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La psicosis que se ha apoderado de los gobernantes de las naciones industriales, emperrados ante todo en salvar sus carísimos sistemas sanitarios, ha generado una paralización del transporte internacional, amén de una cascada de parones de sus factorías y retroceso general de sus economías. Y lo que en el mundo blanco rico supone una crisis del mercado laboral y un retroceso financiero, en el tercer mundo -ante todo, en África- significa un paso hacia el colapso total.

El tráfico aéreo internacional casi paralizado y el encarecimiento general de los transportes han dejado a todo un continente que carece de industrias y reservas, condenado a auténticas hambrunas y catástrofes sanitarias. Cálculos de las Naciones Unidas señalan que a finales del año actual 265.000.000 de africanos estarán al borde de la muerte por inanición porque la falta de pesticidas generará un aumento espectacular de las plagas (en primer lugar, langostas) en tanto que por falta de abonos suficientes habrá una drástica reducción de las cosechas

Y si en el sector agrario africano las prudencias occidentales amenazan con ser letales a plazo medio (fin de año), en el sanitario el panorama es aún peor. Así, por ejemplo, la escasez de específicos y mosquiteras incrementará -según la Organización Mundial de la Salud- el número de muertes por malaria en África de los 400.000 habituales al doble.

A todo esto, si la muerte por hambre amenaza al Continente Negro, el estallido allá de una epidemia del

El clima africano no es favorable al virus de esta pandemia, pero una población desnutrida es sumamente vulnerable ante cualquier agente patógeno,