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¡Viva la revolución de la cuchara!

Hay que impulsar que la cocina se integre en el currículum educativo desde edades tempranas y proteger nuestra cultura culinaria y gastronómica

¡Viva la revolución de la cuchara!Patxi Cascante

Les tengo que reconocer que soy seguidor habitual del programa de decoración de los gemelos Scott. Aunque sepas de antemano cuál va a ser el resultado final, ver esas casas diáfanas, sin apenas tabiques y con unas cocinas inmensas donde no falta una isla que para sí la quisiera el alcalde de Donostia te invita, cuando no obliga, a cocinar esos llamativos pastelitos de colores que serán engullidos por los numerosos invitados que se colocarán en los taburetes altos como si fueran periquitos.

Con lo sencillo que es tener una buena encimera y luego una mesa donde comer como Dios manda, cómo se complican estos yanquis la vida, total, para acabar comiendo unos míseros sándwiches.

Tras ver ese programa, uno se acuesta con la sensación de no ser nada en este mundo por tener la casa llena de tabiques y por contar con una cocina con el sitio justo, a la que le falta la dichosa isla. Como dice un amigo, ahora, si no tienes una isla en la cocina, ¡no eres ná!

Pues bien, resulta que ahora, cuando todo el mundo aspira a tener una cocina, cocinón diría yo, de concepto abierto, viene el todopoderoso Juan Roig, presidente y dueño de Mercadona, sentenciando que para 2050 no habrá cocina en las casas.

Como comprenderán, las dudas se apoderan de todos nosotros, porque si un señor tan poderoso como él, que vive de vendernos principalmente alimentos, que lidera la cuota de mercado del Estado español con una notable diferencia para con el resto de cadenas de distribución y que, por lo tanto, nos imaginamos que tendrá datos y bases de conocimiento para hacer afirmaciones tan rotundas, cunde el pánico en el sector.

SegúnJuan Roig, el desapego de la gente a la cocina es tal que sólo así se comprende el subidón que están viviendo los platos preparados, tal y como informó la patronal de los fabricantes de platos preparados (ASEFAPRE), que publicó que el consumo de platos preparados en los hogares españoles creció un 6,6% en 2024, consolidando la tendencia ascendente de los últimos años.

Ciñéndonos a la tendencia de dichos platos en el hogar, el consumo per cápita alcanzó los 17,17 kg/año, en contraste con la general del sector alimentario que, en su conjunto, ha registrado una disminución del 1,1%.

Don Juan, que es más listo que el hambre, conocedor de dicha tendencia y visionario del negocio alimentario, además de la alimentación fresca y seca (envasada), lleva unos pocos años haciendo la apuesta por introducir los mercaurantes en sus establecimientos, una sección donde puedes adquirir los platos preparados en el súper y, en una área preparada para ello, te puedes calentar y consumir el plato sin tener que salir a restaurante alguno y, así, parte del negocio de la restauración también acaba en manos de Don Juan.

Pero no contento con ello, don Juan, tras vaticinar que las cocinas desaparecerán de nuestros hogares, imagino que redoblará su apuesta por los platos preparados y capturar de este modo mayor porcentaje del gasto alimentario.

Ignoro qué ocurrirá de aquí a 2050, pero tengo clarísimo que, más allá de nuestras preferencias personales, tanto la industria alimentaria como la distribución están encantadísimas de que usted y yo dejemos de cocinar, de que les cedamos el mango de la sartén de nuestra alimentación familiar y, cuando ya hayamos olvidado, o en su caso, no adquiramos la más mínima noción de cocina, dependamos totalmente de ellos. Entonces, quizás, será demasiado tarde para reaccionar.

Frente a los que diga Don Juan y aún a sabiendas de que, lamentablemente, acierte en su vaticinio, no queda más que propagar a los cuatro vientos la necesidad de que los ciudadanos, en cuanto consumidores de alimentos, tomemos el mando de nuestra alimentación y de nuestra salud familiar, dedicando parte de nuestro tiempo al hábito de cocinar.

Porque, tal y como he manifestado reiteradamente, a pesar de lo que nos machacan los anuncios de ultraprocesados, muchos de ellos protagonizados por prestigiosos cocineros vendidos a la industria, cocinar no es perder el tiempo sino todo lo contrario, es ganarlo para uno mismo, para nuestra familia o amigos y para el conjunto de la sociedad, en tanto en cuanto seremos depositarios y agentes activos de nuestro patrimonio culinario.

Por ello, levanto la voz con el objetivo de enarbolar la revolución de la cuchara y reclamar a cocineros, gastrónomos, profesionales de la salud, etc. que, entre todos, armemos una contundente respuesta ciudadana de los consumidores para hacer frente a las directrices de los poderosos que se disfrazan de facilitadores de nuestras vidas cuando lo que realmente quieren es poseerlas en su toda su plenitud. Hasta el estómago.

Hay que defender la cocina, impulsar que la cocina y la alimentación se integre en el currículum educativo desde edades tempranas, proteger nuestra cultura culinaria y gastronómica frente a las tendencias uniformadoras de las industrias, cocinas fantasmas y distribución.

Defendamos lo nuestro. Defendamos nuestra alimentación y con ello, nuestra salud y nuestra cultura. ¡Viva la revolución de la cuchara!