- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, destituyó ayer a su secretario de Defensa, Mark Esper, por haberse negado a utilizar al ejército en la represión de las protestas contra la brutalidad policial de los pasados meses, bajo el lema Black Lives Matter.

En un mensaje de Twitter, Trump anunció el fulminante despido de Esper y su sustitución de manera interina por Christopher C. Miller, hasta ahora director del Centro Nacional de Antiterrorismo. La destitución del jefe del Pentágono, que había sido confirmado en el puesto en julio del año pasado, se produjo dos días después de que se conociera la derrota electoral de Trump frente al candidato demócrata, Joe Biden, algo que el mandatario se ha negado a reconocer.

El nombre de Esper figuraba en la lista de posibles despidos por parte de Trump después de que se opusiera a la idea del mandatario de enviar unidades militares para sofocar los disturbios raciales en distintas ciudades del país este verano tras la muerte bajo custodia policial del ciudadano afroamericano George Floyd. Trump había amenazado repetidamente con enviar todo tipo de fuerzas, incluidas las militares, para reprimir esas manifestaciones, que en algunos casos habían derivado en actos de violencia y saqueo, lo que llevó a Esper a anunciar su oposición a esa idea desde una conferencia de prensa en el Pentágono.

“La opción del uso de tropas en activo en el papel de garantes de la ley debería ser solo empleado como último recurso, y solo en las situaciones más urgentes y extremas”, advirtió el ministro, que añadió: “No estamos en una de esas situaciones ahora”. Según se comentó entonces, a Trump le enfureció tanto la negativa que hubo que convencerlo para que no despidiera a Esper inmediatamente, lo que no quitó que, pese al bajo perfil que adoptó luego el jefe militar, se le viera con un pie fuera del Pentágono.

Formado en la academia militar de West Point y con experiencia tanto en el Gobierno como en el sector privado, Esper había llegado al Pentágono en julio de 2019 en sustitución de James Mattis, que renunció al puesto por no estar de acuerdo con los planes de Trump para retirar a las tropas de Siria.

Mientras tanto, Trump sigue enrocado en su negativa a la hora de reconocer su derrota electoral, cada vez más aplastante a medida que sigue el recuento de papeletas. No en vano, continúan las denuncias por fraude no demostrado y sigue aumentando la división en el Partido Republicano.

Desde que se confirmó este sábado que Biden alcanzó los votos del Colegio Electoral suficientes para ser investido presidente en enero, noticia que le sorprendió jugando al golf, Trump ha estado enclaustrado con su círculo íntimo, estudiando sus planes para revertir el resultado de la elección y sin agenda pública.

Sus manifestaciones públicas, aparte de fotografías jugando de nuevo al golf el domingo, se han reducido a numerosos retuits de personajes y medios que se hacen eco de sus denuncias de “fraude”, y a un tuit ayer en el que reaccionó a los avances de las farmacéuticas en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19.

Entretanto, según los medios locales, su círculo íntimo se encuentra dividido entre los que le aconsejan tirar la toalla y quienes le animan a seguir con su estrategia de presentar demandas en los estados clave para demostrar el “fraude” que denuncia.