ramón Elizalde, dueño del establecimiento, que añadió: "Tendremos que amoldarnos a las nuevas circunstancias, pero hoy estamos contentos porque hemos dado el paso y hemos puesto en marcha la maquinaria".

Sin embargo, los hosteleros miran con miedo el futuro. "El verano va a ser atípico. Esperemos que se abran las fronteras y entre el cliente francés y el nacional vayamos tirando", expuso. "Veremos cómo vamos funcionando y, en función de la respuesta de la gente, iremos dando los pasos para abrir más horas", completó.

María Pons combatía el frío y la lluvia sirviendo cafés en M&M koffetegia (calle Urbieta). "Estamos trabajando bastante bien, mejor de lo que esperábamos. La gente está animada", aseveró esta mujer, optimista ante la reapertura: "Empezamos con ánimo, luego ya se irá viendo. La cosa es que empiece a moverse un poco, que vayan saliendo todos y que se animen. No podemos empezar ya derrotados, tenemos que estar con una sonrisa y el mejor de los ánimos a ver qué pasa.

Peor suerte corrió el sector textil. Tras una semana en la que muchos han trabajado con cita previa, ayer volvían a abrir las tiendas, pero la lluvia y el viento ahuyentó a los clientes.

Thais Abrego (Little Lola, plaza de Gipuzkoa) recibía pasadas las doce del mediodía a su primera clienta. "A mí me da la sensación de que la gente tampoco está con mucha gana de comprar. Las clientas que son fijas harán una compra, pero creo que eso del shopping durante un buen tiempo no va a haber", lamentó esta mujer, que calificó como "un poco triste" la reapertura.

Los protocolos de desinfección de las tiendas tampoco ayudan a aumentar el ánimo. "Tenemos muchísimo trabajo: desinfectar cuando llegamos, cuando nos vamos, la máquina de ozono, controlar lo que tocan las clientas... Creo que es un lío para el movimiento que tenemos. Ojalá sea diferente, pero lo veo gris", lamentó.

En Casa Rodríguez (calle Urbieta), han visto cómo el COVID-19 ha trastocado la temporada más importante del año: la de las comuniones. "Ha sido duro, pero hemos abierto con ganas. Una pena que el tiempo no acompañe", explicó Miren Artetxe, que agradeció el esfuerzo realizado por sus clientes: "La gente es maravillosa pero es que tiene que ser así. tenemos que salir de esta entre todos. Mucha gente nos ha llamado, nos hace encargos por teléfono y se los enviamos. Somos una gran familia y, si no nos apoyamos entre nosotros, va a ser peor".

Reconoció que la pandemia ha cambiado la forma de ir de tiendas: "Es curioso. Veo a la gente con más miedo paseando que en la tienda. Vienen con sus mascarillas y nosotras estamos preparadas para higienizarlo todo. Antes ponías las prendas en el mostrador y la gente tocaba mucho, ahora te lo señalan... Hay más cuidado. Pero estamos preparadas y prenda que se toca, prenda que se higieniza".

Judith Espinosa y Mara Álvarez se afanaban en mantener limpia la juguetería Abracadabra (calle Urbieta) a la espera de clientes. "Tenemos mucha incertidumbre. No sabemos cómo vamos a funcionar sin turismo", plantearon, por lo que reclamaron un esfuerzo a la ciudadanía para consumir en el pequeño comercio. "Nos tenemos que ayudar entre todos porque lo que tú gastas aquí yo lo gasto en la panadería y en la peluquería de enfrente y hay que concienciarse de que nos tenemos que ayudar entre todos. Es una ciudad que tiene un comercio muy rico y lo tenemos que cuidar porque si no se quedan las grandes cadenas y no tenemos nada de especial que nos diferencie de Valencia o Madrid", plantearon desde esta juguetería donostiarra.

Pese a la ilusión del primer día, hosteleros y comerciantes viven la situación con incertidumbre ante un futuro cercano sin turismo

El pequeño comercio pide un esfuerzo para consumir en sus establecimientos y de esta forma "salir de esta situación entre todos"

"Es curioso, veo a la gente con más miedo paseando que cuando viene a la tienda"

Casa Rodríguez

"Donostia es una ciudad con un comercio muy rico que hay que cuidar entre todos para diferenciarnos"

Abracadabra

"Vivo en Legorreta, pero tenía que venir al médico y hemos aprovechado para quedar"

Cliente de la cafetería Otaegui

"La gente está súper contenta; han venido muchos clientes habituales con muchas ganas de croissant"

Cafetería Otaegui

"Pienso que durante un buen tiempo no va a haber shopping. Veremos qué pasa"

Little Lola

"Estamos trabajando bastante bien. La gente está animada y la cosa es que empiece a moverse todo"

M&M Koffetegia

"Tendremos que amoldarnos, pero hoy estamos contentos porque hemos puesto en marcha la maquinaria"

SM