Los miembros de Zaporeak valoraron la campaña como un “éxito total”, porque no esperaban superar los tres camiones de ropa. Sin embargo, la respuesta obtenida ha permitido llenar trece trailers con prendas que ayuden a paliar las dificultades que se sufren día a día en los campos de refugiados. “El apoyo del pueblo vasco ha sido fantástico. Nada más hacer el llamamiento todo el mundo se volcó con nosotros”, apuntó García Amiano, que se mostró “encantado” con el compromiso de la sociedad.

En total se han enviado trece camiones. Tres a Quíos, dos a Lesbos y uno a Tesalónica, en Grecia. Igualmente, otro transporte partió rumbo a Calais, en Francia, y cinco a Siria, a Alepo y la frontera turco-siria.

La situación en Grecia es especialmente preocupante para los miembros de Zaporeak, que arribaron al país en el año 2015, cuando “llegaban muchísimas balsas”. Hoy en día, las aglomeraciones de personas son más comunes y los campos se están convirtiendo en “cárceles vivientes”, según García. “Por suerte, los refugiados ya están vistiéndose con la ropa que les hemos mandado”, agregó.

Al principio, tuvieron dudas de cómo se las apañarían para clasificar toda la ropa recibida, ya que la cantidad era muy superior a la esperada. No obstante, dada la gran participación ciudadana realizaron el trabajo “en apenas una semana”. A nivel de Donostia hubo entre 30 y 40 personas ayudando todos los días en los almacenes. “La gente no solo se conformaba con dar ropa, nos preguntaban a ver si podían ayudar”, apostilló García.

Zaporeak pidió ayuda a la ciudadanía y las instituciones para hacer frente al gasto. En total se recaudaron 74.087 euros, de los cuales 25.500 los puso el Ayuntamiento de Donostia, 5.100 las Juntas Generales, 10.200 la familia Arguiñano y el resto llegó de manos de particulares y asociaciones. De esta forma, la campaña sobrepasó la cantidad necesaria para completar los envíos, que oscilaban entre 4.000 y 6.000 euros, dependiendo de si el transporte viajaba por tierra o mar. También colaboraron con la iniciativa las empresas Conservas Pedro Luis, Lacor y Sammic.

Ropa de calidad

“El nivel general de la ropa ha sido bueno, de buen material. No ha sido una limpieza de armario y la gente se ha ceñido a lo que pedíamos”, aseguró García. Para clasificar las prendas recibidas, la ropa se dividía entre vestimenta para hombres y mujeres, separando la indumentaria superior de la inferior. En contra, la ropa para niños, los complementos y los zapatos se agrupaban aparte.

Los camiones en dirección a Grecia primero viajaron hasta Italia, para luego descender a Lesbos, Quíos, Samos o Tesalónica. Como Zaporeak no tenía capacidad para absorber todo el volumen recaudado, los integrantes del proyecto buscaron nuevas asociaciones a las que entregar la ropa, enviándola a Calais (Francia) y Siria. Dichos envíos han viajado en contenedor, desde Bilbao.

Además de ultimar los envíos de la campaña, Zaporeak no ha dejado de trabajar en Lesbos. En el pasado ayudaron en Quíos, Patras y Atenas, pero con el tiempo se cerraron aquellos campos de refugiados. Actualmente están montando una cocina nueva en el campo de Moria (Lesbos) para dar de comer a unas 1.500 personas diarias, mayormente niños, embarazadas y familias vulnerables. “Allí se está todo el año, no hay descanso. Normalmente los voluntarios vamos tres semanas. Una semana antes de volver va el otro grupo para coger el relevo. El objetivo es que no se frene el ritmo de trabajo”.

García remarcó que muchos de los que acuden a los campos por primera vez “vuelven tocados”. “Cuando das de comer a alguien y ves que esa persona te quiere abrazar con una sonrisa, nada te puede llenar más. Ellos te cuentan lo que han pasado. Son testimonios muy duros, sobre todo los de las mujeres”, afirmó.

Rechazo social

Si bien muchos ciudadanos están comprometidos con la causa, la llegada de personas refugiadas genera reticencia en algunos sectores de la población. “Hay gente que piensa que vienen a quitarnos los puestos de trabajo. Ellos lo único que quieren es volver a su casa, que tal vez haya sido destruida por la guerra. El problema que nos estamos encontrando últimamente es que los refugiados no son noticia. Se ha normalizado, cuando en realidad todo sigue igual”, concluyó García.