La cita electoral más incierta en tiempo se acerca en Gipuzkoa. Hasta ahora habían variado los candidatos, han evolucionado los programas, los temas principales que han marcado las campañas y también el electorado. Ahora sin embargo, el escenario es incierto y solo conocer la motivación de la ciudadanía guipuzcoana empezará a alumbrar el mapa. Primero, la motivación por participar en la cita electoral en un contexto occidental en el que la abstención crece; y segundo, que cuando esté movilizada, saber qué proyecto político le motivará.
Tras una legislatura marcada por una pandemia que paralizó el mundo, una guerra a solo 2.500 kilómetros del Palacio Foral y una sensación de crisis económica que ni las grandes cifras ni la situación personal de la mayoría termina de constatar, Gipuzkoa está citada con las urnas el 28 de mayo para elegir a sus alcaldes y las Juntas Generales, que a su vez elegirán a la próxima diputada general.
El contexto no ayuda a predecir con claridad lo que puede pasar. A saber qué claves pueden pesar en la elección de cada papeleta. Entre el 25% y el 30% de los guipuzcoanos y guipuzcoanas que irán a votar no han decidido qué opción elegirán. La economía y el bienestar han solido ser el argumento decisivo, pero hoy Gipuzkoa tampoco escapa de una paradoja occidental. Lo evidenció el Sociómetro de Gipuzkoa a finales de diciembre: mientras buena parte de la sociedad calificaba su situación económica como buena o muy buena, decía que el panorama general era malo, con muchos de los grandes indicadores macroeconómicos en verde pese a la inflación. Muy en verde, la evolución del desempleo. Más en Gipuzkoa. ¿Entonces, qué está pasando? ¿Cuál va a ser el principal motivador del voto?
Recién iniciada la campaña electoral hay una certeza: Gipuzkoa tendrá a una mujer como diputada general por primera vez en su historia. A partir de ahí, quién logrará el bastón de mando a finales de junio y qué proyecto le acompañará es una incógnita en la que el PNV tiene ventaja: buena parte del electorado es fiel al postulado ignaciano de no hacer mudanzas en tiempo de tribulaciones. Las encuestas así lo constatan, con ventaja para Eider Mendoza.
La batalla de Gipuzkoa adquiere especial significado en el conjunto de Euskal Herria, porque puede ser el único territorio cuyo futuro pueda depender de lo que pase el 28-M. En el resto de territorios, el pescado está más vendido: desde el triunfo incontestable del PNV que pronostican las encuestas en Bizkaia, hasta el pacto postelectoral que se intuye en Nafarroa para mantener el Gobierno del cambio (denominación que con el paso de los años ya empieza a perder sentido). A lo sumo, Araba, donde los sondeos sitúan al jeltzale Ramiro González en cierta ventaja, puede estar en el aire, aunque es una duda menos abierta que la de Gipuzkoa.
Gipuzkoa, bipartidista
Otra realidad que anticipan las encuestas es que Gipuzkoa apuntalará el bipartidismo abertzale: si en 2011 PNV y Bildu+Aralar (concurrieron por separado) alcanzaron el 64% de los votos, cuatro años después el 61% y en 2019 el 67,8%, los últimos trabajos sociológicos conceden a ambas formaciones por encima del 70% (Sociómetro de abril y EITB Focus de marzo, ambos, con el 70,2%). Por detrás asoman, el PSE, Elkarrekin Podemos y el PP. Siempre en este orden. Como en 2019, sin cambios.
Continuidad frente a cambio es otra de las claves clásicas de una campaña cuyo efecto en este caso está por ver. Mientras la jeltzale Eider Mendoza, diputada foral y portavoz del actual Ejecutivo, proclama la necesidad de seguir trabajando en que Gipuzkoa, uno de los territorios con menor desigualdad, aún tenga menos en un contexto de incertidumbre, Maddalen Iriarte propugna un cambio, pero con formas tranquilas.
Las cifras de aprobación del PNV son, pese al desgaste que suele generar el poder, considerables y por otro lado, no queda lejos el final ruidoso de Bildu (predecesora de la actual coalición) en la Diputación en 2015. Un ruido que puede terminar de alejar al votante abertzale indeciso que duda entre PNV y EH Bildu. O entre Elkarrekin Podemos y la coalición soberanista. Que en Madrid haya irrumpido (y llegado a la CAV) la crisis de los candidatos de EH Bildu condenados por pertenecer a ETA no favorece a la coalición soberanista. Quien gana en Gipuzkoa lo hace por tener una alta fidelidad del votante propio y captar votos, muchos o pocos, de todos los demás espectros sociológicos.
A diferencia de campañas anteriores, donde la gestión de los residuos, la de las infraestructuras viarias y la reforma de la fiscalidad fueron reinas del debate, por el momento no hay ningún tema estrella. Puede pasar la campaña y que tampoco lo haya, lo que significaría que ni PNV ni EH Bildu lograrían catapultarse, pero tampoco quedarse atrás de manera definitiva.
Demografía y geografía
Dos claves pueden valer para aproximarse al electorado guipuzcoano. Una, la demográfica. La otra, la geográfica. Ninguna, eso sí, definitiva. El último Sociómetro foral deja clara una división en cuanto a preferencias que se ha repetido en otras ocasiones: entre los 18 y los 45 años una mayoría cree que EH Bildu lo está haciendo mejor, mientras que de los mayores de 45 años valoran más al PNV por encima de la coalición soberanista. Una división por edades que también se calcó al preguntar por el partido que mejor podía responder a los retos del futuro en Gipuzkoa “teniendo en cuenta la incertidumbre mundial”.
La otra clave, la geográfica, va a volver a dejar el Este como clave del 28-M. Si PNV y EH Bildu logran un comportamiento similar a las anteriores citas (empate a escaños, ni 2.000 votos de diferencia), ni en las circunscripciones de Oria ni de Deba-Urola se decidirá el futuro de las Juntas Generales.
La victoria estará de nuevo en juego en el corredor Donostia-Irun. Más que por repartir la mayoría de los escaños (27 de los 51), porque es donde el PNV fundamentó su triunfo en 2019: en Donostialdea obtuvo seis escaños frente a cuatro de la coalición soberanista gracias a una diferencia de 10.000 votos; mientras que en Bidasoa-Oiartzun 3.000 sufragios concedieron a los jeltzales un asiento más que a EH Bildu (4 a 3). Consciente de ese hándicap, Iriarte arrancó la campaña en Donostia y el viernes dobló presencia en Errenteria al mediodía e Irun por la tarde.
Temas de la agenda política, demografías y geografías. Quien acierte a tocar las teclas de un piano que se presenta más indefinido que en otras ocasiones tendrá mucho ganado para el 28-M. Quien conecte con las corrientes sociales que esta vez son menos evidentes que en otras citas electorales. Las candidatas recorren ya Gipuzkoa programa electoral y propuestas en mano a movilizar a su favor el 25%-30% de los indecisos. Y que nadie con cuyo voto cuentan se quede a última hora en casa. En Gipuzkoa cada voto va a contar. Más que en cualquier otro lado y más que en cualquier otra elección.