no nos aburre la política vasca, no. El seísmo sobrevenido primero en el Partido Popular vasco y después en Elkarrekin Podemos ha alborotado el cotarro, más aún cuando los dos protagonistas han inaugurado su candidatura con una cierta bravuconería, proponiéndose como futuros motores del gran cambio. Poniendo un poco de sentido común, es mejor obviar por fantasiosa la fanfarronada del candidato excrecencia Carlos Iturgaiz: "Nunca me voy a dejar domesticar por el PNV y por sus políticas clientelistas".

Igualmente pretenciosa, pero con más sentido, es la proclama de la candidata inesperada Miren Gorrotxategi, quien ya anuncia consultas con Idoia Mendia (PSE) y con Maddalen Iriarte (EH Bildu) al día siguiente de las elecciones, para configurar "un bloque de izquierdas que acabe con las políticas neoliberales del PNV".

Encomiable propósito el de la sobrevenida candidata de Elkarrekin Podemos que corresponde a su condición de fuerza opositora, aunque no le va a ser fácil seducir a los dos compañeros de viaje que ha elegido. Primero, porque a estas alturas y en nuestra Comunidad Autónoma Vasca la política de bloques izquierda-derecha por una parte suena a viejuno y, por otra, resulta demasiado simple cuando aquí las ideologías están tan entreveradas que sobreviven entre la desconfianza, la rivalidad, la energía identitaria y las ruinas de utopías fracasadas.

Para soñar en esa realidad, como si el bloque de izquierdas estuviera ya inaugurado, no son suficientes ni la peculiar alianza de Irun, ni la colaboración externa en Nafarroa, ni los apoyos a Sánchez para cerrar el paso a la derecha extrema.

En cualquier caso, la formación de ese denominado bloque de izquierdas (sean éstas lo que sean) es recurrente cada vez que llaman a urnas, al menos a efectos de discurso. O de advertencia para alcanzar el cielo, como es el caso de Miren Gorrotxategi. Y puesto que la aritmética podría permitirlo si se diera una conjunción de circunstancias, no está de más analizar sus posibilidades.

En este momento es la candidata de Elkarrekin Podemos la más empeñada en promocionar ese bloque, aunque el desalojo del hegemónico PNV ha venido siendo seña de identidad de su formación ya desde que entró en rivalidad partidaria vasca.

No obstante, fue curiosa la pirueta del equipo anterior dirigido por Lander Martínez, quien acabó por facilitarle al Gobierno los presupuestos después de varios años de lanzarle improperios. No es fácil liderar la configuración del bloque proclamado por Gorrotxategi desde una jaula de grillos inestable y manejada desde Madrid como se ha constatado en la exclusión de Equo de la coalición y en la promoción de la candidata.

Nunca hay que fiarse, pero a día de hoy no parece que el PSE tenga previstas aventuras de agitación promocionadas por rivales directos, y no hay que olvidar que socialistas y podemitas pescan en los mismos caladeros. Compartir el proyecto con EH Bildu, con la que todavía está cayendo, parece ilusorio mientras persista sin resolverse definitivamente y con solvencia el abismo ético que les separa.

Gobernar en España, aunque sea inestablemente, parece que es garantía de progreso electoral para los socialistas vascos y en ese juego a varias bandas es demasiado riesgo despegarse del socio PNV para una peripecia de incierto resultado, a no ser que lo hiciera como protagonista principal. Y eso, de momento, no lo tiene fácil.

También EH Bildu clama por ese bloque de izquierdas, al menos como aspiración irrenunciable. Y lo hace, por supuesto, desde su peso objetivo de segunda fuerza consolidada. El problema es que apela también para ese bloque de izquierdas a una acumulación de fuerzas, pero necesariamente implementaría en sus componentes su planteamiento "de país" al que no parece propenso el PSE, y Podemos según y cómo. Y, faltaría más, iba a quedar claro que EH Bildu no estaría dispuesta a dejarse suplantar el liderazgo.

El poder desgasta, dicen quienes carecen de él y es cierto que el PNV lleva ya décadas liderando este país, si se exceptúa aquel breve paréntesis extravagante de Patxi López apoyado por el PP.

Un cambio siempre oxigena, pero la ventilación desde el bloque de izquierdas no parece probable a corto plazo según la encuesta de Focus. Ni tampoco por la realidad interna actual de las fuerzas a las que piensa convocar Miren Gorrotxategi.