Una placa en el numero 14 de la calle Bordatxipi de Donostia, en la zona de Ategorrieta, ya recuerda a Eugenio Olaciregui, que fue asesinado por ETA en 1997, justo mañana hace 25 años, bajo la falsa acusación de haber proporcionado a la policía la información que condujo a la detención de Valentín Lasarte.

Con este acto suman ya 20 las placas que el Consistorio ha colocado en la ciudad dentro de la iniciativa impulsada desde la pasada legislatura para dar visibilidad en el espacio público a las víctimas del terrorismo y la violencia política.

El acto ha consistido, como en otras ocasiones, en un sencillo homenaje de reconocimiento en el que han participado el alcalde, Eneko Goia, y representantes de los grupos municipales del Ayuntamiento. Asimismo, han estado presentes la viuda de Olaciregui, Coro Villarta, junto a sus dos hijas, Ainara y Maialen, acompañados de numerosos familiares, allegados y amigos.

También han participado en la ofrenda floral, entre otros, la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro, el presidente de las Juntas Generales de Gipuzkoa, Xabier Ezeizabarrena, el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, el subdelegado en Gipuzkoa, Guillermo Echenique, o el periodista y víctima de ETA Gorka Landaburu, entre otros.

En declaraciones a los periodistas, Eneko Goia ha recordado que este domingo, día 30, se cumplirán 25 años del asesinato de Eugenio Olaciregui, "un asesinato absolutamente injusto que nos privó de un donostiarra que hoy queremos recordar con esta placa para siempre".

El alcalde ha trasladado a la familia un "mensaje de recuerdo, de apoyo y de cercanía", especialmente a la viuda y a las hijas, y ha remarcado que "tienen todo el derecho a conocer la verdad, a saber lo que sucedió y a saber quién fue y que se haga justicia". "Creo que hoy más que nunca hay que estar al lado de ellas cuando reclaman eso", ha afirmado.

Estigma añadido

Eugenio Olaciregui fue asesinado cuando cerca de casa, en el barrio de Ategorrieta de Donostia, esperaba a un compañero para dirigirse al trabajo, un establecimiento de venta de bicicletas ubicado en Oiartzun. Un activista de ETA le disparó y lo mató. Esto ocurrió en 1997, en tiempos de la ponencia Oldartzen, cuando la organización armada desarrolló la conocida como estrategia de "socialización del sufrimiento".

En el caso de Olaciregui, ETA relacionó el atentado con la detención diez meses antes de Valentín Lasarte, miembro del comando Donostia. Se atribuyó a la víctima haber avisado a la Ertzaintza de su paradero, provocando su detención. ETA concluyó que como Lasarte, que era buscado por la policía, había acudido al establecimiento donde trabajaba Olaciregui a comprar una bicicleta junto a una compañera de comando, fue la víctima la que informó a la policía de su paradero.

Además de perder la vida, Olaciregui se vio señalado con la acusación de "chivato", un estigma que agravó el dolor de la familia y que el propio Lasarte desmintió años después cuando declaro ante el juez que los agentes que le detuvieron le contaron que había sido una mujer la que le delató.

Aprovechando esta confesión, la familia en 2012 convocó una rueda de prensa para rechazar la justificación de que el asesinato de su familiar se debió a un error. "La equivocación suprema es el asesinato en sí, sea de quien sea".

Sus allegados hicieron público un comunicado en el que criticaron que su hermano hubiera sido tratado de "chivato"

Ante esto, dijeron no aceptar "la lógica macabra de la equivocación" de ETA, puesto que "la equivocación suprema es el asesinato en sí, sea de quien sea. Ningún asesinato está justificado, porque asesinar a una persona no es defender un ideal".

Además, reconocieron que la acusación "incierta de delator" que ha pesado sobre Olaciregui ha supuesto para ellos "una condena añadida. Nos hemos sentido ignorados, incomprendidos e incluso despreciados por un importante sector de la sociedad que ha hecho que esa carga sea para nosotros aún más pesada, más dolorosa".