na buena amiga me lo describió ayer perfectamente en medio de la lluvia (diluvio, más bien) de wasaps de ánimo y duelo que recibí a raíz del fallecimiento de Mikel Corcuera. "Verdades como templos me decía cuando coincidía con él en algún sarao. Era de los que sabía mucho y no alardeaba nada".

"Le importaba un pito lo que dijeran de él y de su vida privada. Se mereció un homenaje en vida, pero esos se suelen hacer a los que no lo merecen tanto".

Estas frases, prácticamente improvisadas mientras se teclean en el móvil, recogen la esencia de Mikel Corcuera.

El donostiarra que colgó la toga y la cambió por la mesa y el mantel era un sabio tranquilo. Repartía conocimiento y no sentaba cátedra. Compartía sabiduría y no pedía nada a cambio. Derrochaba amabilidad y nunca empleaba una palabra más alta que la otra. Era pura mesura. No insultaba. No ofendía. No cruzaba las rayas rojas. Y siempre, siempre, estaba dispuesto a echar una mano.

Pero no nos engañemos. Mikel Corcuera no era un corderito. Era crítico y transgresor. Denunciaba las injusticias. Ridiculizaba a los soberbios. No se casaba con nadie.

Ante la duda, Mikel era de los que se ponían a favor del débil, ya estuviéramos hablando de política, de economía, de raza o de condición sexual. Y todo, con guante de seda, porque, a pesar de ser muy punki en sus convicciones, no le gustaba alardear de cresta. Era, haciendo un guiño cinematográfico, de esos que tanto le gustaba utilizar como apasionado que era del séptimo arte, "transgresor y caballero".

Con su comportamiento y su maravillosa manera de ser, Mikel consiguió no hacerse enemigos, o si los tuvo, tuvo los mínimos. Mikel nunca insultaba, pero sabía definir a los egoístas, a los pedantes y a los abusones con términos no hirientes que dejaban en peor lugar a sus receptores que una retahíla de palabrotas.

Ese era Mikel. Un caballero. Un genio. Un pozo de sabiduría. Un pedazo de pan. Un amor. ¡Cuánto vamos a añorar tu saber, tu cultura y tu templanza, Mikel!

El autor es periodista gastronómico y coordinador de Ondojan.com