MALLA-Harria, popularmente conocido en Zarautz como Mollarri, ha sido durante años un lugar salvaje al que han acudido los vecinos de la localidad, sobre todo en la infancia y la adolescencia, para disfrutar de sus calas, sus espectaculares vistas y de unas ruinas ocultas por la vegetación, que a los imaginativos, recordaban a las torres de un castillo. Hay quien opina que el lugar, tras las obras de rehabilitación del antiguo cargadero de mineral, "ha perdido ese encanto", mientras que para otros, el habilitado acceso facilita la llegada a este desconocido paisaje.

El cargadero de Malla-Harria se construyó en 1906 y hasta su cierre, en 1925, respondía a la necesidad de la Compañía Minera de Álava y Guipuzcoa de trasladar el mineral de hierro desde las minas de Andazarrate (Asteasu) hasta Zarautz. Un tranvía aéreo transportaba el hierro y el cargadero tenía una capacidad diaria de carga de hasta 1.000 toneladas. Aunque la cada vez mayor competencia industrial (el hierro que se extraía no era de muy buena calidad), el no saber responder a las necesidades de carga y la ubicación de la instalación, en mar abierto y sujeto a las adversidades climatológicas, llevaron a su cierre. Además, la fecha exacta del desmontaje de la estructura y de lo que hicieron con los restos sigue siendo todo un misterio. Incluso hay buceadores que aseguran haber visto cantidad de hierro en las profundidades de Mollarri y una gran estructura de metal que podría corresponderse con el antiguo carguero metálico.

RECUPERAR LA CULTURA DEL HIERRO

Salvaje y con toque de Chillida

El Ayuntamiento llevaba casi veinte años trabajando para recuperar el lugar que compete a la administración central y está ubicado en el biotopo protegido. Tras un largo proceso, finalmente la obra arrancó en 2008 y acabó en 2010. Así, esta tarde el subdelegado del Gobierno central en Gipuzkoa, Pedro Luis Rio Oyarbide, y el alcalde, Jon Urien, acudirán al complejo para inaugurarlo. El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino ha invertido 1.381.441 euros en esta restauración.

Los trabajos han consistido en acondicionar una amplia zona que se encontraba en mal estado y en adaptarla al tránsito peatonal. De este modo, se han creado nuevos accesos y recorridos con unas magníficas vistas sobre todo el Cantábrico y a los que se puede llegar desde el Gran Camping de Zarautz (camping de arriba) o desde el biotopo de Iñurritza (desde la playa).

Este periódico se ha acercado a este espectacular lugar, que tal y como indica el concejal de Medio Ambiente de Zarautz, Alejandro Vázquez, "es una parte importante de la recuperación de la memoria histórica y de la cultura del hierro de Zarautz y de la provincia". "Se ha puesto en valor un patrimonio cultural en un terreno que sigue teniendo ese encanto salvaje, y que también tiene un toque de modernidad que se aproxima un poco a las esculturas de Chillida, por las formas que ha cogido", subraya el edil.

"No se ha hecho una restauración, sino una consolidación de la ruina. Se han mantenido las paredes que estaban de pie, se han tapado los agujeros y se ha reforzado con masa toda la estructura de piedra, para que no se caiga", explica Vázquez. "Llevaba 60 años sin desbrozarse y al quitar la vegetación se han descubierto el muro tumbado, un arco por donde se precipitaba el mineral y la explanada que no se veían", detalla.

VISITAS GUIADAS Y AUTOGUIADAS

Paseos y exposición abierta

El Consistorio se encargará del mantenimiento de Mollarri y próximamente arrancarán las visitas guiadas que dirigirá una empresa contratada a través de un concurso público. Así, se podrá por ejemplo visitar el lugar bajando desde el Gran Camping, donde al inicio del camino los vecinos y visitantes disfrutarán con un primer mirador que vuela sobre todo el complejo cargadero y en el que a través de unos paneles que se acaban de colocar se explica cómo llegaba el mineral. Además, en ese punto también quedan restos de las torretas que sostenían el tendido de cable aéreo. Al seguir descendiendo, al lado de lo que era la antigua atalaya, existe otro panel indicador que explica las instalaciones.

Ya en el almacén de abajo, un tercer mirador se asoma en el conjunto de las islas de Mollarri, donde se detalla cómo se cargaban los barcos. Además, se ha construido una pasarela de remate de acero corte y madera por encima del muro, para que desde esta balconada se pueda ver cómo eran los depósitos. Este recorrido, que también puede ser autoguiado, se completa con una pequeña y nueva sala de exposiciones. En ella se explica cómo era todo el proceso de carga en general.

"La obra de ingeniería fue muy importante en su época porque el cableado desde Asteasu hasta Zarautz tenía once kilómetros de recorrido", recuerda Vázquez. La sala de exposiciones se abrirá al público únicamente en las visitas guiadas, aunque se pueden observar sus paneles desde el exterior, sin tener que abrirla.

Con sus espectaculares vistas, ya hay quien ha pedido sacarse fotos para su boda en Mollarri, poder celebrar allí la ceremonia e incluso organizar conciertos en el lugar. Pero el Ayuntamiento desea preservar su carácter salvaje y tranquilo: "Es un sitio simplemente para estar, pasear, ver y disfrutar".