el taxista David Salvador fue encontrado muerto a primera hora de la mañana del 7 de octubre de 1977. Desconocidos lo tirotearon cerca de la estación de Renfe. La Triple A reivindicó en El Correo la acción contra un “confidente de ETA”. Su asesinato fue el primero de los ocho que grupos como la Triple A, el Batallón Vasco Español o los Grupos Armados Españoles cometieron en cuatro años en el Triángulo de la muerte que formaban Andoain, Urnieta, Hernani y Lasarte-Oria, estas últimas eran la misma localidad entonces.
Su caso, sin responsables ni condenados, es uno de los ocho asesinatos que grupos terroristas de distinto signo han perpetrado entre 1976 y 2018 en Andoain según recoge Argituz en el informe Hacia una memoria compartida. Tras Salvador, Ignacio Olaitz, José Díaz, Joxe Ramon Ansa, Javier Ansa, Juvenal Villafañe, José Luis López de Lacalle y Joseba Pagazaurtundua cayeron asesinados en 1978, 1979, 1979, 1981, 1993, 2000 y 2003, respectivamente.
La radiografía de la violencia en Andoain deja además otros tres muertos de o en la localidad (Jon Lizarralde, Mikel Gardoki y el escolta J.A.G.R.), 24 personas heridas de consideración, 30 personas que vivieron con escolta, un indeterminado número de personas que tuvieron que marcharse de Andoain, 78 personas de 205 detenidas que denunciaron torturas o malos tratos, 13 atentados de ETA o los Comandos Autónomos Anticapitalistas y otros 21 de los grupos parapoliciales que no causaron lesiones físicas, 126 sabotajes y hasta el cierre del único periódico en euskera, Euskaldunon Egunkaria.
Los asesinados son solo la punta del iceberg de lo que sufrió esta localidad. Por parte de ETA, por parte de grupos como el BVE o por las cargas policiales. “Andoain ha sido, junto con Hernani y Rentería, el lugar donde más leña ha repartido la Policía. En una ocasión nos metimos en un portal y la Policía rompió la puerta. Nos querían machacar”, ofrece su testimonio en el informe el exconcejal de IU Manuel Correas.
“Este trabajo no aborda todas las violencias existentes en nuestra sociedad. No se trata de mezclar todas ellas, aunque algún día tal vez se pueda hacer una lectura integral”, recoge el informe de Argituz, que reconoce que “la prioridad son las conculcaciones del derecho a la vida, pero todo el sufrimiento acumulado durante todos estos años tiene que recogerse, sin mezclarlo, de forma ordenada, sin equiparaciones, para poder reconstruir la convivencia”.
“Donde se sufre”
De ahí resulta toda una radiografía de las últimas décadas en Andoain que, reconocen los autores, “seguirá siendo incompleta, la memoria colectiva se irá construyendo constantemente a lo largo del tiempo y tendrán que venir trabajos por detrás; habrá que subsanar errores y ausencias, incorporar nuevos datos y verdades”.
Bajar a la realidad de estas violencias a nivel local, “donde se sufre y conoce mejor lo sucedido” aspira a ayudar a tres objetivos: revisar crítica y autocríticamente el pasado, esclarecer los hechos sin aclarar, y reparar lo que aún no está reconocido.
Pese a “incompleto”, como en otros municipios guipuzcoanos (Elgoibar, Errenteria, Lasarte-Oria) el trabajo supone “una base valiosa para este presente y ese futuro a construir en convivencia y respeto mutuo”.
Además de basarse en documentación existente, como los Retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco que publicó el Gobierno Vasco, recaba el testimonio de 29 entrevistados propuestos por los grupos políticos municipales y por el propio equipo redactor del informe. Entre ellos se encuentran históricos del municipio como los concejales socialistas Estanis Amutxastegi y José Luis Vela; el edil del PNV Mikel Arregi o la actual europarlamentaria de UPyD Maite Pagazaurtundua. Entre esas voces se encuentra la de la exconcejala del PP Asun Guerra, que dudó en participar.
“Yo creo que mi testimonio, ya no solo como María Asunción Guerra, sino al fin y al cabo represento y estoy aquí por pertenecer a un partido, creo que sí que es importante que figure en este libro si al final queremos que sea un relato de memoria real”, reconoce la también exjuntera del PP, que a diferencia de lo que pasa en foros parlamentarios como el de Gasteiz, asume la tarea de estar presente en las reflexiones: “Si queremos que sea real tenemos que estar todos. Me puede gustar más o menos lo que salga de otros, pero evidentemente si faltamos en ese relato una parte, yo creo que la memoria no es completa”.
Todo con tal de recoger los testimonios de una sociedad como la de Andoain que ha sufrido durante largas décadas. Eso sí, con el riesgo de pasar demasiado rápido la página de la memoria, Argituz advierte: “Si algo hemos echado en falta ha sido la participación de gente más joven que se atreviera a opinar y analizar estos temas desde la perspectiva de su edad”. Las generaciones para las que quedarán estos trabajos y que se convierten en “un reto a conseguir en futuros trabajos”.