- El Ministerio de Exteriores de Rusia emplazó ayer al embajador de Alemania en Moscú a analizar con el Gobierno el caso del opositor Alexei Navalni, sugiriendo que las autoridades alemanas “van de farol” cuando dan por confirmada la tesis del envenenamiento. La reunión entre representantes de ambos países tendrá lugar hoy. “Esperamos al embajador germano en Smolenskaya-Sennaya”, expresó la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, en relación a la plaza donde tiene la sede este departamento. Zajarova insistió a Alemania a “poner las cartas boca arriba”, ya que considera que “le hace el juego a un contubernio político sucio”.

“Esperamos que Berlín nos proporcione todos los datos”, añadió, después de que Moscú acusase a las autoridades alemanas de retrasar la entrega de información. La representante del Kremlin recordó que el Instituto de Farmacología y Toxicología de las Fuerzas Armadas de Alemania declaró tener pruebas “irrefutables” del envenenamiento y que el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, afirmó que “habían muchas pruebas de ello”. “Esto es demasiado grave para que los altos funcionarios alemanes se lo guarden para sí”, afirmó.

El toxicólogo jefe de la provincia rusa de Omsk, Alexei Sabaev, también aseguró que los médicos de esta zona no han recibido ningún dato de los expertos que le están atendiendo en el hospital Charité de Berlín, que el lunes confirmó que Navalni ya había salido del coma inducido y respondía a estímulos verbales.

Mientras Alemania y Rusia cruzan reproches que hacen peligrar un importante gaseoducto que unirá ambos países, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, reclamó este martes al Gobierno ruso que llevara a cabo una “investigación exhaustiva, transparente e independiente” del envenenamiento o, al menos, colabore con una.

Tras celebrar que el opositor haya salido del coma, la jefa de Derechos Humanos de la ONU consideró “muy perturbador el número de casos de envenenamiento y otras modalidades de asesinato selectivo de ciudadanos o ex ciudadanos rusos, tanto en Rusia como en otros países, ocurridos en las dos últimas décadas”.

Asimismo, defendió que es “muy lamentable y difícil de explicar o justificar la incapacidad en muchos casos de llevar a los responsables ante los tribunales y hacer justicia a las víctimas y sus familiares”.

Las sospechas sobre la implicación del Kremlin en el presunto envenenamiento de Navalni están basadas en anteriores casos similares. El Novichok, la sustancia con la que habría sido intoxicado Navalni, también se empleó supuestamente contra el exespía Sergei Skripal en 2018. Además, también se acusa a Moscú de envenenar con Polonio-210 al exespía Alexander Litvinenko en 2006. Ambos agentes tóxicos son muy complejos y proceden de fuentes sumamente difíciles de rastrear, “¿Por qué se usan sustancias como estas? ¿Quién las utiliza? ¿Cómo las consiguen?”, planteó Bachelet.