Está en juego el relevo. Viejos electos como Jean Grenet, Didier Borotra o Michèlle Alliot-Marie abandonan definitivamente la política de Iparralde. Los tres veteranos políticos que han gobernado durante décadas las tres ciudades más emblemáticas de Iparralde son conscientes de que por primera vez podrían perder las elecciones de haberse presentado.

La excaldesa de Donibane Lohizune competirá por un escaño en Europa, aunque la Policía ha registrado su casa, y la de su padre, que fue alcalde de Biarritz, en busca de pruebas que pueden acabar con su carrera. Didier Borotra, después de 23 años en el poder, ha sido procesado por 3.000 multas municipales que perdonó a sus electores y aunque el alcalde y senador opina que estaba en su derecho, se arriesga a sanciones previstas contra la corrupción. Por su parte, Jean Grenet, alcalde de Baiona desde hace 17 años, sucesor de su padre Henri Grenet, alcalde desde 1959 y con quien empezó siendo concejal, ha perdido su puesto de diputado en las legislativas y no se presenta ya que no quería perder también la alcaldía.

El relevo abre la oportunidad para un cambio en la forma de gobernar Iparralde y en las respuestas institucionales que se han dado al euskera o la colectividad territorial, aunque el sociólogo y analista Eguzki Urteaga opina que no cabe esperar cambios sustanciales, especialmente si los candidatos de centro-derecha se hacen con las riendas de estos municipios, dado que tanto Michel Veunac y Max Brisson en Biarritz como Jean-René Etchegaray en Baiona han formado parte de los gobiernos salientes.

No en vano, estos tres candidatos han manifestado a lo largo de los últimos años una mayor sensibilidad hacia las tesis nacionalistas vascas. Max Brisson ha sido presidente de la Oficina Pública de la Lengua Vasca y acudió a la Conferencia de Aiete en Donostia; Michel Veunac ha conseguido el apoyo de la izquierda abertzale y Jean-René Etchegaray, además de formar parte de la plataforma BATERA, ha sido abogado defensor de Euskal Herriko Laborantza Ganbara y ha incorporado a personas afines al PNV en su lista electoral.

Borotra, Grenet y Alliot-Marie nunca mostraron ningún interés ni sensibilidad particular por el euskera. Jean Grenet ha permitido a lo sumo que los funcionarios que lo deseen liberen unas horas para ir al euskaltegi, y solo al final de su carrera, en el marco de la campaña para revalidar su mandato como diputado, se mostró partidario de la creación de una institución política que agrupe Lapurdi, Behe-Nafarroa y Zuberoa. A Didier Borotra se le recuerda como el alcalde que desobedeció las leyes de París para subvencionar la ikastola, pero era un modo de enmarcar el debate y las negociaciones con París cuestionando la legitimidad de lo mínimo, y por el contrario, nunca promovió una política linguística que pudiera ser eficaz en la aglomeración Biarritz-Angelu-Baiona.

En opinión de Eguzki Urteaga, tanto Borotra como Grenet han actuado en estas materias con pragmatismo, dado que necesitaban el voto de los nacionalistas vascos para salir elegidos en la segunda vuelta.

En Biarritz, los nacionalistas superaban el 10%, lo que llevó al alcalde a aprobar varias medidas favorables a la recuperación del euskera como el desarrollo de la ikastola, la construcción del colegio vascoparlante, la creación de una guardería euskaldun o la señalización vial bilingüe. Pero estas políticas son insuficientes para recuperar el euskera porque son municipios donde la población que no es originaria de Iparralde y cuyos padres no son vascoparlantes representa. En ciertos casos, más de la mitad de la ciudadanía.