donostia - Cartón, plástico, papel de embalaje, chatarra, tejas, cerámica... Gipuzkoa se enfrenta a una nueva crisis de los residuos, menos mediática y poco visibilizada, pero muy parecida a la que se vivió con los residuos sólidos urbanos, la basura de nuestros hogares. “El problema es el mismo, lo que pasa es que se focalizó todo en los residuos domésticos y ahora tenemos una solución para aquello (con la incineradora), pero no para esto. La falta de infraestructuras es total”, reconocen fuentes acreditadas.

El cierre del vertedero de Mutiloa, en la comarca de Goierri, deja al territorio sin ningún depósito para residuos no peligrosos. Esta infraestructura, a punto de colmatarse, dejará de recibir residuos el próximo 1 de marzo, al no contar con el permiso para ampliar la planta; y sus clientes, empresas y organizaciones públicas que gestionan residuos, se quedarán sin saber a dónde llevar estos deshechos.

Solo en Lurpe se daba entrada cada año a unas 200.000 toneladas. Y el cierre coincide, además, con el derrumbe del vertedero de Zaldibar, una planta que ha quedado inhabilitada y deja sin solución a unas 1.400 toneladas diarias de residuos: 510.000 el último año. Las fuentes consultadas, tanto del Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa, como el Consorcio de Residuos de Gipuzkoa (GHK), coinciden en el análisis: “Tenemos un problema”.

Zalla y Garbelegi, en Gasteiz, son ahora las únicas soluciones para este tipo de residuos en la CAV, lo que se antoja a todas luces insuficiente. Gipuzkoa se queda sin ninguna planta de este tipo. Ni públicas, ni privadas. Aizmendi, de la Mancomunidad de San Marcos se colmató ya; Epele, en Bergara, también está al límite y en poco más de dos semanas, Lurpe, de Mutiloa, gestionado por la empresa privada Cespa, del grupo Ferrovial, cerrará sus puertas a los clientes. Es decir, no recibirá más residuos, aunque continuará su actividad y podría derivarla hacia el tratamiento de residuos. Es decir, el reciclaje de los materiales inertes y no peligrosos depositados allí desde 1994. Una montaña.

“No hay que olvidar que los residuos son un negocio. Y al final, saldrá alguna solución. No tengas ninguna duda. Es posible que las empresas afectadas tengan que llevar esos residuos fuera y eso aumente sus costes, pero tratarán de repercutirlos en sus productos. Y al final, lo pagarán los de siempre”, explica una de las fuentes consultadas.

iniciativa privada Y esa solución “vendrá de la iniciativa privada”, reconoce una voz autorizada. Si no la hay ya, aclara, es por la presión social. “Vete tú y di ahora que vas a abrir un vertedero en un pueblo...”, asegura esta misma fuente: “Quieras que no, además, la sensibilidad que hay en Gipuzkoa es mayor”.

La compleja orografía de Gipuzkoa es otro factor a tener en cuenta. Terreno montañoso que acarrea dificultades añadidas. De hecho, muchos de los vertederos ya colmatados que hay en Gipuzkoa no permiten soluciones técnicas para su ampliación o readaptación o, si lo hacen, son demasiado complejas. Es el caso de aquellos que tienen forma de embudo. Uno de los que sí ofrece soluciones técnicas para una posible ampliación, explican, es el de Lapatx, en Azpeitia. “Pero es inviable”, reconocen diferentes voces. Socialmente sería inasumible.

“La incertidumbre es enorme”, admiten varios gestores. Actualmente, no tienen adónde llevar estos restos, que tampoco pueden ser derivados a la incineradora. Hay algunas empresas, especialmente en el ámbito de la construcción, que cuentan con plantas propias de tratamiento de tierras y reciclaje de materiales, en donde transforman materiales como el hormigón en áridos para luego emplearlos en la construcción de carreteras. Pero no hay infraestructuras en el territorio para, al menos, otras 200.000 toneladas de residuos no peligrosos como el plástico, embalajes, chatarra, escoria..., que se siguen generando año tras año.

El Gobierno Vasco es el encargado de comprobar que cumplen todos los requisitos, autorizar estos vertederos y controlarlos, a través del Departamento de Medio Ambiente, pero no le corresponde la iniciativa de promoverlos y construirlos. Gipuzkoa se queda ahora sin ellos.