a tienda está preciosa. Es pequeña y ha hecho 20 años; eso es lo que me decidió a hacer la reforma y reinaugurarla. Al menos, he podido terminar la obra; tengo clientes que me escriben diciendo: qué pena que no puedes disfrutar de ello... Pero sigo ilusionada; yo lo he hecho para mi tienda, pero en ello hay una parte de ellos (sus clientes); es como hacerles un regalo por tanta confianza: una bolsa nueva, el olor a nuevo... Ahora está cerrada, pero me quedo con lo positivo. A la vuelta, porque va a haber vuelta después del coronavirus, mantengo la esperanza de transmitirles esa ilusión que tengo".

Esti García reinauguró su tienda el pasado día 6 de marzo, después de "una fuerte inversión". Era la culminación a más de dos meses de trabajos y lo celebró ante su clientela en una fiesta a la que llevó "a una chica de Beasain a cantar". Era su momento, el 20º aniversario de su proyecto de vida, el que inició con 23 años, cuando era dependienta de una tienda y le ofrecían trabajar en otra. Pero una semana después de la reapertura, tuvo que bajar la persiana y cerrar su renovado negocio a cal y canto.

El 6 de marzo, cuando reabrió su tienda de ropa Ness de Ordizia, la amenaza del coronavirus ya rondaba cerca; era viernes. Aún así, al día siguiente, sábado, los clientes entraban y salían de su local. Era su gran día, aunque poco le duró la alegría. "Hasta el miércoles trabajé dentro de lo que cabe normal, pero el jueves ya fue muy raro", admite. Sin apenas clientes; era la antesala de lo que venía. El viernes 13 y el sábado 14, el mismo día en el que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez decretó el estado de alarma, ya por la noche, solo sirvieron para que las clientas le devolviesen las bolsas de ropa que había ido dejando durante la semana.

Ahora el maniquí de su escaparate luce desnudo y ella trabaja en su caserío de Zaldibia. Con el negocio cerrado, pero la cabeza "a cien por hora", Esti vive estos días gestionando la casa, enviando emails a sus proveedores, "pequeñas firmas locales de ropa que lo están pasando peor que yo", asegura. Pensando en toda la documentación, toda la información que está recibiendo de la Cámara de Comercio, de las asociaciones de comerciantes, "que si hay que pedir esto, que si lo otro", que si el ERTE que le tiene que aplicar a su dependienta, que si las ayudas a autónomos, que si lo que le queda por pagar... "Siempre pensando en el día en que se pueda abrir".

De momento, adiós a bodas, comuniones y muchos cumpleaños. "Yo procuro estar lo más positiva posible, porque eso lo transmites al cliente", aunque sabe que "la vuelta no va a ser normal". "Ahora estoy con mucho trabajo en casa, tenía muchas cosas en plásticos, sin sacar, y voy a ir planchando para tener todo listo y que luego sea solo abrir la puerta. Pero dándole vueltas a cómo va a ser, porque esa gente (sus clientes) no va a estar igual. No sé si lavarme las manos cada vez que cobre a alguien, ni cómo tomar medidas manteniendo una distancia. No sé cuánto durará esto, pero si se alarga mucho, estoy pensando que tengo que hacer algo... Tengo ideas en la cabeza", confiesa.

"No somos primera necesidad y está claro que, a la vuelta, los primeros tres o cuatro meses no serán iguales. Y luego hay que ver cómo afecta esto a nuestros clientes; vivimos en un sitio en el que hay más estabilidad laboral que en otros, pero si tienes cuatro camisetas, no vas a comprar la quinta porque te apetece. En los últimos años las tiendas pequeñas estamos como estamos y esto nos perjudicará más, pero yo mantengo la ilusión y tampoco se me caen los anillos. Esto es una pesadilla para todos", afirma: "Aún recuerdo que hace 20 años, alguno ya me dijo: ¿te vas a animar a poner una tienda en estos tiempos?; Aún mantengo la misma ilusión".

Otra "estocada". Ness, tienda de ropa y complementos, abrió sus puertas en febrero del año 2000 y el pasado 6 de marzo se reinauguró la tienda en el número 5 de la calle Garagartza de Ordizia. García llegó a abrir otra tienda de moda para hombres que posteriormente cerró, en plena crisis, hace una década. Hoy, reconoce, el coronavirus puede suponer una estocada letal para muchos pequeños comercios.

"Hace 20 años me dijeron: ¿Vas a abrir una tienda en estos tiempos? Y hoy aún mantengo esa ilusión"

"No somos primera necesidad y, a la vuelta, los tres o cuatro primeros meses no van a ser iguales"

"El negocio está cerrado, pero la cabeza va a 100 por hora y, si esto se alarga, ya estoy pensando cosas"