- Día de reafirmaciones para María Chivite respecto a la situación de su consejero Manu Ayerdi por el caso Davalor. Tras adelantar durante la mañana su postura, en línea con la del propio consejero, de que Ayerdi dimitirá cuando se le comunique fehacientemente su condición de investigado, Chivite tuvo en la Comisión de Régimen Foral, a petición de Navarra Suma, la posibilidad de extender sus explicaciones.

En su comparecencia, Chivite insistió en que Ayerdi dimitirá cuando el Tribunal Supremo le notifique que se ha abierto causa penal por presuntos delitos de malversación y prevaricación en la concesión de ayudas a Davalor. La presidenta recordó que el artículo 68 de la Ley foral del Gobierno de Navarra y de su Presidenta establece que, cuando un cargo público conozca de manera fehaciente que está siendo investigado, deberá dimitir. Para Chivite, su consejero está en la antesala de ese paso, y cuando Ayerdi reciba la comunicación del Supremo, algo que por “lo que se nos traslada por parte de quienes conocen estos procedimientos, es cuestión de días”, dejará de ser consejero, “como él mismo ya ha comunicado por escrito”.

La presidenta foral acusó a Esparza de guiarse por “las prisas” y el interés de alcanzar el poder. “En los procedimientos administrativos debemos ser muy rigurosos tanto en el fondo como en las formas, porque las prisas no son buenas compañeras y pueden hacer decaer por problemas meramente formales hasta las mejores medidas”. Y dijo que los servicios jurídicos habían sido consultados tras los dos pronunciamientos del Tribunal Supremo. Respecto al caso Davalor, indicó que la rendición de cuentas exige a los consejeros y consejeras “por el desempeño en esta legislatura” desligando la responsabilidad política por “esta gestión”.

El portavoz de Navarra Suma, Javier Esparza, acusó a Chivite de haber “tomado la decisión de mantener al señor Ayerdi sin informes jurídicos que lo avalen”, y advirtió a la presidenta de que “su comportamiento se enfrenta a un posible delito de prevaricación por su negativa consciente y deliberada a cumplir la ley”. “¿Qué le debe y a quién le debe para llegar tan lejos en esta cuestión?”, cuestionó Esparza, en una pregunta retórica previa a afirmar que “todos los navarros son conscientes de lo mucho que usted y su jefe, el señor Sánchez, le deben al PNV y a Geroa Bai”.

Tras afear a Chivite “su hipocresía, su falsedad, su fariseísmo, su doble vara de medir y su cobardía”, Esparza reclamó la destitución “inmediata” de Ayerdi. “El caso Davalor, que hoy es el caso Ayerdi, si persiste en esta actitud se podrá convertir mañana en el casoChivite”, advirtió Esparza, que ahondó en la amenaza. “Yo no sé si usted es consciente de que cualquier ciudadano ha podido o podría interponer una querella contra usted por un posible delito de prevaricación. Yo no sé si es consciente, señora presidenta, del altísimo riesgo que está asumiendo, de convertirse en la primera presidenta de Navarra imputada por prevaricación. Su actuación como presidenta queda seriamente cuestionada. No podrá decir que no se lo hemos advertido. Se podría haber evitado este grave daño y lamentablemente usted no ha querido hacerlo”.

No dijo más Esparza porque había superado su tiempo, pero la carga de profundidad dejaba claro que la estrategia focalizada en Chivite aumentaba exponencialmente su intensidad, aunque el recorrido efectivo que tenga puede ser escaso en este asunto una vez que Chivite ha insistido por activa y por pasiva en que el futuro político de Ayerdi depende de una hoja de papel.

Quizás por ello en el turno de réplica no se le percibió enojada a Chivite, que acusó a Esparza de ser “muy osado” por “acusar veladamente” a Ayerdi de corrupción. “Yo entiendo sus anhelos por conseguir la presidencia del Gobierno, pero tenga muy claro que no será porque yo como presidenta no haga un estricto cumplimiento de la ley”. Chivite terminó con “un consejo a Esparza: “Las prisas no son buenas consejeras”.