n un endiablado juego de equilibrios, cuando las encuestas han dado un vuelco y soplan a favor del Partido Popular, anticipando un posible cambio de ciclo en Moncloa, sigue la guerra abierta entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la dirección de Génova, con Pablo Casado en la cúspide. Este conflicto, que tiene como campo de batalla la futura presidencia del PP en la capital del Estado, marcará este inicio de año para los populares, algunos de cuyos dirigentes ya han reconocido que puede minar sus futuras posibilidades electorales.

Las reuniones entre las dos partes no han sido suficiente para apaciguar los ánimos, como el encuentro que mantuvieron el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, MAR, y el secretario general del PP, Teodoro García Egea, en el que el primero le dijo al segundo: “en tres minutos y medio lo solucionamos tú y yo”. Preguntada por dicha reunión, la presidenta madrileña no se mostró tan optimista como su mano derecha (uno de los principales artífices de su éxito en las pasadas elecciones autonómicas), y aseguró que “las cosas no se resuelven en tres minutos”.

En una entrevista concedida a este periódico, el presidente del PP de Araba, Iñaki Oyarzábal, afirmó que “necesitamos que esta polémica cese cuanto antes e internamente suena que habrá un acuerdo que pasa por el entendimiento y un clima de colaboración”. Ese armisticio aún no se ha producido, al menos de forma pública, y cualquier movimiento de ambos bandos seguirá siendo observado con lupa. Mientras, la propia Ayuso ha llegado a admitir que estar distraídos en “cuestiones internas” les debilita.

De la ‘caja B’ a ‘Kitchen’

El presidente del PP, Pablo Casado, ya había finalizado 2020 de forma traumática por una ruptura con Vox tras la que ambos partidos rubricaron nuevos pactos, y empezó 2021 marcando el peor resultado de su historia en las elecciones del 14 de febrero en Catalunya, donde el PPC logró tres diputados y fue superado por primera vez por los de Santiago Abascal, que se estrenó en el Parlament como cuarta fuerza y con once diputados.

Tan solo dos días después, el líder popular culpó de la debacle a las noticias sobre corrupción y lanzó la consigna de mantener silencio ante los casos que siguen ocupando aperturas de los informativos y que Casado sitúa en el pasado. Anunció además que el PP abandonaría su sede de Génova, ante las investigaciones judiciales sobre el origen de los fondos de sus obras de reforma.

Transcurrido casi un año no hay signos de mudanza, el PP ha sumado una nueva condena por pagar en negro la reforma de su edificio y se sigue investigando Kitchen, la presunta trama urdida en 2013 desde el Ministerio del Interior para robarle documentación al extesorero Luis Bárcenas. A finales de año, el Congreso aprobó el dictamen de conclusiones de la comisión de investigación sobre Kitchen con los votos del PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu, que aseguraba que esta operación fue urdida y llevada a cabo por el PP y apuntaba directamente a María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy.

El PP coge impulso

Al batacazo catalán que tensionó al partido se le sumó la moción de censura que PSOE y Ciudadanos presentaron en la Región de Murcia, que pretendía asestar un nuevo golpe al PP pero que resultó fallida y se volvió en contra de sus proponentes. Para tumbar la moción, el PP atrajo a cargos naranjas, en un proceso que aún continúa, y contó también con exdiputados de Vox, mientras que en Madrid Ayuso encontró el motivo para pulsar el botón del adelanto electoral tras meses de tensión con su socio de gobierno, Ciudadanos.

El 4 de mayo la presidenta madrileña obtuvo una victoria inapelable. Exprimiendo al máximo el lema Libertad en plenas restricciones por la pandemia, adelantó a los tres grupos de la izquierda, minimizó el peso de Vox y borró del mapa a Ciudadanos. Durante su campaña despuntaron ya las primeras tensiones internas en el PP, que todavía hoy perviven en un conflicto que se ha enconado con Génova.

Candidatura de Ayuso

La victoria en Madrid llevó a los populares a encabezar los sondeos privados y a una sensación de cambio de ciclo imparable, pero en septiembre Ayuso anunció que presentaría candidatura para presidir el PP de Madrid y la incomodidad empezó a aflorar. El anuncio no gustó en Génova, donde lo vieron extemporáneo porque coincidía con la Convención Nacional del PP. Además, suponía saltarse el pacto que había hecho con Casado cuando este avisó a la presidenta de que no debía entrar en el terreno del PP de Madrid. Su paso al frente fue visto por tanto como una deslealtad.

Casado introdujo en la pugna al alcalde de Madrid y portavoz estatal, José Luis Martínez-Almeida, pero la presidenta hizo patente que no daría marcha atrás. Fue entonces cuando entró en juego la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre, que alineada con Ayuso, puso un extra de picante al criticar a los “chiquilicuatres” y “niñatos” de Génova.

Tanto se disparó la tensión que Ayuso usó su intervención en la Convención Nacional para negar que tuviera pretensiones de dar un salto a la política estatal frente al que fuera su principal valedor, Pablo Casado, en una tregua que apenas duró un mes.

Guerra en WhatsApp

El choque resurgió con fuerzas renovadas cuando Ayuso reclamó que el congreso del PP madrileño se celebrara cuanto antes para aprovechar el tirón de las elecciones de mayo. La dirección del partido se opone y trata de estirar esa cita lo máximo posible, esgrimiendo el reglamento.

Las filtraciones se desataron y trascendió que la presidenta había bloqueado al número dos Teodoro García Egea en WhatsApp. Al ruido se sumó en noviembre el libro de la exportavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo, que califica a Casado de “veleta” y “bienqueda” con miedo. La bronca contaminó el congreso del PP de Andalucía, donde Casado, que había intentado sortear el cara a cara con Ayuso, trató de pararle los pies al sostener que en el partido no caben los personalismos.

Empieza el desgaste

La presidenta madrileña y el líder del PP, que presumían de amistad, estuvieron más de 40 días sin coincidir en público. Crecieron las voces que afeaban un choque librado bajo los focos y que está poniendo en juego incluso el liderazgo de Casado. Entre las múltiples opiniones vertidas, hay quien cree que queda en evidencia su debilidad, temeroso ante la popularidad de Ayuso, y quien sostiene en cambio que debe mantener su firmeza frente al desafío de la lideresa. Casado ha endurecido incluso su oposición contra el Gobierno español para demostrar el peso de su liderazgo.

Incluso la cancelación de las cenas de Navidad por parte del partido ante el incremento de los contagios de covid-19 fue caballo de batalla. Vox también metió baza en el conflicto interno, al apoyar los presupuestos de Isabel Díaz Ayuso pero no los de Juanma Moreno en Andalucía o Martínez-Almeida en Madrid.

Andalucía, pendiente de un hilo. El final de 2021 se vio sobresaltado por un movimiento inesperado por parte de Alfonso Fernández Mañueco, la disolución del Gobierno de PP y C’s en Castilla y León y la convocatoria de elecciones para el 13 de febrero, lo que se ha atribuido a los estrategas de Génova para repetir la jugada del adelanto de Ayuso y apuntalar las posibilidades de Pablo Casado en su asalto a Moncloa. De forma paralela, el presidente andaluz, Juanma Moreno, se apresuró a asegurar la continuidad de su Ejecutivo, al menos hasta el próximo julio -pretensión en la que se ha visto respaldado por su socio, C’s-, y negó cualquier presión de la dirección de su partido para apretar el botón del pánico electoral.

El anuncio de Ayuso de que optaba a presidir el PP de Madrid fue visto como una deslealtad en Génova, que situó en la pugna a Almeida

Se filtró que Ayuso había bloqueado a Egea en WhatsApp, mientras Aguirre llamó “chiquilicuatres” a la cúpula de los ‘populares’

La presidenta madrileña y el líder del PP, que presumían de amistad, estuvieron más de 40 días sin coincidir en público