Síguenos en redes sociales:

Los forenses discrepan con Paco Etxeberria sobre las causas de la muerte de Julen

Sostienen que “probablemente” falleció de forma accidental cuando trataba de abrir el tapón de una hucha con un cuchillo El antropólogo descarta por “inverosímil” esa posibilidad y defiende la hipótesis del homicidio

Los forenses discrepan con Paco Etxeberria sobre las causas de la muerte de Julen

donostia - Ardua tarea la que les aguarda a los miembros del jurado para determinar si Luis Serrano es culpable o no de la muerte de su hijo. Los expertos encargados de arrojar luz sobre el caso no se ponen de acuerdo. Los forenses del Instituto de Medicina Legal defienden que “lo más probable” es que Julen muriera de manera accidental cuando trataba de abrir el tapón de una hucha con un cuchillo. Un extremo que descarta por “inverosímil” el antropólogo forense Paco Etxeberria que, a petición de la acusación particular, expuso ayer las conclusiones de un informe que apunta al homicidio como causa más probable.

Cinco peritos comparecieron ayer juntos en el mismo acto para exponer sus argumentos y escuchar los del resto, tal y como establece la ley, para valorar si modifican sus tesis. Las posturas son diametralmente opuestas. La quinta sesión del juicio que sienta en el banquillo de los acusados a Luis Serrano, se convirtió así, en la sala primera de la Audiencia de Gipuzkoa, en un máster para estudiantes de Criminología y Derecho que, de hecho, completaron el aforo.

Conviene recordar que son cuatro las hipótesis que se han barajado hasta ahora para explicar cómo pudo morir Julen, un menor de trece años que fue hallado muerto el 1 de diciembre de 2011 en el cuarto piso del número 5 de la calle Logroño, en el barrio donostiarra de Ondarreta. Existe un primer informe forense que estimó que los hechos eran compatibles “con una conducta suicida”, una primera hipótesis que inicialmente se dio por buena y, de hecho, el acusado se encuentra en libertad.

Pero la investigación siguió su curso, y es entonces cuando entra en escena una supuesta hucha que pudo manipular Julen con un cuchillo, clavándoselo accidentalmente cuando trataba de quitarle el tapón. Sobre la mesa hay otras dos posibilidades: que su padre le asestara una puñalada mortal en venganza hacia su mujer, como sostienen el ministerio fiscal y la acusación particular, que piden para él 18 y 20 años de cárcel, respectivamente, o que el chaval cayera desde una banqueta sobre la cama con fatal resultado, clavándose tras el impacto el arma blanca.

Esta última hipótesis parece descartada, pero el resto continúa en el aire. Los miembros del jurado lo tienen complicado porque los razonamientos pueden llegar a resultar igual de convincentes. Luis Miguel Querejeta, jefe del servicio de patología forense del Instituto Vasco de Medicina, estuvo presente en el acta del levantamiento del cadáver aquel fatídico diciembre de hace seis años. Explicó ayer que Julen falleció por “un taponamiento cardíaco” tras sufrir una lesión en el ventrículo derecho del corazón. El arma blanca entró en su costado izquierdo con una profundidad de entre siete y ocho centímetros.

¿Pero cómo penetró ese cuchillo? Este experimentado forense, que estuvo presente en la primera inspección ocular del domicilio en el que tuvieron lugar los hechos, señaló que “es posible” una muerte suicida, y que lo ocurrido es también “claramente compatible” con un accidente. “Tanto en un caso como el otro, el movimiento a realizar es el mismo”, dijo.

El forense indicó que es “fundamental” tener en cuenta la trayectoria de la herida, “que es diagonal”. “Si apuñalo a alguien de frente, la herida iría de arriba abajo y no en diagonal. Por eso la homicida es una hipótesis que se excluye, a pesar de hay que tener en cuenta que en los casos de muertes por arma blanca no existen normas generales”.

ensanchamiento de la herida Tampoco ve probable que la herida fuera causada por un supuesto ataque por la espalda. A preguntas de Iñigo Iruin, abogado de la acusación particular que le sometió a un exhaustivo interrogatorio, expuso que “cuando una persona es apuñalada, siempre hay un movimiento instintivo de defensa”, aunque sea un ataque por sorpresa, lo que provocaría el consiguiente ensanchamiento de la herida. Es algo que, según declaró, en este caso no se observa puesto que las dimensiones de la brecha abierta se corresponden exactamente con el tamaño del filo del arma. “Desde el momento en el que la punta toca la piel, aunque sea por sorpresa, hay dolor, siquiera unas décimas de segundo, por lo que existe un movimiento instintivo de defensa que amplía esa herida”. Así, todos los miembros del Instituto de Medicina legal defienden como principal hipótesis de trabajo que la muerte del menor “es claramente compatible con un accidente”.

Sus argumentos parecían rotundos, pero la declaración posterior del forense Paco Etxeberria introdujo nuevos elementos de discusión que deberán tener en cuenta los miembros del jurado. El prestigioso antropólogo, que declaró como perito de parte de la acusación, discrepa abiertamente. Etxeberria también participó en las diligencias de investigación y ha emitido dos informes al respecto. Estima que es “inverosímil” que Julen se clavara el cuchillo accidentalmente tratando de quitar el tapón a la hucha “porque la fuerza que se requiere con la herramienta en ese caso es de palanca, hacia arriba, y no de empuje. Es decir, hay que darle oblicuidad al cuchillo, por lo que es discutible que el filo pueda penetrar en el cuerpo entre siete un ocho centímetros”.

Además, en respuesta a la versión ofrecida por los médicos forenses que descartan el homicidio, consideró que no tiene por qué haber un desplazamiento en las heridas entrantes. “Es posible provocar una herida a una persona en el tórax sin que haya un ensanchamiento de la herida”, replicó para lanzar a renglón seguido una pregunta que, en ese momento, parecía definitiva. “A todo esto. ¿Dónde estaba la hucha? Porque no se encontró en el suelo”, aseguró tras haber analizado las 150 fotografías que se le permitió conocer para elaborar el informe pericial. Etxeberria aseguró que “en ninguno de los cascos que aparecieron después” se halló ADN, huellas dactilares ni sangre de Julen. Entiende que, tanto en la hipótesis del suicidio como en el de la muerte accidental, deberían haber aparecido restos de ADN en el mango del cuchillo. “Por eso descarto esas hipótesis”, zanjó.