as campas de Foronda mostraron una imagen bien diferente a la de ediciones anteriores del Alderdi Eguna del PNV. La pandemia, que parece dar sus últimos coletazos para abrir un nuevo tiempo, obligaba a ello. Mascarillas, distancia de seguridad, sin las habituales txoznas, ausencia de las tradicionales actividades convertidas en costumbre durante la jornada... Pese a ello, la formación jeltzale realizó un ejercicio de fuerza celebrando su fiesta anual con la asistencia de 1.300 asistentes. No se vivieron estampas de otros tiempos, pero el partido dio un paso hacia la normalidad para poner sus ojos en 2022, cuando el Alderdi Eguna volverá en todo su esplendor.

Todo fue diferente en el Alderdi Eguna de esta edición, el número 45 desde que la celebración echara a andar en Aralar en 1977. Desde el propio recinto de Foronda, al aire libre y sin las txoznas, al propio contenido, con una jornada de actividades rebajada al mínimo. Y si el pasado año se realizo un acto de mínimos, en esta ocasión al menos sí que hubo forma de poder reunir a afiliados y simpatizantes. Eso si, bajo unas estrictas medidas. “Es diferente, desde luego, nada que ver con ediciones anteriores. Se notan los efectos de la pandemia. Pero aquí estamos”, aseguraron unos simpatizantes -Asier, Marije, Alberto y Esti- llegados desde Aia. “No hay tanto ambiente”, certificaron nada más bajar del autobús al ver las campas de Foronda, pero acudieron “como siempre” a la llamada del partido.

Una veintena de autobuses trasladaron a Foronda al grueso de los jeltzales, aunque algunos, sobre todo los alaveses, optaran por hacerlo en vehículos particulares. Fueron llegando en una columna y accediendo directamente al recinto espacioso preparado al efecto. La organización, con mas voluntarios que nunca -hubo más de medio centenar-, fue instalándolos ordenadamente. Y mientras daban las indicaciones pertinentes, uno de ellos afirmó que tenían “bien estudiado” su cometido. “Tratamos de hacer todo el movimiento de personas de forma ordenada”, puntualizó. “Y que cada uno de los asistentes se pueda ubicar de la mejor manera posible”.

Fueron llegando por comarcas, como fue el caso de los afiliados de Lea-Artibai. Mezclados por pueblos pero bien avenidos aún y con algunos piques entre municipios, aseguraron casi al unísono que “hay que estar en el Alderdi Eguna, a pesar de las dificultades y de que quizás se hayan tenido que suprimir las txoznas o las actividades. Pero sí que tenemos que recuperar esa ilusión de partido, ver con nuestros propios ojos esa fortaleza que siempre hemos tenido”, certificó Luis. Incluso, hubo varios responsables institucionales que acudieron al Alderdi Eguna en autobús, con el resto de los simpatizantes de su zona, como fue el caso de diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria. O de algunos diputados o senadores, caso del senador Imanol Landa.

El desembarco fue continuo, pero ordenado. Y rápido. Hubo quien añoraba “los tiempos pasados, pero hay que adaptarse a lo que tenemos”. Así se expresaron desde Sabindarrak. Los bilbainos Mertxe, Bego, Miren, Mateo, Ana y Javier, en todo caso, se congratularon porque “el PNV, aun en la situación sanitaria en la que estamos, muestre su fortaleza. Lo de hoy -por ayer- es una imagen de eso”, afirmo Maite. “El ambiente es bien diferente al de siempre, se ve nada mas llegar aquí. No hay el ambiente de siempre, se echa en falta a bastantes personas... pero vamos volviendo a la normalidad y poco a poco vamos a conseguirlo”.

Sentados en sus sillas ordenadamente, el acto político se retrasó unos pocos minutos. Y es que la agrupación llegada desde Derio arribó a Foronda bordeando las 12.00 horas, cuando comenzó el acto político. Ocuparon sus sitios rápidamente. Y es que en una situación donde el coronavirus condiciona todo tipo de actividades sociales -se realizó un sentido homenaje a los 100 afiliados fallecidos durante la pandemia, lo cierto es que los jeltzales ya miran a 2022. Han dado la ciaboga hacia la normalidad en un Alderdi Eguna de transición. Ahora resta remar fuerte para acabar de una vez por todas con la pandemia para que la celebración del año próximo vuelva a adquirir todo su brillo.

100 ikurriñas clavadas en el suelo sirvieron de homenaje a otros tantos afiliados fallecidos por culpa del coronavirus