Es un golpe duro de encajar para la empresa que, a pesar de todas las medidas adoptadas, ve imposible garantizar al cien por cien la seguridad alimentaria. De buenas a primeras un día salta la alarma y la firma se convierte en foco de atención mediática, con un desenlace de los hechos imprevisible. La bola no hace más que crecer, dando rienda suelta a comentarios "sin fundamento" que amenazan con lastrar el buen nombre de empresas familiares muy arraigadas, cuya actividad se remonta varias generaciones atrás. "Es mucho el trabajo que hay a nuestras espaldas. Ahora puedo hablar, pero los primeros días ni siquiera era capaz de pronunciar dos palabras seguidas porque me echaba a llorar de todo lo que nos han difamado. Lo peor han sido las descalificaciones en las redes sociales. Tener que leer, por ejemplo, que no se hacen controles sanitarios y cosas por el estilo". Bakarne Zubillaga respira hondo.

Tras la pesadilla en la que se ha visto inmersa, agradece que al menos no haya ningún consumidor afectado tras el caso de listeria registrado a finales de noviembre en su empresa familiar, la quesería Berroeta SC de Ezkio.

En apenas dos meses se produjeron dos episodios similares en Gipuzkoa, el último hace dos semanas en Patés Zubia, una firma de Eskoriatza que quiere "pasar página". Tal y como confesaba ayer a este periódico su responsable, centran ahora sus esfuerzos en limpiar una imagen que, se quiera o no, siempre queda dañada.

En un mercado como el actual en el que la competencia es feroz, saltar a la primera plana por una alerta sanitaria como les ha ocurrido a estas dos empresas guipuzcoanas hace un flaco favor a la hora de ganarse el favor de los clientes. No ayudó en absoluto el precedente del verano, con la alerta sanitaria en Andalucía por listeriosis, en este caso, por carne mechada de la empresa Madrugis.

Se extendió entre el 15 de agosto al 17 de octubre y se considera la mayor registrada en Europa y una de las más importantes del mundo. El jefe del laboratorio de listeria del Centro Nacional de Microbiología, Julio Vázquez, aseguró ayer que este brote, que provocó tres muertes y cinco abortos entre más de 200 afectados, demostró que el sistema sanitario público funciona "razonablemente bien". Durante el primer congreso internacional de listeria, que se celebró ayer en Sevilla para compartir experiencias del brote del verano, Vázquez explicó que con esa alerta "hemos aprendido que estamos haciendo razonablemente bien las cosas" porque se duplicaron las muestras que analizan cada año y se dio una respuesta en cinco o seis días.

Seguridad alimentaria

Pero hay diferencias sustanciales entre los casos guipuzcoanos y el andaluz, que se encuentra actualmente en los juzgados, con dos de los responsables de la compañía alimentaria en prisión, negando toda responsabilidad sobre lo ocurrido. "En nuestro caso, el trabajo que realizamos es muy serio. El problema es que a pesar de todas las medidas que se adopten, la listeria puede afectar a cualquier empresa, hasta en cualquier domicilio puede estar presente el brote si no se hierve la leche debidamente. Nadie puede garantizar la seguridad alimentaria al cien por cien", dice la titular de la quesería de Ezkio, en sintonía con lo que ha escrito en este mismo periódico el doctor en Veterinaria José Manuel Etxaniz. En el caso de la firma de Patés Zubia, el experto resalta que fueron los controles internos de la propia empresa los que detectaron la presencia de la listeria en cuatro lotes de medallones de foie y que fue ella la que, inmediatamente, dio aviso a las autoridades sanitarias competentes que, a su vez, a través de la Red de Alerta Sanitaria, lo comunicaron a la instancia gubernamental madrileña y ésta a la europea. "Estamos ante un ejercicio de transparencia y colaboración con la Administración, además de lealtad y seriedad para con sus clientes", resalta el experto.

A diferencia de lo que algunos consumidores pueden llegar a pensar, Zubillaga insiste en que los controles sanitarios son rigurosos. "Lo sorprendente en nuestro caso es que se detectó la presencia de listeria en unos quesos maduros que deberían haber eliminado la bacteria. Fueron unos análisis rutinarios, y la partida está de momento retenida". Durante este compás de espera continúan con los mismos gastos, alimentando a las ovejas. "Hemos tenido que vender la leche a otro elaborador mientras aguardamos a que nos den nuevas instrucciones. Lo peor después de un caso así es la pérdida de confianza. El daño está ahí, y volver a la normalidad cuesta", dice la titular de la quesería, que trata de paliar las pérdidas actuales con la venta de pan casero. "Incluso a la hora de comprar hogazas había clientes que los primeros días se mostraban recelosos, cuando nada tiene que ver una cosa con la otra".

Al frente de la quesería hay una cuarta generación, la de los hijos de Bakarne, que quieren labrarse un futuro y trabajaban duro por ello. "Beñat, el más joven, tiene 20 años, y ha hecho una apuesta por esta profesión junto a su hermano. Aquí tienen su porvenir. Esperamos volver a la normalidad poco a poco", cruza los dedos la madre, de 53 años.