“Siempre se puede hacer algo por los demás”. Así de claro lo tiene Irene Tapia, actual presidenta de DYA Gipuzkoa, quien encarna a la perfección el espíritu solidario de los miembros de esta asociación que acaba de soplar 50 velas. La asociación guipuzcoana Detente Y Ayuda (DYA), que nació el 23 de julio de 1973 con el objetivo de socorrer a los automovilistas que se quedaban tirados en la carretera, ha celebrado hoy su aniversario en los jardines de Alderdi Eder de Donostia, y no lo ha hecho sola.

Y es que, además de sus voluntarios –actualmente cuenta con más de 400–, han sido muchos los ciudadanos que se han acercado por la mañana a las carpas amarillas instaladas en los jardines del Ayuntamiento, e incluso algunos se han animado a subirse a alguna de las ambulancias desplazadas hasta el lugar, para conocer de primera mano los entresijos de estos vehículos.

“Hoy es un día para celebrarlo junto a toda sociedad guipuzcoana, porque si hemos llegado hasta aquí ha sido gracias a su apoyo”, ha subrayado Tapia, quien ha añadido que “uno de los objetivos de la jornada es dar a conocer los múltiples servicios que prestamos en DYA, porque mucha gente nos asocia únicamente con las ambulancias, cuando hacemos muchas otras cosas además de atender emergencias, como es la asistencia preventiva en grandes eventos como la Semana Grande, impartir formaciones o prestar asistencia en el área social ayudando a personas mayores o con movilidad reducida”.

"Para colaborar en DYA no es preciso tener formación sanitaria"

Irene Tapia - Presidenta de DYA Gipuzkoa

Es, precisamente, esta última área en donde Tapia lleva más de 15 años colaborando como voluntaria. “En mi casa siempre nos han inculcado la importancia de ayudar a los demás, empezando por los vecinos. Hoy te ayudo a ti, y mañana soy yo la que puedo necesitar tu apoyo. Es fundamental enseñar a nuestros niños que todos podemos necesitar ayuda en algún momento”.

Esteticien de profesión, Tapia insiste en que “para colaborar en DYA no es preciso tener formación sanitaria, dado que se puede ayudar de muchas maneras”.

Últimos deseos

Quizá uno de los mejores ejemplos para entender la dimensión social de DYA es el programa Nahia, cuyo objetivo es prestar apoyo a aquellas personas que por determinadas circunstancias precisan de ayuda para llevar a cabo un último deseo. “Recuerdo varios casos, como el de un aitona de Azpeitia, ingresado en una residencia, cuyo deseo era visitar por última vez el caserío donde había nacido. En otra ocasión, contactó con nosotros un hombre mayor que quería subir al Santuario de Aralar y dimos un paseo precioso, en el que tuvimos a Alex Txikon como maestro de ceremonias. También recuerdo el caso de una señora de Antzuola, invidente y en silla de ruedas, que tenía ilusión por asistir a una corrida de toros. Su hija fue la que se puso en contacto con nosotros, y le llevamos a la plaza de toros de Azpeitia”, relata.

Arrimar el hombro “Tan grande es la satisfacción que aporta el hecho de echar una mano a los demás”, enfatiza Tapia, “que no cuesta trabajo sacar tiempo”. A través de esta afirmación con vocación de eslogan, la presidenta de DYA Gipuzkoa apela a la sociedad a arrimar el hombro, ya sea ofreciéndose a colaborar como voluntarios, o mediante donativos.

“El otro día, se me acercó un hombre jubilado para disculparse porque este año solo había aportado diez euros. Conmovida, y sabiendo lo que podía suponerle ese dinero, le respondí que en DYA toda ayuda siempre es bienvenida”