Altamira-Bordatxo, Olazar-Lorbide y Xoxolurra-Alarguntza son las tres rutas de diferente longitud y dificultad que el Ayuntamiento de Lezo ha publicado con el fin de que tanto los vecinos como los visitantes puedan conocer los alrededores rurales del municipio. Un buen plan para llevar a cabo durante las vacaciones estivales con amigos o familia.

El primer itinerario (marcado con el número 1 en el mapa) es un recorrido de montaña de once kilómetros que transcurre por la cara sur del monte Jaizkibel. A pesar de tener alguna pendiente pronunciada al inicio, el camino se hace más amable a partir del segundo kilómetro, por ello, se recomienda a personas acostumbradas a recorridos de larga distancia. Este camino, de dificultad media, acumula un desnivel de 1.042 metros y se calcula que aproximadamente se necesitan tres horas y media para completarlo.

El punto fuerte de este sendero es que desde él se aprecian magníficas vistas panorámicas y elementos de gran interés cultural e histórico. De hecho, en el arroyo de Iparragirre y en sus alrededores pueden encontrarse huellas de las antiguas actividades humanas: restos de la presa de un antiguo molino en Goikoerrota, un horno de cal aún en pie y algunas otras caleras en Karobieta, el antiguo camino carretero empleado para ir a por leña u hojarasca?

El segundo camino recomendado (identificado con el número 2 en el plano), el recorrido Olazar-Lorbide, está considerado una ruta de montaña intermedia, apta para su recorrido a pie y recomendable para todo tipo de personas. Transcurre por la cara sur de Jaizkibel y cruza barrios de bellos caseríos.

El camino de Lorbide es muy antiguo y por él se transportaban los troncos de roble destinados a la construcción naval. En él destacan los restos de antiguos pasos para animales y otros elementos de interés como la fuente Plataiturri.

Según se describe en la página web del Ayuntamiento (lezo.eus), donde vienen detalladas todas estas rutas, la fuente de Plataiturri se empleaba en tiempos anteriores a la construcción de depósitos de agua para abastecer de agua a casas y caseríos. En ella también se limpiaba el pescado y se lavaba la ropa.

Entre las fuentes que había en Lezo para llevar a cabo estos menesteres y que han perdurado hasta la actualidad, la de Plataiturri es una de las más bellas, de la que mana agua limpia y fresca.

Todo ello se puede contemplar en un recorrido de 4,5 kilómetros, que apenas acumula un desnivel de 367 metros y en el que no habrá que invertir más de dos horas.

Vistas de la comarca

Por último, el camino de Altamira-Bordatxo es el más corto y el más cercano al casco urbano. Al ser una ruta asfaltada se puede hacer a pie y también en bici y se trata de un agradable paseo recomendable para todo tipo de personas. De hecho, tiene una longitud de 3,4 kilómetros enclavados en un recorrido prácticamente plano, con un desnivel acumulado de 180 metros. Quienes lo hagan a pie lo recorrerán en apenas una hora, mientras que los ciclistas solo necesitarán 20 minutos para volver al punto de partida.

El recorrido se introduce en Altamira y cruza prados típicos de campiña atlántica, donde se concentran los caseríos más importantes de Lezo como Darietazarra o Miura.

El alto de Darieta es un lugar estratégico, desde el cual se observa todo el ámbito de Lezo, pero también Donostia, el puerto de Pasaia, Errenteria y Aiako Harria. En 1874, los liberales levantaron un fuerte en dicho lugar. No obstante, una vez finalizada la guerra, lo destruyeron.

Por su parte, el caserío de Darietazarra, que data de la Edad Media, aún permanece en pie.

Otra de las piezas importantes que se pueden encontrar en este camino es el mojón de Miura que se encuentra frente al caserío del mismo nombre, al otro lado del sendero. Como señal, presenta dos letras, L (Lezo) y O (Oiartzun), y una línea en la parte superior. A su lado, adornado con números romanos, también está el antiguo mojón que dividía las jurisdicciones de los municipios de Hondarribia y Oiartzun.

Hasta hace algunas décadas, Lezo estaba rodeado de manzanales, y algunas casas y caseríos contaban con lagares auténticos. Los balleneros que partían desde su puerto a Terranova proveían de sidra sus barcos. Aún hoy en día, en el barrio Altamira pueden observarse amplios manzanales, así como el caserío de Bordatxo, que antiguamente fue una sidrería.