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Floren Gutiérrez, el rey del carnaval de Legazpi

Todos los años se disfraza de un legazpiarra conocido, creando una gran expectación entre los vecinos

Floren Gutiérrez, el rey del carnaval de LegazpiN.G.

La imaginación es un elemento indispensable para triunfar en carnavales y el legazpiarra Floren Gutiérrez va sobrado de ella. Todos los años se mete en la piel de un vecino que dejó huella y se ha convertido ya en un clásico del carnaval legazpiarra. Los legazpiarras suelen estar expectantes: ¿de qué se disfrazará Floren este año? Esta vez se ha caracterizado como el párroco de su niñez, Don Antonio Sarasola. El viernes recorrió las calles del pueblo, con confesionario y todo.

A Gutiérrez le encantan los carnavales. “En 1983 abrimos el bar Txepetxa y poco después el carnaval cogió fuerza en el pueblo. Solíamos decorar el bar y disfrazarnos. También llevo muchos años participando en la comparsa del grupo de danzas Sustraiak. En su día el martes de carnaval tuvo mucha fuerza y después el día fuerte pasó a ser el viernes. El viernes me disfrazo de un legazpiarra conocido y el domingo salgo con Sustraiak. También he participado alguna vez en el desfile que organiza el gaztetxe el sábado de carnaval”.

El viernes lo pasa en la calle. “Salgo a las 9.00 horas y vuelvo a casa hacia las 2.00 o 3.00 horas”. Durante todo ese tiempo no se cansa de ser fotografiado y de escuchar las anécdotas relacionadas con la persona a la que encarna. “Lo bonito de disfrazarse de un personaje local es que significa mucho para la gente del pueblo. Los vecinos se te acercan y te cuentan cosas relacionadas con dicho personaje”, comenta Gutiérrez.

Recuerda especialmente el año en el que se disfrazó de Martxeli, Lacaramelera. “Tuvo una tienda de caramelos y era muy conocida. Tanto que a la cuesta en la que estaba la tienda la llamaban La cuesta de Casa Martxeli”.

La lista de legazpiarras a los que ha encarnado es muy larga: María La colchonera (su abuela), José Martín El chatarrero, Etxezarreta El panadero... “Conviene que en su día fueran muy conocidos, para que la gente todavía se acuerde de ellos. Hay vecinos que me dan ideas para años venideros”, indica Gutiérrez.

Este año se ha metido en la piel del párroco Don Antonio Sarasola y, como siempre, su representación ha causado furor. “Fue el párroco de mi niñez. Con el que hice la comunión. Murió en 1979. La gente que le conoció me ha hablado acerca de la relación que tuvo con él: los que fueron monaguillos me han dicho que tenía mala leche, otros me han comentado que cuando iban a confesarse siempre les insistía en que cumplieran el sexto mandamiento (no cometerás actos impuros)...”, cuenta.

Otros disfraces con tirón De todos modos, no siempre se disfraza de legazpiarra popular. “Hace algunos años, tenía preparado un disfraz y nevó. Al final, salí de bañista y el disfraz causó sensación. El año pasado me disfracé de vendedor de turrones, recordando a los que venían a la feria de Santa Lucía. Me puse en el mercado, con mi propio puesto. Mis disfraces sirven para recordar, para recuperar vivencias”, explica.

Se encarga él mismo de preparar los disfraces. “Pido a la gente del pueblo los elementos del disfraz que no tengo en casa y siempre salgo con un carro. Y me meto en el personaje, claro. Ya tengo unas cuantas ideas para el año que viene”, adelanta. Aaaay... si Don Antonio levantara la cabeza...