Hong Kong, o mejor dicho la 'Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China', fue parte del 'Imperio Británico' hasta que en 1997 la colonia pasó a China con la condición de que la ya excolonia mantuviera su sistema económico y político bajo la premisa de 'un país, dos sistemas'. Hong Kong mantiene su sistema de libre mercado y la separación de poderes dentro de un gigante asiático que se rige por el 'capitalismo de estado'.

Así las cosas, las fricciones estaban aseguradas. Convertido en uno de los principales centros financieros de Asia, el territorio hongkonés no notaba en exceso las ramificaciones de Pekín en su territorio. Muy al contrario, los líderes comunistas del continente se aprovechaban del estatus de Hong Kong para el comercio de bienes y capitales.

Pero Pekín, en su estrategia hacia convertirse en potencia hegemónica mundial, tenía en Hong Kong uno de sus puntos más débiles, el que mostraba al mundo sus vergüenzas.

El choque comercial y la tensión militar entre Pekín y Washington. en el mar de China ha hecho que desde la malograda 'revolución de los paraguas' China quiera 'como sea' el poder absoluto en el territorio hongkonés y que EE.UU. haga 'lo que sea' por impedirlo y mantener la herida abierta.

LEY DE EXTRADICIÓN

El pasado año, el gobierno títere de Pekín que gobierna Hong Kong, aprobó un proyecto de ley de extradicción. La medida surgió después de que un joven de 19 años, residente de Hong Kong, fuera acusado de asesinar a su novia de 20 años, cuando estaban de vacaciones en Taiwán, en febrero de 2018. Hasta ahí puede paracer correcto, pero la medida contenía una carga de profundidad para los opositores hongkoneses.

Dentro del 'un país, dos sistemas' Hong Kong conservaba la capacidad de establecer sus propios convenios de extradición. Y de aprobarse el propuesto por Pekín, los ciudadanos de la excolonia temían detenciones arbitrarias para llevarles ante la 'poco fiable' justicia continental.

Estallaron las protestas, que en un principio se asemejaban a las 'de los paraguas'. Fueron masivas, tanto que doblaron el brazo a la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam, obligándole a retirarla.

Pero con la gente en la calle era una buena ocasión para ir más allá y las manifestaciones se volvieron violentas. La imagen de un arquero lanzando flechas contra la policía dio la vuelta al mundo, incluso ciudadanos que recriminaron actos de vandalismo fueron salvajemente agredidos.

La protesta degeneró en una dinámica acción-represión tras la que muchos vieron tanto a los hongkoneses como a la policía siendo utilizados para un enfrentamiento que iba más allá de las fronteras de la excolonia.

LEY DE SEGURIDAD

La pasada semana, el líder chino Xi Jinping llegaba a la Asamblea Nacional Popular con pocos ases en la manga.

El anuncio que Xi hizo en el congreso del PCch en 2017, en el que ponía 2049 como fecha para que China fuera el líder mundial, parece haber entrado también en cuarentena. Y la crisis económica con la que la pandemia riega allá por donde pasa tampoco era como para vender optimismo. Sobre todo porque el desempleo ha mordido con fuerza al sistema económico chino.

Tanto es así que Pekín esta vez ni siquiera se ha fijado un objetivo de crecimiento tal y como acostumbraba. Así que la medida estrella de esta Asamblea no podía ser otra que Hong Kong. Incluso por encima de la aprobación del primer código civil de la historia.

El legislativo chino ha aprobado una 'Ley de Seguridad' que trata de aislar a los movimientos opositores hongkoneses penando "cualquier acto de traición, secesión, sedición y subversión" contra Pekín, además del "robo de secretos de Estado y la organización de actividades en Hong Kong por parte de organizaciones políticas extranjeras".

El Gobierno chino quiere así impedir las conexiones internacionales de la disidencia y aislarla, además de castigar todo intento de poner en cuestión su política con respecto a Hong Kong. Y todo sabiendo que los hongkonses voverían a salir a protestar.

Así lo anunciaba una fuerte presencia policial en las calles que no ha podido impedir un nuevo estallido de protesta.

HONG KONG YA NO ES AUTÓNOMO

Y en medio de la nueva protesta, EE.UU. volvía a mover ficha. Washington otorga a Hong Kong unas condiciones económicas favorables asociadas al mantenimiento de se autonomía con respecto del régimen de Pekín. El proceso comienza con que el departamento de Estado certifique que no existe suficientemente autonomía y que el Congreso anule el trato económico preferente.

La primera de las condiciones ya se ha dado.

Esto podría poner fin al importante papel de Hong Kong en las transacciones internacionales que utilizan las condiciones especiales de ese territorio como plataforma comercial para sus inversiones. Y acabaría con su papel de intermediario del régimen chino con el mundo capitalista. Hay muchos miles de millones en juego. Pero ¿será suficiente la presión de la calle y de la economía para hacer que Pekín de marcha atrás? Por el momento parece que Xi se mantiene firme en su huida hacia delante.