i se expresan los resultados electorales como porcentaje de votos con relación al total del censo, EAJ-PNV ha recabado el apoyo del 21% de todo el electorado. Hace cuatro años fue el 22,5% y hace ocho, el 22%. El descenso de 2016 a 2020 es similar al de la participación total. Hay, por lo tanto, una gran estabilidad en el apoyo que concita.

EH Bildu, sube del 13% al 15%, con lo que recupera gran parte de los votos que perdió en 2016. Podemos, la fuerza emergente en aquellas elecciones, cosechó el apoyo de un 9% del censo, una parte del cual se había dirigido a EH Bildu en 2012, que obtuvo un 16% entonces. Las aguas vuelven ahora al cauce del que salieron. Y es por esa razón por la que Podemos ha pasado del 9% al 4%; parte de esos votos los ha recibido EH Bildu y parte, seguramente, se ha ido a la abstención, sin descartar que otra fracción haya recalado en el PSE.

Los socialistas perdieron muchos votos entre 2012 y 2016, pasando de obtener el apoyo del 12% del electorado al del 7%. De ahí procedía la mayor parte de los votos de Podemos en 2016, aunque, como ya he dicho, otra parte, menor, salió de la bolsa de EH Bildu. Lo que ocurre es que aunque estos han recuperado casi todo lo perdido, el PSE prácticamente no ha recuperado nada o, si lo ha hecho, otros tantos votantes de 2016 se han abstenido en 2020. En resumen, el PSE se queda, en votos, tal y como estaba.

El PP se encuentra en trayectoria descendente. Pasó del 7,5% en 2012, al 6% en 2016, y al 3,5% en 2020. Vox se ha llevado un 1% ahora, pero falta un 1,5% que, muy probablemente se han abstenido.

En definitiva, la estabilidad de EAJ-PNV, el retorno a EH Bildu de parte de los votos que Podemos obtuvo en 2016 y, en menor medida, el trasvase del PP a Vox, junto con la abstención, han sido los factores que en mayor medida explican los cambios de 2016 a 2020. No sabemos qué habría ocurrido de no haberse dado unas circunstancias tan especiales y dramáticas, pero en lo sustancial es dudoso que los resultados hubiesen cambiado demasiado.

El PNV, que es el partido que debe liderar el gobierno de la CAV en los próximos años, y el partido que le acompañe en la tarea, tienen por delante una legislatura difícil, por la gestión de la crisis sanitaria, de la catástrofe económica y de los cambios sociales que se avecinan. El lehendakari y su gobierno necesitarán acierto y suerte. Y todos nosotros también.