- El líder ruso, Vladímir Putin, tendió ayer la mano al presidente electo de EEUU, Joe Biden, aunque acusó a los servicios secretos estadounidenses de sembrar la desconfianza hacia el Kremlin por, entre otras cosas, apoyar las denuncias de envenenamiento del principal líder opositor ruso, Alexéi Navalni.

Biden “es un hombre experimentado. Ha estado toda la vida en política. Pero la cuestión es que, como reza el famoso dicho, la corte hace al rey. En gran medida, todo dependerá de la nueva Administración”, aclaró Putin. El líder ruso respondió a toda clase de preguntas durante cuatro horas y media, aprovechó su comparecencia anual para dar una de cal y otra de arena a Occidente, al que llamó a cooperar para combatir juntos la pandemia del covid.

Sin dar la espalda al presidente saliente de EEUU, Donald Trump, expresó su confianza en que su sucesor contribuya a solucionar los problemas más acuciantes que enfrentan a ambos países, cuyas relaciones atraviesan el peor momento desde la Guerra Fría.

“Esperamos que el recién elegido presidente de EEEUU entienda lo que está pasando. Y confiamos en que todos los problemas -si no todos, al menos una parte-, se solucionen con la nueva Administración”, dijo. Al contrario que la mayoría de mandatarios, Putin no felicitó a Biden hasta el pasado martes, hasta que el Colegio Electoral confirmara al demócrata como presidente electo.

Uno de los problemas más acuciantes a los que aludió fue el último tratado de desarme vigente entre ambas potencias nucleares, el Nuevo START, que expira el próximo 5 de febrero, poco después de la investidura de Biden. “Biden manifestó su disposición de continuar el diálogo para conservar este documento. Estamos listos, pero necesitamos alguna reacción”, apuntó.

Putin abogó por prolongar el START un año con el fin de entablar “negociaciones sustanciales”, inclusive sobre el nuevo armamento hipersónico ruso, según sus palabras capaz de superar el escudo antimisiles estadounidense.

Recordó que la carrera armamentística en el mundo “está en marcha” desde que EEUU abandonara en 2002 el tratado antimisiles y que desde entonces Washington denunció también otros documentos internacionales de control de armas, como el de eliminación de misiles nucleares de corto y mediano alcance (INF) en 2019 o el de Cielos Abiertos en 2020.

Putin solo perdió el buen humor cuando le preguntaron por el líder opositor ruso, Alexéi Navalni, que habría sido envenenado con la sustancia rusa Novichok por un comando especial del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), según una nueva investigación publicada por Bellingcat y sus socios Der Spiegel y CNN.

“Esto no es una investigación. Es una especie de basurero donde no dejan de verterse cosas con la esperanza de que esto ejerza alguna clase de influencia en los ciudadanos, sembrando la desconfianza hacia los dirigentes políticos”, indicó.

La investigación identifica a tres agentes del FSB expertos en armas químicas que siguieron al líder opositor en agosto pasado a la ciudad siberiana de Tomsk, donde fue envenenado. Putin, que nunca llama a Navalni por su nombre, sostuvo que “el paciente de la clínica de Berlín”, adonde el político opositor fue trasladado desde Rusia tras el envenenamiento, “está siendo apoyado por la inteligencia estadounidense”.

“Ese paciente de Berlín”. Putin se refirió a Navalni como “ese paciente en la clínica de Berlín”, y aseguró que la investigación es en realidad una “legalización” de “materiales recogidos por los servicios secretos de EEUU”.

Espionaje. Putin mostró su seguridad en que el opositor ruso es un espía para EEUU y bromeó: “Los servicios lo deben vigilar, aunque eso no significa que haya que envenenarlo”.